#YoMeQuedo: un viaje por la España que se rebela contra la despoblación
Las tasas de urbanización en el mundo son cada vez más elevadas. Se estima que en 2007, por primera vez en la historia del ser humano, empezó a haber más personas viviendo en ciudades que en zonas rurales. No obstante, la tendencia se ha mantenido al alza y el dato, que podría resultar anecdótico una década atrás, será la norma general para casi dos tercios de la población mundial en 2050.
Esta tendencia, que se da mayoritariamente en zonas de Asia y África , también afecta a Europa y, en concreto, a España, donde la población urbana ya alcanzaba cotas próximas al 70% en 2018 , según datos del INE. La cifra es aún más significativa dado que, apenas 50 años antes, era del 56%. Sin embargo, más que el dato en sí mismo hay dos hechos íntimamente relacionados con este incremento y que amenazan a las zonas rurales.
Por un lado, el que la mayor parte de oportunidades laborales y de negocio también se acaban concentrando en áreas urbanas casi en la misma proporción que las personas; por otro lado, las desigualdades regionales que señalan que, provincias como Teruel, Zamora o Guadalajara, por poner algunos ejemplos, están despoblándose en mayor proporción que otras, con lo que eso supone para la vitalidad de esas zonas, la oferta de servicios, empleo, etc.
'La España vaciada'
Este problema es el que se ha dado en llamar 'La España vaciada' . Es un concepto que define y crítica, más que ese proceso de despoblación o de escasa densidad, el cierto olvido que sufren estas zonas rurales que acaban sucumbiendo ante el empuje de lo urbano. Es algo que pone de manifiesto cómo un país avanza a dos velocidades y esa parte rural se queda atrás de una manera que compromete su supervivencia.
Y es que, a todo lo mencionado, también se le añade la brecha generacional y tecnológica que se abre en estas regiones. La edad media de las personas que 'resisten' en pueblos supera los 60 años: es un sector de la población especialmente vulnerable y más si aumenta la precariedad en los servicios básicos a su alcance y las infraestructuras tampoco ayudan a acercar estos municipios a otros con mayores posibilidades.
"Yo me quedo"
Sin embargo, en contra de este movimiento que el paso del tiempo ha señalado como imparable, hay personas que han decidido rebelarse y apostar por una vida -personal y profesional- en entornos rurales. Es gente que ha dicho "Yo me quedo" con todas las consecuencias. Y lo ha hecho por opción personal, porque quieren, y porque lo hacen convencidos de que, precisamente por establecer su actividad en zonas rurales, su trabajo adquiere un valor añadido. Pero ahora bien, ¿a quién vender sus productos?
En este mapa que dibuja la España vaciada, la tecnología es básica para que la actividad de estos emprendedores tenga éxito. La posibilidad de estar conectado permanentemente y de elaborar gestiones económicas y trámites administrativos a través de la red marca una diferencia fundamental. Por supuesto, también para los negocios que pretenden darse a conocer.
Una 'plaza del pueblo' virtual
En este contexto, Correos ha decidido asumir un papel protagonista y poner a disposición de los pequeños productores Correos Market, una plataforma en la que, a modo de mercado online, pueden vender sus productos y tener visibilidad. Correos Market se lanzó en mayo de este año y desde entonces, más de 150 empresas se han sumado a un mercado que, entre otras ventajas, aprovecha la penetración y la historia en el territorio nacional de la empresa de paquetería para poner su infraestructura a disposición de los pequeños productores..
La puesta de largo del sistema llega de la mano de siete de estos emprendedores que, a modo de ‘road trip’, protagonizan la campaña con la que Correos presentó esta innovación. Son siete historias de éxito y de constancia para crear sus productos y ofrecer con ellos parte de la esencia de esa España vaciada que, a la luz de sus creaciones, es obvio que tiene mucho que ofrecer.
Son siete, que abarcan desde el aceite de las aceitunas de Belchite, en Zaragoza, hasta las fantasías de madera que moldean las manos de un ebanista de Calamocha, en Teruel. Pero también es la harina de Sigüenza o los vinos de autor que salen de Samper de Calanda. O los productos ecológicos que produce una granja en Cercedilla, tan cerca de Madrid en kilómetros como lejos de ese concepto de urbanización que representa la capital. Son ejemplos que, no obstante, representan a otros tantos que, repartidos por España, configuran un mercado que, como una plaza del pueblo, en sentido literal, acercan los mejores productos al resto del país.
Es un sistema que pone de manifiesto la vocación de servicio público de Correos y que trae beneficios no solo para los negocios y artesanos adheridos sino a toda la zona en la que desarrollan su actividad. El motivo es que muchos de estos productores utilizan materias primas de proximidad, lo que beneficia no solo al entorno sino al producto en sí, que generalmente tiene mayor calidad.
Un escaparate con sello de calidad
De hecho, una de las características de Correos Market es que las más de 1.000 referencias que tiene en su escaparate poseen un sello de calidad que garantiza que la fabricación de los mismos ha seguido unos parámetros que le aportan exclusividad. Los criterios para obtener el sello afectan a todo el proceso de producción, desde que la empresa cumpla con todas las normativas legales y sanitarias, hasta que favorezca la sostenibilidad, el uso responsable de los recursos e incluso -en artículos relacionados con la artesanía- que potencien la riqueza artística.
De momento, Correos Market permite adquirir, sin gastos de envío, productos de seis categorías diferentes: alimentación, bebidas, artesanía, moda, hogar y salud y belleza) en España, aunque está previsto su comercialización internacional próximamente. Es una manera de llenar lo que se pensaba vacío, una manera de rebelarse contra la despoblación que amenaza a zonas con mucho que ofrecer.