El deporte es un juego: jugar a lanzarse una pelota, a correr lo más rápido posible, a hacer piruetas y equilibrios descabellados. Puede llevarse a cabo en grupo o en solitario, pero siempre encierra un sentido y una enseñanza de valores tales como la amistad, el compañerismo, el esfuerzo, el respeto, el trabajo en equipo y un largo etcétera.
El juego engloba una serie de cualidades que ayudan al desarrollo físico y social de cualquier persona: es una actividad libre e independiente, fácil de practicarse y que facilita la convivencia al fortalecer la cooperación entre varios.
Pero el juego es también orden e implica respetar unas reglas predeterminadas. El deporte es, en definitiva, un proceso educativo que genera una serie de beneficios a todo aquel que lo practica.
Por todo ello, la práctica deportiva se revela como un imprescindible para el desarrollo de los niños, no solo a nivel social, sino también físico. El deporte ha de ser un pilar fundamental de la infancia.
Deporte para combatir la vida sedentaria
La sociedad actual y sus continuos avances tecnológicos han provocado una completa modificación en el paradigma de la educación y desarrollo de los niños. Los juegos en la calle han sido prácticamente reemplazados por las consolas y los teléfonos móviles, así como las relaciones entre los menores, que ya son más comunes a través de estos dispositivos que cara a cara.
La consecuencia de esto es la evolución hacia una sociedad sedentaria donde prima la comodidad frente al movimiento, con el riesgo de sufrir enfermedades como la obesidad. Por eso es tan importante sensibilizar a los niños —y a los padres de estos— de la trascendencia de practicar una actividad física con regularidad.
El deporte, cualquiera que se elija practicar, favorece el desarrollo de las capacidades psicomotrices y cognitivas de los menores, disminuye las probabilidades de desarrollar una patología cardíaca o confiere una mayor salud mental. El niño que juega al baloncesto, hace natación, practica atletismo o danza clásica se sentirá con más vitalidad y mayor autoestima que su compañero de clase que no se separa de la tablet.
Además de ser una actividad preventiva que también favorece la relajación, el deporte evidencia en los menores una mayor consciencia del esfuerzo necesario para alcanzar los objetivos. Son juegos para olvidarse por un rato de otras obligaciones como las académicas, pero que enseñan a tener responsabilidades y a cooperar.
Consejosdeportivos
Fútbol
El fútbol es el deporte por excelencia entre los niños, el más practicado y el que más pasiones y sueños genera. Todo renacuajo que le pega patadas a un balón se ilusiona con convertirse en el nuevo Messi o Cristiano.
Pero contra las individualidades que abocan a la derrota, el fútbol enseña que para alcanzar un objetivo es muy importante la labor del equipo, el compañerismo y la amistad; el respeto a las reglas —y a los rivales— y a la justicia. Es un deporte que ayuda a pensar, a inclinarse por el movimiento más adecuado en cada momento.
El fútbol es también una aventura constante plagada de experiencias y viajes con los compañeros para jugar partidos en otros pueblos o ciudades, lo que motiva aún más a los chavales y les permite conocer mundo.
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Baloncesto
Meter un balón enorme y pesado en una canasta es un reto de gran dificultad para un pequeño que apenas se levanta un palmo del suelo. No obstante, con la ayuda de los compañeros se descubre que una misión complicada para realizar en solitario es más factible de llegar a buen puerto si se trabaja codo con codo.
De la misma forma que el fútbol, al tratarse de un deporte de equipo, eso es lo que enseña el baloncesto, una actividad que es sinónimo de compromiso con el grupo y auto exigencia con uno mismo; es un juego que orienta a sobreponerse a un reto individual para el beneficio final del conjunto.
Los niños desarrollan gracias al baloncesto capacidades locomotrices como la agilidad, la coordinación y la mejora de reflejos, lo que se traduce en una mejora de la capacidad física y del bienestar personal.
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Natación
La natación es uno de los primeros deportes a los que se enfrentan los niños debido a su carácter de medida de seguridad. Saber nadar significa meterse en el agua con mucha más confianza y tranquilidad, tanto para el menor como para sus progenitores.
Es una de las actividades más completas a nivel físico que se pueden practicar. Brazos, tronco, piernas… todas las partes del cuerpo tienen una función en cada brazada, lo que implica hablar de la natación como el deporte idóneo para corregir posturas, especialmente relacionadas con la espalda.
Yendo a la piscina un par de veces por semana, un niño mejoraría su resistencia y aprendería a ser independiente, además de que sus aparatos respiratorio y circulatorio presentarían una mejora en su desarrollo. Y después, para casa con unas ganas voraces de vaciar la nevera, porque la natación abre el apetito.
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Gimnasia artística / rítmica
La gimnasia artística / rítmica es una modalidad deportiva que mezcla ejercicios de ballet y danza. Además, tiene la complicación añadida de manejar elementos como las mazas, la pelota, las cintas, las cuerdas o el aro.
Este es uno de los deportes que más atrae a las niñas y que les permite desarrollar en profundidad una serie de capacidades físicas como la flexibilidad, la coordinación, el equilibrio corporal y la concentración. Todo ello contribuye a una mejora de la condición física genérica para quien practique esta coreografía de movimientos.
Pero la gimnasia artística también es un deporte colectivo —existen pruebas compuestas por grupos de cinco chicas— donde la perfecta sincronización con el resto de compañeras es obligatoria. Una buena química en el quinteto se traduce en un mejor resultado sobre el suelo.
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Ballet
El ballet es un arte escénico basado en posiciones, pasos y formas de cargar el cuerpo. Gracias a los precisos movimientos que engloban el uso de las puntas de los pies y grandes extensiones de brazos y piernas, los niños no solo estirarán su cuerpo, sino que también aprenderán a explotar la imaginación.
Como actividad física, el ballet requiere mucha concentración, flexibilidad y coordinación de movimientos. Además de ser un proceso relajante, tanto durante como después, permite mejorar el equilibrio y genera disciplina al ser un deporte que requiere mucha constancia.
Al también demandar ritmo musical, el ballet ayuda al desarrollo del oído y de la memoria: los niños serán capaces de identificar el movimiento que se corresponde con cada acorde musical y ejecutarlo con precisión.
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