¿Qué pueden hacer las escuelas infantiles para ser más seguras?
Dispositivos antiatragantamiento o protocolos para niños alérgicos son algunas de las medidas de protección y seguridad que ya se han implantado en algunas escuelas infantiles.
En España, aunque la escolarización no es obligatoria hasta los seis años, son cada vez más populares los centros educativos para menores de tres años. Casi 500.000 niños en nuestro país -algo más del 35% del total de niños entre 0 y 3 años- están matriculados en una escuela infantil.
Diversas investigaciones coinciden en que la escolarización temprana tiene efectos positivos en los niños, que van desde la mejora de habilidades sociales, dado que se han relacionado con otros niños desde muy pequeños, hasta un mejor rendimiento escolar en el futuro. Durante su tiempo en la escuela infantil, los niños pasan por una etapa fundamental para su desarrollo físico y mental, así que es evidente que los padres querrán asegurarse de que su pequeño estará en buenas manos y seguro en un nuevo entorno.
Así, las prestaciones y condiciones de seguridad de cada escuela serán decisivas a la hora de elegir un centro. El modelo privado es el más extendido en nuestro país, aunque en comunidades como Andalucía (donde hay 544 escuelas públicas y 1.226 privadas), se ha instaurado un modelo único para gestionar los centros. Clece, filial de ACS, una de las compañías con mayor presencia en la comunidad autónoma con 30 escuelas infantiles, ha puesto en marcha nuevos protocolos en todas sus escuelas infantiles para hacerlas aún más seguras.
“Intentamos que ellos lo lleven como un juego”
Los simulacros de emergencias son una de las medidas más importantes para cuidar de los más pequeños en sus aulas. Los simulacros sirven, para todo el personal, como “una formación continua e imprescindible. Imagínate lo que puede ser evacuar a niños de entre tres meses y tres años en escuelas con 300 plazas. El que la plantilla no estuviera perfectamente formada y tuviera dudas de qué hacer, supondría un riesgo muy alto”, afirma Daniela Macías, delegada social de Clece.
“En el momento en el que se da la voz de alarma y se ordena una evacuación, cada trabajadora sabe lo que tiene que hacer. Unas sacan a sus niños directamente al punto de encuentro, otras se encargan de puertas y ventanas, cada una tiene su función asignada”, detalla Raquel Gálvez, una educadora infantil de Clece.
Pero, ¿cómo se evacúan clases con niños tan pequeños? En la escuela Gloria Fuertes, situada en Mijas (Málaga), nos explica su directora, Alicia Castillo, “para los más pequeños que no andan, tenemos unas cunas específicas que caben por las puertas de las clases. En las clases de bebés van los ocho niños sentados en la cuna hasta el punto de encuentro, que es muy cercano”. Los mayores “van andando solitos, porque nosotros para ir a cualquier lado hacemos filas y ellos están muy acostumbrados. Lo más importante es salir con calma, revisar que están todos y que no queda nadie en clase”. En la experiencia de las educadoras, cuando se trata de niños tan pequeños, lo mejor es “enseñarlo como algo normal, sobre todo para transmitir calma y que ellos no se alteren. Intentamos que lo lleven como un juego”, finaliza Castillo.
Sistemas antiatragantamiento
Los más pequeños se llevan frecuentemente cosas a la boca, desde juguetes a objetos del suelo, por lo que los atragantamientos son una preocupación constante. Para evitar cualquier episodio de este tipo en una escuela infantil son necesarias medidas de prevención, aunque, si ocurre, lo mejor es estar preparado, ya que no se pueden realizar las mismas maniobras que en adultos.
Por esta razón, en todas las escuelas infantiles que Clece tiene en Andalucía ya se ha implantado un novedoso sistema antiatragantamiento: el dispositivo Dechoker. Se trata de un pequeño tubo de plástico que, en caso de atragantamiento, se coloca en la garganta para succionar aquello que obstruya el conducto.
En la escuela Gloria Fuertes llevan dos años contando con el Dechoker en sus aulas. Alicia Castillo cuenta que “aunque obviamente tratamos de que no se metan nada en la boca y usamos medidas de precaución como que no haya juguetes demasiado pequeños, es algo que puede ocurrir y estos dispositivos son muy útiles y fáciles de utilizar, que es lo más importante.”.
El dispositivo que utilizan en estas escuelas infantiles está adaptado a la edad del niño -no es el mismo tamaño que se utilizaría para un adulto- y se colocan en zonas en las que es más probable que haya una urgencia de este tipo, como el comedor. “En el momento en el que trajeron el aparato nos explicaron cómo se utiliza y cómo hay que colocar al niño. También se lo hemos mostrado a ellos y, aunque son muy pequeños, se lo hemos explicado mediante el juego”, cuenta Raquel Gálvez desde el Centro de Educación Infantil Ángel de la Guarda, en Alhaurín de la Torre (Málaga). En esta escuela recibieron el primer Dechoker este curso y para la educadora “es algo muy interesante para la seguridad. Esperemos que no lo tengamos que utilizar nunca, pero es algo muy necesario y fácil de utilizar”.
Las alergias, cada vez más frecuentes y complejas
Otro asunto a la orden del día en cualquier centro educativo son las alergias y las intolerancias alimenticias, cada vez más frecuentes y diversas, por lo que es primordial en las escuelas mantener un estricto control de todos los alimentos que se toman. Para garantizar que un centro tiene la capacidad y cumple los requisitos necesarios para ofrecer menús adaptados a niños alérgicos se creó el Sello Allergy Protection, una certificación oficial de ATX (Asociación Multi-Alergia, Dermatitis Atópica y Asma).
La primera escuela Clece en obtener el Sello Allergy ha sido el Centro de Educación Infantil Gloria Fuertes. “Pasamos un auditoría externa muy exhaustiva. Revisan la elaboración, el emplatado, cómo se les da de comer, la recepción de la mercancía, la posición de la comida en los estantes para que no haya contaminación cruzada…”, cuenta la directora del centro, Alicia Castillo. Bajo este protocolo, todo el personal del centro pasa por una formación específica que debe repetirse anualmente y “también hubo una charla para los padres, tanto para sensibilizar a los que no tienen niños alérgicos como para transmitir seguridad y confianza a las familias de los niños que las tienen”.
Esta escuela, con más de 260 plazas, tiene 11 niños alérgicos. “Otros años hemos tenido más niños, lo que pasa es que ahora tenemos alergias más variadas, algunas un poco más complicadas que otras. También tenemos una parte de niños en estudio, a los que les están haciendo analíticas y todavía no tienen descartadas ciertas alergias. Es un saco abierto”, concluye Alicia Castillo.
El Sello Allergy se irá extendiendo al resto de escuelas de Clece a lo largo del año, aunque incluso en escuelas sin esta certificación, “siempre tenemos un protocolo a seguir en caso de que algún niño sea alérgico a cualquier sustancia o alimento. Una nutricionista es la encargada de confeccionar los menús que se preparan en las cocinas todas las mañanas y en el comedor tenemos una zona para las intolerancias y otra para las alergias, donde se ponen carteles con las fotos de los niños que las sufren. Esto nos ayuda mucho en la gestión del comedor”.