Manu Requejo es el director de la obra de teatro 'Cuerdas', acerca de tres hermanos que buscan respuestas en su pasado y cuya próxima función tendrá lugar el 11 de junio a las 20:30 horas en el Teatro Zorrilla. En ella, además de dirigirla, el vallisoletano interpreta al menor de los hermanos, Prince, aunque el actor confiesa que en nada se parece a su personaje, lo cual no deja de ser un reto dentro de la profesión.
La obra corre a cargo de Tiramisú Teatro, compañía de la que forma parte Manu Requejo y que cuenta con más de una treintena de años a sus espaldas en los que ha pisado los escenarios de los teatros más importantes de Castilla y León, aunque el actor comenzó su andadura en la agrupación hace 15 años. Antes de eso, Requejo había sido miembro de otros conjuntos teatrales en Valladolid y actualmente también dirige un grupo de teatro infantil.
Manu Requejo adelanta a EL ESPAÑOL-Noticias de Castilla y León algunos de los entresijos de la obra y de su recorrido como actor y director.
¿En que consiste la tragicomedia 'Cuerdas'?
Es una obra de tres personajes donde el título hace referencia al tema de la paternidad, que es el nudo conductor de toda la obra. Tres hermanos se reencuentran después de mucho tiempo porque su padre funambulista manda una carta al mayor para que vayan juntos a verle al último espectáculo. Trata del proceso o viaje desde esa carta hasta que ven a su padre, en todo ese tiempo hacen un viaje por su infancia, por las rencillas que tienen del pasado y necesitan ordenar para que ellos estén bien. Hay 18 escenarios que van pasando de uno a otro durante todo este viaje.
¿Cómo es la relación de estos tres hermanos?
Primero hay una cierta indiferencia hasta que se ven, porque mantenían algo de relación telefónica o quedadas circunstanciales y ahora, de repente, tienen que estar los tres juntos en el aeropuerto, en el avión o en la cafetería, durante cinco días, y tienen que comunicarse, aunque también hay momentos muy divertidos.
¿Cómo definiría la personalidad de cada uno? ¿Por qué chocan tanto?
Chocan porque son muy diferentes. El pequeño, Prince, por suerte o por desgracia, no tuvo una relación estrecha con su padre y tuvo que buscarse la vida solo. El mediano, Paul, fue el punto medio entre los dos hermanos, es un bonachón con fondo tranquilo, que intenta lidiar con todos pero no ha tenido oficio ni beneficio, no tiene trabajo estable y no ha terminado de concretar su vida. El mayor, Peter, es un empresario de categoría, con su negocio, que ha sido padre de sus dos hermanos, en su vida personal siempre ha tenido el control y es muy posesivo. Por eso los caracteres chocan.
Su personaje es el pequeño de los tres hermanos, ¿puede decirme cuánto tiene de Manu Requejo?
Nada que ver. Yo soy hijo único, tengo tres hijos varones y soy una persona muy aventurera que viaja por el mundo, que tiene muchos recursos, soy más tranquilo y él va un poco a lo loco. Es un reto y eso es lo que yo busco. Al final, el teatro es eso.
¿Qué papel juega el padre de esta historia en la relación que mantienen los tres hermanos?
Él es el detonante de toda la historia, vive por y para el circo, para el espectáculo y en realidad, su familia está en un segundo plano. Esto repercute sustancialmente en el carácter de sus hijos. Su madre es muy activa en la defensa de los animales y tampoco se ha dedicado demasiado a ellos. El hecho de que el padre no esté pendiente hace que sus hijos se debatan si ser padres o no porque no saben si lo que han tenido en casa ha sido suficiente. Sin el carácter del padre, no serían como son. Se sorprenden mucho cuando reciben la carta.
¿Qué mensaje se puede extraer de este vínculo entre hermanos?
A mí me gusta lanzar que un hermano siempre está ahí, por mucho que pase el tiempo, pero para que esté hay que fomentar que esté, no vale con ser hermano. Hay que comunicarse, es fundamental. Se nota en la obra cuándo hay contacto y cuándo no, se nota la lejanía, es una obra muy íntima con una escenografía muy pequeñita.
Como ocurrió con 'Terror', no es la primera vez que se pone al frente de una obra y actúa en la misma, ¿cómo es la experiencia? ¿se hace difícil compatibilizar ambos trabajos?
Es complicado. La ventaja de dirigir y no actuar es la perspectiva global de todo el proceso y actuando tienes que estar dentro. Tu cerebro tiene que procesar. Es verdad que yo me he lanzado a esta dirección y con mis compañeros tengo una relación de amistad de hace años, eso se palpa en la obra y ellos ven mi actuación y me aconsejan cómo mejorarla, pero se hace difícil dirigir y actuar.
No es la primera vez que actúa en el Teatro Zorrilla, aunque sí la primera vez con esta obra, ¿qué representa para usted actuar en el gran escenario de Valladolid?
En realidad, es como nuestra casa. En primer lugar, es un teatro fantástico, con una sonoridad increíble y bonito por dentro. Me gusta que el espacio sea reducido, es un teatro que te hace sentir en comunión con el público con un tamaño perfecto. Como director, me gusta innovar y el Zorrilla lo permite.
En los últimos tres años, el grupo Tiramisú Teatro ha tenido tres obras, 'Terror', de ambiente tal vez un poco intenso; la comedia 'Salvajes' y ahora toca el turno de una tragicomedia con 'Cuerdas'. Personalmente, ¿con cuál de los géneros se queda?
Tragedia y drama me gustan muchísimo porque permiten a los actores desarrollarse. Y en cuanto a la comedia, es difícil hacerla sin caer en vulgaridades. Quizá me quedo con el drama o la tragedia pero me gusta probar todos los palos. También dirijo un teatro infantil desde el 2014, Tresbolillo Teatro & Mapping, con 20 personas.
Tiramisú Teatro es un grupo de teatro amateur creado en 1991. Son 31 años sobre los escenarios, ¿qué puede decir sobre la evolución del grupo?
Yo llevo 15 años, desde el 2007 y antes había hecho teatro con la Universidad de Valladolid. Por lo que he hablado con los fundadores, creo que ha crecido bastante porque empezó siendo un grupo de la Asociación de Mujeres Españolas (AME), un grupo de amigos a los que les apetecía hacer teatro. Luego la dieron de alta como asociación cultural y como estaban tomando un tiramisú de postre, lo llamaron así. Se han adaptado a los tiempos. Ahora el público no demanda una obra en la que un personaje esté solo, sino que se necesita sonido, vídeo, imagen, luz, velocidad... Y creo que eso lo hemos conseguido.