La confianza da asco. Una acepción comúnmente conocida que se utiliza para definir a alguien que se aprovecha de su cercanía a una persona para conseguir sus objetivos con una rebaja de esfuerzos, pero que también puede tener otras aplicaciones. Como la de encontrarse tan cómodo en un círculo cerrado de conocidos que la conversación torna puntos desenfadados e inimaginables en otro contexto. Hablar de caca con tus conocidos puede ser tan normal como ver salir el sol por la ventana. Una buena manera de hacer piña, aunque no apta para estómagos caprichosos.

Con los excrementos hemos topado. Este miércoles, 1 de marzo, se ha inaugurado en el Museo de la Ciencia la exposición ‘Excreta, una exposición (in)colora, (in)odora, e (in)sípida’, la cual propone un recorrido a través de este mundo a través de perspectivas tan distintas como la ecológica, la médica, la social y la cultural.

Dicha presentación ha corrido a cargo de la directora del museo, Inés Rodríguez Hidalgo, y de la directora de Comunicación y Programas Públicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), Pilar López García-Gallo. Además ha estado presente el subdelegado del Gobierno en Valladolid, Luis Antonio Gómez Iglesias.

Por un lado, en ‘La excreta en la naturaleza’ se trata la presencia de los excrementos en el mundo animal y vegetal. En este primer paseo se puede ver cómo esas preciadas perlas que nacen de las ostras son en realidad excrementos recubiertos de nácar. O acercarse al mundo de los animales que se alimentan de deshechos, los coprófagos.

También se podrá conocer de cerca el tipo de excrementos de diferentes animales, o dos réplicas realmente curiosas. Se trata de un ‘coprolito vikingo’ que supone la hez humana fosilizada más grande nunca encontrada y, por otro lado, una hez de dinosaurio.

El otro camino, el enfocado más al ámbito social del ser humano, denominado ‘La excreta en la sociedad’ intenta acercar el mundo de los excrementos a través de una visión biológica, médica o sus diferentes tratamientos dependiendo de la cultura de cada civilización.

La importancia de un trasplante de heces para reestablecer la flora intestinal perdida, lo que indica de nuestro estado de salud el color de los excrementos, o la escala de heces de Bristol, que establece una clasificación en siete niveles y es utilizada en medicina.

Pero también se pueden leer paneles informativos sobre la transmisión de enfermedades infecciosas que pueden generarse por una mala gestión de los excrementos. Y es que cada año mueren 2,2 millones de niños menores de cinco años por enfermedades diarreicas.

Además hay tiempo para cuestiones culturales como el significado que los aztecas daban a la palabra oro en su idioma náhuatl, que venía a ser algo así como los excrementos de los dioses.

En la completa muestra también se incluye un poema de Francisco de Quevedo dedicado al pedo o la posibilidad de hacerse una selfie sentado en el “trono” mientras se puede leer alguna de las lecturas para el WC que se exponen.

La exposición ‘Excreta, una exposición (in)colora, (in)odora, e (in)sípida’ se puede disfrutar del 1 de marzo al 10 de septiembre por un precio de dos euros la entrada general y uno la reducida.

Todo un recorrido con una perspectiva global a un tema tan natural como poco tratado por el pudor que a veces dirige a la sociedad y que nos hace olvidarnos, por continua omisión, de cosas tan naturales como los excrementos.