La Sierra de Francia, concretamente La Alberca y Mogarraz, guarda tradiciones desde antaño, otras las recupera, quizás otras las invente. Estos son pueblos donde fiestas, como la de San Juan, San Blas o el Día de los Difuntos, se convierten en un auténtico rito en el que lo profano y lo sagrado se confunden creando un halo de misticismo en todo aquel que participa. Un bello paraje en la provincia, un lugar misterioso en la tierra… Porque de lo que no cabe la menor duda es que la relación de estos pueblo con la muerte es estrecha. Tal es así que, incluso, esta forma de ser serrana llegó a forjar la creación de un traje especial para despedir a los difuntos llamado "traje del ventioseno", íntegramente negro y austero y sin ningún tipo de alhajas, que resulta mucho más tétrico sobre las medias blancas de quienes lo visten.

Porque las costumbres en la Sierra, por mucho que impresionen, se ven con total naturalidad. Es el caso de la ya 'conocida' por estudiada y acompañada 'moza de ánimas', que no solo es propia de La Alberca como podría parecer, sino de otros muchos de esta zona de la Sierra de Francia y de otros pueblos de la geografía salmantina, como acontecía en La Ribera o en núcleos de Las Hurdes y Sierra de Gata.

Mas no queda atisbo alguno de duda de que en estos pueblos siguen vivas muchas costumbres tradicionales, algunas de ellas relacionadas  con la superstición y el misterio. Y sobre todo con la religión. Paseando por los pueblos es posible contemplar como en los dinteles de las puertas de las casas se inscriben leyendas de carácter religioso cuyo fin es proteger a sus propietarios. Recorremos las estrechas y laberínticas calles de La Alberca, en esta ocasión, sumergidos en el silencio y en la tranquilidad de un municipio de la Sierra de Francia. Las horas pasan demostrando que el tiempo, en este lugar, se mueve con otro ritmo de paz y sosiego. Una paz que se convierte en calma cuando llegan las tinieblas.

De repente, escuchamos una campana. Tres toques de campana. Nos acercamos hasta el punto que rompe el silencio y contemplamos tres sombras, caminando despacio, mientras rezan una oración que se nos hace ininteligible. Tres mujeres vestidas de negro forman una extraña y lúgubre comitiva. No es una visión. Lo que contemplamos es  una tradición albercana iniciada en el siglo XVI, "La moza de ánimas", que trata de conmover a los vecinos a rezar por las ánimas que están en el purgatorio ya que según dicen

- Las del cielo no lo necesitan y las del infierno no lo merecen.

Cada viernes del año al atardecer, haga frio, calor o llueva, sin hora fija, cuando el sol se oculta en el horizonte y la noche levanta su manto, una 'moza', que en realidad es una mujer de cualquier edad, incluso avanzada, recorre las estrechas calles del pueblo, acompañadas por otras dos mozas más tocando una esquila y portando un candil, mientras rezan el rosario. Cuando llega a las esquinas señaladas, da tres toques de esquila y entona una salmodia por todas las almas del Purgatorio:

- Fieles cristianos, acordémonos de las Benditas Almas del Purgatorio con un Padrenuestro y un Ave María por el amor de Dios.

Tres nuevos toques a la esquila para continuar rezando.

-  Otro padrenuestro y otra Avemaría por los que están en pecado mortal, para que su Divina Majestad los saque de tal miserable estado.

Hace sonar la esquila dando otros tres toques y continúa su camino sin dejar de rezar, hasta completar un recorrido de aproximadamente treinta minutos, mientras el resto de vecinos ruegan dentro de sus hogares por sus difuntos. Mujeres voluntarias la siguen, acompañando sus rezos y sus cánticos. La comitiva camina con paso lento hasta que, de repente, se detiene ante una de las casas. La mujer que lleva el farol y la esquila, vestida de negro y cubierta con un capuchón se vuelve hacia la puerta y recita una oración. Tal vez en recuerdo de algún fallecido. La puerta entonces se abre y una mano les entrega alguna ofrenda, probablemente unas monedas que paguen una misa al fallecido.

Esta tradición de La Alberca y recuperada también en Mogarraz -es una costumbre que las mujeres de este pueblo la llevan a cabo por medio de una “manda”, que es una promesa, y es para rezarle a todos los difuntos-, ya existe desde hace mucho tiempo, y tienen la firme convicción de que todos los días, llueva, nieve o caigan piedras del cielo, la moza de ánimas, que así se llama la mujer que porta la esquila, debe hacer su ruta por el pueblo. Cuenta la leyenda que desde que existe esta tradición en La Alberca, tan sólo una noche la moza de ánimas no salió a hacer su recorrido, y no lo hizo porque fue asesinada de manera misteriosa ese mismo día. Otra leyenda cuenta que la mujer, aterrorizada por los elementos que se unieron aquella noche, frío, lobos, nieve y una oscuridad extrema, prefirió quedarse al abrigo de su casa en aquellas gélidas horas. Aun así, los habitantes del pueblo aseguran que esa noche escucharon perfectamente como sonaba la esquila, al igual que todas las noches, al paso por sus casas, sabiendo que la moza de ánimas estaba muerta y que no había salido nadie en su sustitución, y en Mogarraz alguna vez hasta las ánimas se han dejado ver.

Osario alojado en una hornacina situada en la fachada exterior de la iglesia

La misteriosa procesión finaliza en un lugar misterioso y tétrico, un antiguo osario alojado en una hornacina situada en la fachada exterior de la Iglesia de la Asunción de La Alberca que contiene dos calaveras -para recordar que tenemos que morir! No deja de ser otro recuerdo a las ánimas, que siempre se les tiene presentes-, unos candiles y un cirio, que siempre permanece encendido a modo de luz para guiar aquellos que se encuentran en el inframundo.

Lugar donde las campanas de la Iglesia tienen también su propio lenguaje. Cuando tocan a muerto, si suenan 9 campanadas, el muerto es un hombre, si suenan 8 la muerta es una mujer. Pero si suenan 33 campanadas, el difunto era Cofrade del Santo Cristo del Sudor, si suenan 49 el difunto era Cofrade de San Juan de Sahagún.

Esta tradición ancestral se ha mantenido intacta a lo largo de los siglos y  actualmente doce "mozas de ánimas" se reparten su turno, un mes cada una, como señal de agradecimiento a peticiones concedidas, movidas por alguna promesa o simplemente por devoción.

Solo en una ocasión, desde que existe esta tradición y según cuenta la leyenda, la moza de ánimas no salió a hacer su recorrido. Según unos, la moza no salió debido a que la nieve cubría el pueblo y era difícil caminar. Según otros, la moza fue asesinada. Sea la causa que fuere, todos aseguran que esa noche escucharon perfectamente cómo sonaba la esquila, al igual que todas las noches, al paso por sus casas:

- La esquila salió sola.

Esquila de la 'moza de ánimas'  en La Alberca

Caminando por las calles de La Alberca a últimas horas de la tarde, el caminante puede descubrir un tintineo de esquila vagando por toda la villa, un son metálico que va acompañado de una oración repetitiva. Ese murmullo al oscurecer en las calles de La Alberca transporta a los visitantes a tiempos del Medievo. Se trata de la Moza de las Ánimas", un personaje que encarnan 12 mujeres cada año, una cada mes.

Cuando abandonamos la iglesia, la mala noche sigue paseando frío y lluvia helada en nuestros rostros. Nos encaminamos a la casa de nuestro amigo el serrano dejando atrás a un grupo de mozos que, en una hermosa lumbre en la torre, asan una cuartilla de castañas, a lo que llaman calboches, que se comen a lo largo de la noche acompañada de medio pellejo de vino.

Al amparo de la lumbre en la cocina, sentados en un escaño, nuestro amigo nos indica que «mientras se está dando el ‘doble’ y el responso por un ánima, la ‘probe’ queda ‘aliviá’ de sus penas...». Ante tanta extrañeza por nuestra parte, el hombre incide: «‘Pos’ tengo así como ‘entendío’ que las mismas ánimas hasta alguna vez se han dejado ver...». Y finaliza su explicación: «Usté lo pue creer o no. Yo lo he oído así desde siempre, desde muchachejo...».

"Afortunadamente aquí no existe un final. Las leyendas, el misterio, el embrujo, y todo ello y el tiempo que aquí quedó quieto, y con él las calles, las paredes de unos edificios, sus tejados, casas de siglos atrás, llenas de vida... es encontrarnos en otra época, en un tiempo donde las pequeñas cosas eran admiradas y queridas en esencia".

Es tarde ya y la lumbre parece consumirse con las horas. Por una escalera de madera subimos a nuestra alcoba, la curiosidad nos hace abrir el pequeño ventanuco, no vemos nada, pero oírse, sí se oye, el ‘doble’ de las campanas de la iglesia, el repique de una esquila y una voz profunda que pide por las ‘benditas ánimas’ y se pierde con el viento serrano en la noche oscura, de la sierra o de nuestras vidas. A ciencia cierta no lo sabemos, ay!

Retratos en la noche cuando la 'moza de ánimas' en Mogarraz