‘Maestros de la costura’ demuestra que la pluma no es patrimonio de los gays
- El talent de costura de La 1 y Shine Iberia abre de nuevo la puerta de la diversidad en su cuarta edición.
- 'Maestros de la costura', un programa imprescindible cuyo éxito va más allá de las audiencias
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El pasado lunes 25 de enero arrancaba la cuarta edición de Maestros de la costura, uno de los programas más arraigados de Televisión Española, pero que comenzó su nueva andadura con mal pie. Y es que en su estreno no alcanzó los dos dígitos de audiencia, y se contentó con una media de 1.150.000 espectadores, lo que supone su peor estreno hasta la fecha, y el único programa histórico que se queda por debajo del 10% de cuota.
Este año el programa ha abierto un año más la puerta a la diversidad, con la participación de Yelimar, una joven venezolana afincada en Barcelona que estuvo en silla de ruedas tras el accidente de tráfico que sufrió junto a su marido. En la actualidad, Yelimar lleva una prótesis en una de sus piernas, y le gusta lucirla con orgullo. "Al principio sufrimos un poco de discriminación. La gente te mira y un día dije: ¡No me pasa más’. Comencé a exhibir mi prótesis", explicó la joven de 31 años, que trabaja como modelo.
Aunque ya ha demostrado tener muy buena mano con la costura (se realizó su propio traje de novia, incluso), Yelimar no pretende ocultar su prótesis con sus diseños. "Me encanta que la vean porque se tiene que integrar en la sociedad. Me siento súper bella con ella y eso es muy importante", expresó la venezolana, que estudió publicidad y que es conocedora del poder de los medios para cambiar a la sociedad. "De las cosas que más disfruto es compartir junto a mi esposo y mi hijo. Y no permitimos que nuestras limitaciones lo limiten a él", explicaba en su vídeo de presentación.
Del mismo modo, Maestros de la costura ha vuelto a incluir a personas LGBTIQ+ en su casting, y también, a personas con cierto deje afeminado, pero que son heterosexuales, como es el caso de Ancor.
Valenciano de 28 años, Ancor es licenciado en Bellas Artes y ama la moda profundamente: colecciona maniquíes, prendas vintage y tiene como musa a su esposa, a la que realizó hasta tres diseños para el día de su boda.
Una edición más, Maestros de la costura nos demuestra que la pluma no es patrimonio exclusivo de los hombres gays, y del mismo modo, nos recuerda que los problemas de discriminación homófoba, tampoco. Solo hay que darse un paseo por Twitter para ver que muchos ven pluma en la forma de hablar y de expresarse de Ancor, si bien, se utiliza la misma como un arma arrojadiza.
Se pone en duda su amor hacia su mujer, su identidad sexual, por expresarse tal y como le viene en gana. Simplemente por ser él mismo. Muchos han sido los chistes crueles sobre el aspirante al maniquí de oro por salirse de lo normativo, por no tener los comportamientos que algunos esperan de él por el hecho de ser un hombre.
Se ha convertido en una víctima más de la plumofobia, una lacra que también hace daño dentro del propio colectivo LGTBIQ+. La plumofobia responde a unos patrones de exclusión y odio que tiene sus raíces en el machismo más arcaico, en el rechazo a que un hombre pueda tener un comportamiento que recuerde de alguna forma a una mujer. Una forma de tirar una piedra más contra la diversidad más allá de lo sexoafectivo.
En ese sentido, Maestros de la costura lleva muchos años demostrando que, el amar la costura o tener cierta feminidad a la hora de hablar, no significa que te tengan que gustar los hombres. Que cada cual puede vestir como le dé la gana, ya sea con traje, falda o pantalón. Y que tampoco hay colores que definan a hombres y a mujeres.
En la presente cuarta edición, por ejemplo, nos ha presentado como aspirante a Álvaro Guerrero, un boxeador profesional al que le gusta diseñarse sus propios trajes para el ring, y que también ha vestido a otros de sus compañeros. Un aspirante que le gusta vestir de rosa y de estampados de animal print cuando sube a pelear, apartándose del rojo y el azul que predomina en dicho deporte.