GNL, el presente y el futuro de la navegación marítima más sostenible
El gas natural licuado (GNL) se erige en la alternativa más limpia, sostenible y competitiva a los combustibles tradicionales en el transporte marítimo.
El transporte marítimo, tanto de mercancías como de pasajeros, pone rumbo hacia un futuro más sostenible y respetuoso con el medio ambiente. El paisaje de los puertos está por cambiar hacia un ecosistema más limpio. No es solo una pretensión de las compañías navieras sino un viraje al que acompaña el horizonte de la nueva normativa sobre emisiones que entrará en vigor en 2020. Este texto legal marca unos nuevos límites de elementos contaminantes más rotundos y que obligan a un cambio de filosofía inédito en el sector.
Ni las palabras ni los datos resultan más explicativos que un simple vistazo a los barcos atracados en cualquier puerto. Es común ver cómo desde sus chimeneas se elevan columnas de humo negro cuya composición delata elementos como el azufre, el dióxido de carbono (CO2) o el óxido de nitrógeno, elementos nocivos para la atmósfera, los mares y, en algunos casos, también para la salud humana.
Ocurre con los barcos de pasajeros pero también con los grandes mercantes que navegan por todos los océanos y cuyas operaciones suponen el 90% del transporte de mercancías a nivel global, según cifras de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Transporte (UNCTAD). Esta actividad estratégica consume hasta el 10% del crudo mundial, una estadística que no sorprende mucho teniendo en cuenta que hay más de 55.000 buques mercantes surcando los mares. Y se estima que solo los 15 más grandes contaminan a lo largo de un año tanto como todo el parque automovilístico del planeta, es decir, como unos 800 millones de vehículos. Pero no hay que acudir a estos colosos: un ferri de pasajeros de tamaño medio consume tanto combustible al año como 25.500 coches, con lo que eso supone.
Hay más de 55.000 mercantes. Transportan el 90% de mercancías del planeta y consumen el 10% del crudo mundial
Una transformación necesaria
Paliar este problema pasa, en gran parte, por el uso de combustibles y formas de propulsión alternativas a las tradicionales. Actualmente la mayoría de estos buques utilizan fuel-oil que, como hemos visto, es el gran responsable de esta polución. Sin embargo, la exigencia de las normativas y la conciencia medioambiental ha motivado la investigación de nuevas maneras de movilidad más sostenibles que el petróleo y sus derivados. Entre ellas, la más prometedora es el gas natural licuado o GNL, cuyas características la señalan como la opción más consolidada gracias a su rentabilidad y su autonomía.
Aunque el GNL va adquiriendo mayor presencia en mercantes, lo que da muestra de su óptima competitividad, su uso en el transporte marítimo de viajeros en nuestro país era inédita hasta que la compañía Baleària se alió en 2014 con Naturgy para el desarrollo de este tipo de propulsión en sus barcos. Fruto de ese acuerdo pionero, la compañía instaló en uno de sus ferris, el Abel Matutes, un motor auxiliar preparado para este combustible y cuyo papel a día de hoy es el de generar energía mientras está en puerto. No obstante, está previsto que sus motores principales se adapten en el futuro para funcionar con este combustible durante todas las fases de la ruta. Y no será el único, porque la compañía ultima la construcción de otros dos buques que tendrán motores todos duales a GNL y fuel
La transformación a este sistema que los expertos apuntan como "el futuro" es una apuesta que implica la remotorización, la instalación de los depósitos para el GNL y una serie de infraestructuras y canalizaciones exclusivas. A efectos de maniobrabilidad, según explica Rafael Roldán, capitán del Abel Matutes, "no hay mucha diferencia", pero las ventajas 'de puertas para dentro' son ostensibles en costes y funcionamiento. "A diferencia del fuel", destaca, "que hay que mantener caliente para que fluya, el gas tiene que mantenerse frío y su funcionamiento es mucho más limpio", algo que también se nota durante su tiempo en los puertos, ya que ayuda a que el aire sea más puro.
El cambio de legislación y lo novedoso de este sistema de propulsión fue una novedad para todos, hasta el punto de que toda la tripulación tuvo que hacer unos cursos de formación para aprender a manejarse con esta nueva configuración: "Llevamos desde 2015 con cursos sobre el tema. Fuimos el primer buque [en contar con un motor a GNL] y a raíz de eso surgieron las titulaciones... casi se crearon para nosotros", apunta.
"A efectos prácticos y de maniobra, las diferencias entre un motor y otro no afectan en absoluto"
Los 15 mercantes más grandes que funcionan con fuel-oil contaminan anualmente tanto como 800 millones de vehículos
Bunkering: soluciones para repostar
La otra peculiaridad está en el repostaje, el denominado bunkering. Es un momento clave, en el que se vuelve a poner de relieve la gran ventaja del GNL respecto a los combustibles tradicionales: la mejora en la calidad del aire del entorno. El combustible del Abel Matutes, por ejemplo, se suministra desde un camión cisterna estacionado en el muelle. Es una solución temporal que sirve para el depósito de 30 m3 del buque pero que anticipa soluciones más eficientes, como las gabarras que funcionan actualmente con otros combustibles pero que "aún deben adaptarse a este sistema", según el capitán.
Además de esta modalidad llamada ‘truck to ship’, existen otras opciones con sus propias ventajas e inconvenientes. Las gabarras a las que alude el capitán Roldán son las protagonistas del método ‘ship to ship’, mediante el cual el suministro se lleva a cabo a través de barcazas incluso en mar en abierto.
También es posible surtir de combustible desde un depósito fijo instalado en el puerto, el ‘terminal to ship’, que ofrece mayor caudal de suministro. No obstante, este tipo de instalaciones están muy supeditadas a la geografía y el entorno del puerto. Otra solución es la del intercambio de contenedores criogénicos de GNL, pequeños depósitos que permiten su sustitución inmediata cuando se vacían.
Pero volvamos al puerto. A simple vista hay dos detalles que distinguen al Abel Matutes del resto de naves atracadas. El primero es el depósito de GNL que está construido en su cubierta, junto al motor al que alimenta y cercado por barreras de seguridad; el segundo, el más esperanzador para el medio ambiente, es que en su chimenea no se percibe ni rastro del humo negro que escapa de sus vecinos. Operativamente, "un motor alimentado con diésel o con gas son prácticamente iguales", dice el capitán Roldán. Pero las diferencias no son solo cromáticas, sino de calidad del aire en el ecosistema del puerto; el aire es más limpio gracias a que el gas natural licuado “es un combustible mucho más ecológico que los tradicionales porque reduce hasta un 25% las emisiones de CO2, del 90% de óxido de nitrógeno, del 95% respecto del azufre y de un 99% de las partículas, así como de un 50% en la acústica”, como apunta Luis Lendínez, gestor de grandes clientes de Naturgy.
Lendínez añade a estas cifras un argumento de pura lógica y que puede servir para justificar, de alguna manera, la aplicación de la nueva legislación: "No tiene sentido que en ciudades costeras se impida la entrada de coches diésel mientras se permite que ferries y cruceros que contaminan mucho más estén todos los días amarrados en sus puertos". De ahí que resulte lógico que "todas las grandes compañías estén apostando por el GNL, ya que saben que es el presente".
"No tiene sentido que en ciudades costeras se impida la entrada de coches diésel mientras se permite que ferris y cruceros que contaminan mucho más estén todos los días amarrados en sus puertos"
Modalidades de bunkering
El GNL como combustible reduce un 90% las emisiones de NO, un 25% las de CO2 y un 95% las de azufre
El mismo gas que llega a nuestra casa
Esta revolución limpia, sin embargo, es algo que pasa desapercibido y los pasajeros apenas perciben. "Solo preguntan si los medios han publicado recientemente algo al respecto o si ven en el costado del barco el logotipo sobre el GNL", reconoce el capitán del Abel Mautes. Lo cierto es que los usuarios se sorprenden al saberse en un buque que tiene un motor a gas: algunos, de hecho, no conocen que el gas natural, el mismo gas con el que cocinan o se calientan en casa, pueda servir para mover un barco como en el que van, capaz de transportar a más de 900 personas y aproximadamente 250 camiones.
Y es que, en general, existe bastante desconocimiento acerca de las implicaciones en materia de rendimiento, seguridad o ecología de este tipo de propulsión, aunque existe un consenso generalizado acerca de lo perjudicial que resulta la navegación tradicional para la atmósfera y para el entorno marino, especialmente cuando tras un accidente vemos las manchas de chapapote, por ejemplo.
El gas natural licuado elimina este riesgo. El porqué tiene que ver con las características físicas de este combustible. El proceso de licuado, o lo que es lo mismo, el paso del estado gaseoso al líquido, se logra mediante un tratamiento en origen que implica enfriar el material hasta los -160ºC. Según el gestor de grandes clientes de Naturgy, esto hace que "su volumen se reduzca 600 veces, lo que permite que transportarlo sea mucho más eficiente, rentable... y seguro", añade, ya que en caso de vertido "el gas se evaporaría por su propia naturaleza" casi inmediatamente.
Pasará aún un tiempo hasta que el GNL cobre la notoriedad en la conciencia colectiva de los usuarios. Pero hasta que llegue ese momento, esta alternativa a los contaminantes combustibles tradicionales ya está haciendo su trabajo: moviendo gente, mercancías y, de paso, cuidando el aire que respiramos y el agua de nuestros océanos. El presente es el futuro.
Muchos usuarios desconocen esta alternativa más limpia y se sorprenden con que el mismo gas que les sirve en casa para cocinar pueda mover barcos tan grandes