Castilla y León

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Cultura

“Tenemos grandes sorpresas para el año que viene”

28 julio, 2018 14:23

“Denominación de origen Salamanca y gran reserva del 61”. Así contesta Inés Rodríguez Hidalgo, directora del Museo de la Ciencia de Valladolid, cuando el que escribe estas líneas le pregunta por su edad y por  su lugar de nacimiento contestando con orgullo y seguridad.

La salmantina suma ni más ni menos que nueve años y medio al frente de uno de los museos más importantes de nuestra ciudad, por el nivel de las exposiciones y porque no muchas ciudades de nuestro país cuentan con uno, y eso, como nos contará más adelante, debe ser valorado.

De los inicios, del futuro, de los visitantes que hasta el lugar llegan y de muchas cosas más nos habla la directora del Museo de la Ciencia en esta entrevista.

Pregunta. Uno se queda asombrado cuando lee su currículum a través de Linkedin. ¿Qué tiene la astrofísica que le enamoró?

"La astrofísica fascina también por su vinculación con la metafísica y las grandes preguntas del ser humano sobre nuestro origen y destino".

Respuesta. Era lo más grande y lo más lejano. Creo que la astrofísica tiene ese encanto para todo el mundo, no solo para mí. Hablamos de algo que nos rodea. Estamos inmersos en el universo, formamos una pequeña parte de él, y es un auténtico desafío entender cómo funciona y qué hacemos aquí.

Atraen las cosas desconocidas. Para mucha gente, la astrofísica fascina también por su vinculación con la metafísica y las grandes preguntas del ser humano sobre nuestro origen y destino. Eso sin olvidar que tiene una enorme belleza.

P. Es curioso que además de esa Licenciatura con grado y posterior doctorado en Ciencias Físicas, especialidad en Astrofísica, también tiene cositas dentro del mundo de la música con el piano como protagonista. Cuénteme.

R. Tengo la titulación superior de música en la especialidad de piano, que es equivalente a otra licenciatura. Tengo, aunque sin titulación, otras dos especializaciones en música de cámara y solfeo. No poseo el título en papel porque no hice los últimos cursos en pedagogía.

En aquella época no pensé en dedicarme profesionalmente a la música. Quizás antes no se entendía como una salida profesional, al menos en mi familia. Era una actividad complementaria muy importante, que se consideraba buena para la formación pero no para una dedicación plena por lo que siempre la fui haciendo, al mismo tiempo que los otros estudios, sin dedicarme profesionalmente a ello aunque tenga la formación.

He dado algún conciertillo en Salamanca y, sobre todo, en Tenerife, más que como solista, de música de cámara, en compañía, siendo parte de una obra para dos, tres o más instrumentos. También me gustaba mucho el mundo de los coros.

P. ¿Le pongo en un aprieto si le pregunto con qué se queda? ¿Música o ciencias físicas?

R. No. Empecé a estudiar música desde muy pequeña. Me pusieron mis padres porque pensaban que tenía buen oído y me estimulaba. Me compraron un piano y empecé estudios formales de música, solfeo y piano con sus asignaturas complementarias.

En algún momento dado, cuando la cosa se ponía difícil en física porque la tesis y el trabajo final son complicados, sí que dices aquello de “Si me hubiera dedicado a lo otro…”

Para ser un gran solista hay que dedicar un tiempo y un esfuerzo que no presté nunca porque no lo vi de manera profesional. Para mí música y ciencia forman una pareja estupenda. En mi cabeza no hay una grieta. Ni en la mía ni en la de muchísima gente de la ciencia. Hay muchos músicos que han sido maestros de las ciencias. No está separado.

P. ¿Piensa que son complementarias? ¿Que la música le debe mucho a la física y que la física puede beber de la música?

R. Cuando decimos complementaria parece que nos referimos a que a una le falta una cosa que te la da la otra. Creo que todo es cultura, ambas son formas de acercarse a lo que ocurre. La ciencia, una vía de conocimiento a través de la experiencia, observación y razonamiento; la música, que es también matemática y conocimiento, tiene además intuición, emoción, inspiración… yo lo veo como las partes de un todo y me encanta.

P. Currículum a un lado, tras pasar por otros museos como el de La Laguna, llega al de la Ciencia de Valladolid en 2009. ¿Cómo recuerda ese cambio, ese paso?

R. Lo recuerdo como un paso muy importante y muy trascendental en mi vida. Viví 23 años en Tenerife, de ellos, tres años fui directora del Museo de la Ciencia y Cosmos de La Laguna pero el resto del tiempo fue el que dediqué a hacer mi tesis doctoral, a dar clases y a mi trabajo de investigación, también a la divulgación.

Dejé la dirección del Museo y había preparado un proyecto grande para el Año Internacional de la Astronomía que fue en 2009. En un momento dado surgió la oportunidad de entregar mi currículum aquí para optar al puesto de director porque el anterior, José Antonio Gil Verona, decidió presentar su renuncia y se abrió un proceso de selección de candidatos.

Me lo pensé, no porque estuviera mal en Tenerife donde he dejado un montón de amigos con los que sigo teniendo contacto, sino porque era un retorno a mi tierra. Me parecía que era otro reto. A lo largo de mi trayectoria había comprobado que el peso de la divulgación era cada vez mayor, había dirigido un Museo durante tres años y pensaba que se podía profesionalizar.

La decisión fue muy dura. Hice un cuestionario para racionalizarla con pros y contras de quedarme o irme, lo que ganaba o perdía, intentando ser muy objetiva en todos los aspectos para finalmente ponerle a todo ello un poco de subjetividad con lo que me apetecía hacer, etc. Al final me he ido y no me he arrepentido. Mantengo mis amigos y voy a ver a mi gente cuando puedo.

P. ¿Cómo fueron los inicios? ¿Qué recuerda?

"Me encontré con el museo consolidado, todo el mundo sabía que existía y tenía un puesto dentro de la red de los museos españoles, pero necesitábamos más recursos".

R. Los inicios siempre son ilusionantes por enfrentarte a un reto, y además duros. La parte ilusionante no te la quita nadie porque siempre que uno acepta un desafío se lo toma como algo muy personal y profesional.

Yo me encontré con un museo que ya estaba consolidado. Tenía seis años y había pasado la fase más complicada de los museos y es tener un continente magnífico, con unas grandes instalaciones, pero con un contenido mejorable.

En los años anteriores a mi llegada la cosa estaba mejor en cuanto al tema económico pero cuando llegué fue el declive de todas las obras sociales y culturales, de todas las cajas que han desaparecido. Eso te podía dar dinero o proporcionar unas magníficas exposiciones de manera gratuita que circulaban por ahí. Ahora se está empezando a recuperar pero está difícil.

Me encontré con el museo consolidado, todo el mundo sabía que existía y tenía un puesto dentro de la red de los museos españoles, pero necesitábamos más recursos. Nos enfrentamos a echarle mucha creatividad e imaginación para hacer muchas cosas con poco dinero y para estar muy presentes en muchas partes. Organizar muchas actividades públicas, conferencias, talleres, que atraigan a la gente, y aun así ha habido unos años malos de visitantes. Además, intentar sacar dinero de debajo de las piedras y seguir concurriendo a las convocatorias públicas como la de Fecyt.

P. Y después de casi diez años (los hará en febrero) al frente de la institución, ¿Qué ha cambiado en el Museo de la Ciencia.

R. Hemos intentado volvernos hacia nuestro corazón que es la exposición permanente. Cuando entré aquí, como había muchos recursos, se hacían muchas exposiciones temporales que cambiaban con frecuencia. Esto es, sin duda, un aliciente para el público, para venir al museo y volver porque siempre hay una novedad.

Sin embargo, mi impresión fue que se podía cuidar mejor el corazón del museo, su exposición permanente, es decir aquello que vas a tener aunque vinieran muy mal dadas y tuviéramos que cerrar las dos salas de exposiciones temporales.

Decidí, como objetivo personal, volcarme en la exposición permanente, actualizarla, consolidarla, mejorarla y creo que esa es una de las señas de identidad de lo que yo haya podido mejorar en mis años de mandato.

La sala del gas se convirtió en la sala de la energía, mucho más amplia en contenidos y un recurso didáctico importante. La sala del agua ha sido completamente actualizada y renovada. Había una sala que se llamaba física divertida que se convirtió en un espacio dedicado a la química con una tabla periódica gigante e interactiva que es única en nuestro país.

Y las grandes apuestas han sido, por un lado la Casa del Río, que forma parte de la exposición permanente y que se ha renovado durante todos estos años, sobre todo para sustituir contenidos explicativos por acuarios, añadiendo uno cilíndrico, un toca-toca con cangrejos, o un panel dedicado a los puentes del río Pisuerga. También un acuario de corriente que es una auténtica maravilla, un terrario de culebras de agua…

Hemos hecho mejoras también en el vestíbulo dándole contenido para que al ser una zona de acceso gratuito la gente encuentre información. Hemos renovado el planetario y la última planta de la exposición permanente que inauguramos a finales de septiembre, dedicada a las matemáticas. Es una gran apuesta que ha llevado años de trabajo.

P. ¿Qué ofrece el Museo de la Ciencia de Valladolid? ¿De qué se puede disfrutar?

"Un museo no es solo lo que exhibe o presenta al público. También lo que es capaz de organizar, de movilizar y de inspirar".

P. Un museo no es solo lo que exhibe o presenta al público. También lo que es capaz de organizar, de movilizar y de inspirar. No se puede concebir el Museo de la Ciencia de Valladolid sin toda su programación educativa, que tiene una parte permanente dirigida a grupos escolares, con entre ocho y diez talleres que se van modificando. Talleres asociados a exposiciones. El Río de la Ciencia, que es el taller infantil en la Sala de Niños. Actividades como la Escuela de Verano, las acampadas en la Casa del Río, visitas teatralizadas, visitas taller, etc. y otras actividades como la Carrera de la Ciencia, el concurso de relato breve, conferencias tanto en ciclos como sueltas...

Todo esto es parte esencial de un museo que inspira y promueve ciencia por todos los lados con todas las manifestaciones, vinculaciones y relaciones con las otras partes de la cultura.

P. Además de exposiciones, se puede disfrutar de charlas y conferencias de nivel que acercan hasta el Museo a muchos amantes de la ciencia.

R. La semana pasada tuvimos una conferencia que llevaba por título: “CSI Luxor, ¿era la reina Nefertiti la madre de Tutankamon?” impartida por Juan Antonio Belmonte, un experto en arqueoastronomía, es decir, en el estudio de la presencia de la astronomía en construcciones y restos antiguos y arqueológicos.

Si hay alguien que sabe de la  relación entre la arqueología, la astronomía y la genética y que lo cuenta de maravilla es Juan Antonio. Le convencí y conseguí que me dijera que sí.

P. La Escuela de Verano que acaba de finalizar también es muy importante.

R. La Escuela de Verano siempre la organizamos para la última semana de junio y durante julio, cuando termina el curso escolar.

La escuela de verano está dedicada cada año a un tema y se desarrolla en dos mañanas en las que la gente menuda disfruta. Este año lo hemos dedicado a Egipto con ‘Desafiando a la maldición de Tutankamon’. Durante esos miércoles y jueves de cada semana lo que se hace es una adaptación para estos pequeños del juego de pistas que estamos haciendo el viernes por la noche.

P. Inculcan la ciencia a los más pequeños con esta Escuela de Verano ‘Desafiando a la maldición de Tutankamon’. ¿En qué consiste?

R. El primer día hacen un juego de pistas inspirado en la visita teatralizada de los viernes por la noche pero adaptado a los niños. Fabrican la máscara de Tutankamon, papiros, se habla de la maldición del faraón... Intentamos, con los más pequeños, desmitificar algunas creencias que no tienen nada de científico. Si visitan la exposición comprenden lo que pasó y por qué se moría la gente. Los niños en esta escuela lo aprenden. Se explica cómo descifrar un mensaje en jeroglífico, etc. En la segunda parte, hacen unas construcciones con piezas de Lego.

P. O con el Juego nocturno los Tesoros de Tutankamon con pistas que ha agotado ya todas sus plazas en julio…

R. Es un juego de pistas teatralizado. Una actriz anima a que los participantes busquen un tesoro siguiendo pistas sensoriales, y poniéndole mucho humor. Es una visita que está genial, que se completó en junio y que tuvimos que ampliarla a julio.

P. En cuanto al tema visitas, ¿han crecido en los últimos años?

“Tenemos grandes sorpresas para el año que viene porque se cumplen 500 años de la muerte de Leonardo y otras cosas".

R. No te puedo dar cifras exactas pero cuando los años son buenos estamos en torno a las 80.000 visitas anuales. Hemos tenido unos años muy complicados del 2012 al 2015. Observamos un pico en visitas cuando tenemos alguna de las exposiciones temporales particularmente atractiva según el criterio del público que a veces no es el nuestro.

Por ejemplo, la palabra dinosaurios es mágica. La gente la escucha y viene incluso a ver maquetas.

Este año, aun siendo una exposición pequeña y que no es interactiva, llevamos 52.500 visitantes en seis meses con la de Tutankamon. Se termina esta pero vendrán otros proyectos. “Tenemos grandes sorpresas para el año que viene porque se cumplen 500 años de la muerte de Leonardo y otras cosas.

Estamos en las 80.000 visitas por año, cifra similar al público asistente a uno de los grandes partidos de fútbol.  

Echo en falta, y me gustaría, que por la ciudadanía hubiera un mayor aprecio, cariño y defensa tener un Museo de la Ciencia que no todas las ciudades lo tienen. Creo que es un orgullo y hay que aprovecharlo. Estamos vivos gracias a la gente. No somos nada si la gente no viene.

P. ¿La labor de difusión a través de redes y de la web está sirviendo para captar más visitantes?

R. Es fundamental. Cuando llegué al museo estaban empezando las redes sociales y yo comenzaba a conocer, por parte de empresas, este tema. Vine aquí y dije que teníamos que pasar al 2.0 para que la gente mostrara su opinión. Abrimos un blog, renovamos la página web y abrimos Facebook y Twitter siendo los primeros que lo hicimos aquí, antes que otros museos y que el Ayuntamiento.

Creo que la gente tiene que mostrar su opinión y nosotros escucharla. Nos hemos volcado en las redes sociales. Estamos en los 5.400 seguidores en Facebook y tenemos más de 16.200 en Twitter y creo que esto es un éxito. Detrás de todo esto está la página web que es el esqueleto que alberga toda la información y luego Instagram, Youtube, Flickr…

P. La relación con el equipo de Gobierno y con la concejala Ana Redondo parece que es buena. ¿Eso ayuda también a seguir adelante?

R. Tenemos una muy buena relación con un equipo que nos apoya, que están ahí para respaldar lo que hacemos con ayuda material y administrativa y también para acudir a apoyar a una presentación, para solicitarle una ayuda… La relación es buena.

P. ¿Cómo ve el futuro del Museo?

R. El futuro está por hacer. Lo que hagamos depende en gran medida de nosotros mismos. Si hemos sido capaces de pasar unos años muy malos económicamente y con falta de recursos, pienso que ahora que la situación parece que se recupera el futuro es muy prometedor.

No he perdido ni un ápice de la ilusión del primer día. Tampoco de la imaginación ni de la creatividad porque lo llevamos de serie, todo el equipo, y la ciencia es creativa, se está renovando y resucitando cada día, y eso lo llevamos puesto también Tenemos grandes proyectos y muchas ganas.

P. Un deseo.

R. Estoy encantada de que tengamos un Ministerio de Ciencia, pero la ciencia tiene que ser apoyada y dotada de todo tipo de recursos por el Gobierno. Para que eso suceda, por debajo está el pueblo soberano que es el que vota y decide.

Nosotros nos dirigimos al pueblo y mi deseo es que lo que hacemos sirva para que el pueblo tenga una mayor cultura científica y considere que la ciencia no le es ajena. Que es importante, interesante, que tiene que ser apoyada, defendida, dotada de todo tipo de medios y que es para vivirla y disfrutarla. Cuanto más le acerquemos la ciencia a la sociedad y hagamos que la viva en primera persona, mejor será nuestro futuro en todos los aspectos.

La gente apoyará a la ciencia, llegará a las instituciones y eso significará más recursos, mejores universidades, mejores proyectos de investigación y mejor financiación para la divulgación.