He de reconocer que, tras una segunda gala un poco más aburrida de lo habitual, tuve serias dudas sobre el rendimiento que iba a tener La isla de las tentaciones en su segunda edición. Dudas que se han disipado en sus dos últimas entregas.
Y es que con los últimos giros en los acontecimientos, con la necesaria marcha de Ángel e Inma, la locura de Melyssa, la sinvergonzonería de Tom, el descaro de Mayka, la excentricidad de Andrea o el show de Marta Peñate, el dating show es ya un petardazo imparable.
El programa necesitaba un tiempo prudencial para trazar una historia bien armada en la que los espectadores se ‘encariñaran’ con los personajes
No lo tenían nada fácil en Cuarzo después de la pesada losa que suponía la primera edición con la ya mítica y viral infidelidad de Estefanía a Christopher, y el reto que suponía que los espectadores no se creyeran a unos nuevos concursantes que podían venir con las estrategias muy calculadas de casa.
Y todo ello teniendo en cuenta que, a la vez que luchaban con la impaciencia actual de la audiencia, tenían que tomarse un tiempo prudencial en sus primeras galas para trazar una historia bien armada en la que los espectadores se ‘encariñaran’ con los personajes y empezaran a dibujarse los ídolos y villanos de la temporada.
Ese punto, al igual que ocurrió en la primera edición, cuya explosión de audiencia llegó en la cuarta gala con la segunda parte de la hoguera de los chicos en la que pudimos escuchar por primera vez aquello de ¡Estefaaaanía!, ya ha llegado. Y vaya que si ha llegado...
En un alarde de saber manejar como nadie el chimpún final de una gala, Cuarzo dejó el domingo a los espectadores con ganas de más con una nerviosa Melyssa esperando si hay más imágenes del descarado Tom.
¡Y tanto que las hay! Pero, ¿estamos seguros que el castigo que le ha impuesto la dirección del programa no será precisamente no poder ver cómo su ¿novio? ya ha iniciado una nueva relación con Sandra?
Y ya ni hablemos de las historias de Mayka y Pablo, Marta y Lester o el tonteo que ya se trae Andrea con Cristian, demostrando que convertir a la exconcursante de la primera edición en ‘tentadora’ ha sido la mejor de las decisiones.
Gracias por descubrir que hay un guión
En su furibundo ataque al programa cargado de una presuntuosa superioridad moral, Elisa Mouliaá, la otrora presentadora de TVemos, aquel nefasto programa que recopilaba vídeos de YouTube, decía que en las Tentaciones “se inventan todo”. “La diferencia entre los siglos pasados y La isla de las tentaciones, es que la gente sabía que el teatro era ficción”, escribía.
Quizá la resistencia es ese público que se niega a dar audiencia a una TVE cada vez más denigrada
Oh, vaya, Elisa, gracias por haber descubierto que en la televisión hay guión. ¡Cómo se enteren los de ALMA! Pero, bueno, así ya tienes los titulares que necesitabas para que los medios puedan volver a hablar de ti y vayas mendigando entrevistas en las que protestar porque al público le parece indecente que la televisión pública pague por un programa de refritos.
Sólo un dato: el grueso de los espectadores del último programa estuvieron en el tramo de edad de 25 a 44 años y en los índices socioeconómicos de clase media y alta. No sé, pero quizá esos espectadores tienen la suficiente preparación para saber qué es lo que están viendo. Quizá prefieren ser resistencia no dando audiencia a La 1 de TVE ante su cada vez más insoportable degradación. Pero, claro, quizá a Elisa eso no le interese mucho denunciarlo.
Quizá la resistencia sea ese equipo de profesionales que se marchó durante dos meses a República Dominicana para dar lo mejor de sí mismos, incluida una cuarentena por COVID, para brindarle a la audiencia un entretenido producto con el que sobrellevar estos tiempos tan difíciles.
En cuanto al tipo de personaje que acude a este tipo de programas "por estar en una situación de vulnerabilidad económica", no parece que sea su situación -véase, por ejemplo, Tom Brusse-, como sí era hace unos días la de Alina, la novia del amante de la mujer de Josep María Mainat. No han sido 'secuestrados' con la promesa de techo, comida y ropa. Son muy conscientes de que están yendo a La isla de las tentaciones y no a un campamento de Flanders.
En este caso parece que, las razones para participar en el dating show de esta especie de 'actores', probablemente tengan más que ver con este modelo de sociedad que hemos construido en el que llevamos siete leyes educativas en democracia, en el que hasta los políticos matan por un minuto en televisión, o en el que a los actores se les elige por sus seguidores y/o por su físico. Ahí ya entra, sin embargo, la libertad de cada uno para elegir hasta dónde quiere llegar. Pero ese es un largo debate que ya dejamos para otro día.