‘La obstinada construcción de San Francisco’, la ciudad imposible
San Francisco es una “ciudad imposible e inhóspita”, en la que “hace frío y siempre hay viento y nieblas, y además está llena de colinas con unas pendientes fortísimas”. Por si fuera poco, es un lugar que, con una macabra recurrencia, se ve asolado por desastres como terremotos o gravísimos incendios. Y pese a estas circunstancias -o quizá gracias a ellas-, podemos hablar en la actualidad de una urbe única, especial, un lugar que merece uno y mil vistazos y que resulta irresistible para quien la visita o para quien sueña con hacerlo.
ACS nos la acerca un poco con la publicación de ‘La obstinada construcción de San Francisco’. Es el sexto tomo de la serie de ensayos con la que la empresa repasa, analiza y reflexiona sobre las ciudades y sus hitos arquitectónicos. La colección incluye miradas a metrópolis del mundo en las que la empresa desarrolla su actividad, como Madrid, Berlín, Nueva York, Sydney y Londres.
El alma de estas publicaciones es Miguel Aguiló (Madrid, 1945), catedrático de Ingeniería Civil y director de Política Estratégica del grupo ACS. Su experiencia sobre el terreno y su curiosidad han perfilado los guiones de estos libros en los que, además, vemos muchas de las fotografías que él mismo ha tomado durante sus visitas a estas zonas.
Pero estos libros no pretenden ser una guía turística. Se centran en aspectos más técnicos e históricos, que ayudan a explicar las ciudades a un nivel que no siempre resulta evidente al visitante ocasional. Habrá altos en algunos de los hitos más conocidos, sí, pero sobre todo para hablar de su concepción y de su razón de ser.
Esta ciudad es un ejemplo de cómo estos lugares tan fotografiados surgen no tanto por un afán de notoriedad, sino como resultado de una de una necesidad concreta, la orografía tan complicada que tiene, o esa suerte de fatalidad asociada, que la ha convertido en un reto constante para arquitectos e ingenieros.
San Francisco se ha construido en contra de todas esas calamidades y catástrofes que han hecho que la ciudad, cada vez que ha entrado en crisis, haya hecho un esfuerzo más importante por rehacerse y por seguir en su propósito de ciudad. Y eso la hace bastante única en el mundo.
¿Y cómo es construir allí, teniendo en cuenta estos elementos tan adversos?
Todas las construcciones están reforzadas contra los terremotos, se requiere construir muy bien. Por ejemplo, esos grandísimos puentes como el Golden Gate y el Bay Bridge, que le han proporcionado la silueta y la definición a la ciudad frente al mundo, requieren de una tecnología y una ingeniería enorme. Implantar una ciudad en una topografía y un clima así requiere habilidades urbanísticas y de construcción enormes.
¿Cree que ese ímpetu por dejar atrás los episodios que amenazaron el futuro de la ciudad fueron, en realidad, oportunidades para San Francisco?
Ellos han aprovechado esas circunstancias nefastas y trágicas para seguir con más fuerza, y lo han sabido hacer muy bien, es como ese refrán que dice ‘No hay mal que por bien no venga’: después de cada catástrofe han sabido reaccionar muy bien, han enderezado equivocaciones y corregido errores, y se han aproximado a su modelo de ciudad.
Un modelo de ciudad en el que, como se subraya durante el libro, tiene una influencia decisiva su compleja topografía. Y aún así, el hombre se ha impuesto. Para un perfil técnico como el de Miguel Aguiló, esta conquista del espacio resulta sorprendente. ¿Cómo ha sido posible?
San Francisco es una ciudad que no te explicas cómo está ahí. Han conseguido sujetar esa realidad y hacerla habitable, lo que requiere un esfuerzo y una persistencia que ha llevado a esa idea que usamos para el título del libro, ‘La obstinada construcción’.
Íntimamente relacionada con este espíritu surge el concepto de “rejilla urbana”, una cuadrícula que hace reconocible el mapa de la ciudad y al que el libro le dedica el segundo de sus capítulos. El cómo ese trazado rectilíneo se ha acabado imponiendo en el terreno es algo casi único en el mundo:
Entre los rasgos que destacaría de San Francisco, el primero está en la cabeza de todos: las calles, con esas míticas cuestas, subidas y bajadas que hemos visto reflejadas en miles de películas… esa rejilla tan fuerte y potente impuesta sobre una superficie tan irregular es algo que no se ha hecho en ninguna ciudad. Las ciudades se adaptan más a su topografía y aquí no, aquí se impuso ese modelo.
El trazado urbano grabado a fuego es el primer rasgo de los cuatro que, a juicio de Aguiló, definen este lugar tan especial. El segundo, imprescindible para entender San Francisco, es la bahía: “Es importantísima, lo que le ha dado presencia en el mundo, porque era el mejor puerto del Océano Pacífico”. A lo largo de su historia ha sido una especie de salida de la civilización al mar, y su importancia estratégica es tal que centralizó la conquista del Oeste y la posterior fiebre del oro, episodios que impulsaron el desarrollo de la urbe.
Pero en el centro de todo está la bahía como “vocación de la ciudad; de hecho, a San Francisco le gusta definirse como ‘city at the bay’ (ciudad en la bahía), porque no consideran únicamente el núcleo sino todo lo que está alrededor, incluyendo Sausalito por un lado, Oakland por otro, y Silicon Valley por abajo… todos estos lugares forman parte dela ciudad y se vinculan por la bahía”.
Al margen de la geografía, en San Francisco también confluye otra cualidad que ha modelado su aspecto y que Aguiló también incluye en su lista de claves: “El clima y la responsabilidad de las protestas en la formación de la ciudad”. Así lo explica el director de Política Estratégica de ACS:
No podemos olvidar que de San Francisco hemos heredado en todo el mundo unos movimientos culturales importantísimos que se han exportado al resto del mundo, como sucede actualmente con la revolución digital.
Ese escenario, según cuenta, ha motivado que históricamente los habitantes de San Francisco hayan enarbolado también en cuanto al urbanismo “una lucha por sujetar las tendencias constructivas de los rascacielos y de autopistas con un transporte público más eficiente y edificios más bajos, más humanos y que hagan más ciudad, y eso ha dado una ciudad curiosísima”
Lo que le ha pasado siempre a San Francisco es que quería ser la capital del Oeste americano, la capital del Pacífico, frente a Nueva York, que era la capital del Atlántico, pero sin ser ni como esta ni como Los Ángeles, que estaba cerca y le iba ganando la mano. Hay casi una obsesión porque San Francisco siga siendo San Francisco, lo que parece una tautología pero tiene mucha miga detrás.
Otro aspecto que ha ayudado a configurar la actualidad de la ciudad de la bahía es “la relación de la ciudad con la revolución digital que se da en Silicon Valley”, que ha conformado “un juego de relación trabajo-alojamiento que ha generado unos problemas de movilidad que hace que los ingenieros tengamos allí un enorme papel”, cuenta Aguiló.
Preparar una obra de estas características exige “un esfuerzo enorme”, viajes, estudio, “pasear, ver, mirar, preguntar, leer, fotografiar...”. Son tareas que sin duda ayudan a tener un conocimiento más profundo y, por qué no, cambiar la percepción previa del lugar. ¿Fue su caso?
Sí, la percepción siempre es distinta porque uno nota cosas pero hasta que te das cuenta de dónde están las razones y los porqués tienes que estudiar, reflexionar y discutir. Es muy importante también compartir tus puntos de vista con otra gente que te hagan perfilar e ir mejorando los argumentos. Y así va saliendo.