‘Historia de los reyes de Castilla. De Fernando I (1037) a Juana I (1555)’ es el título de la obra de José Luis Hernando que acaba de publicar la editorial leonesa Rimpego. Se trata del tercer volumen -después de ‘Historia de los reyes de León. De Pelayo (718) a Juan I (1300)’ de Ricardo Chao Prieto e ‘Historia de los reyes de Aragón. De Sancho Garcés (1004) a Fernando II (1516)’ de Marta Serrano Coll- de la serie destinada a explicar la historia de los cuatro reinos que constituyen la base de lo que hoy es el Estado español (falta por publicar el dedicado a los reyes de Navarra).
La idea de elaborar el libro, que Hernando reconoce “no haber tenido nunca en mente sacar una monografía de dichas características”, partió hace un par de años de un encargo de Joaquín Alegre, de la Editorial Rimpego, que dentro de sus volúmenes sobre reyes hispanos “tenía pendiente el tema de Castilla”.
El escritor asumió “el hecho de elaborar un repertorio de los reyes del territorio de la Corona de Castilla desde su origen Alto Medieval hasta la época de Juana de Castilla, la hija de los Reyes Católicos que se casó con Felipe de Borgoña, El Hermoso, y que fueron los padres de Carlos I”.
El resultado de todo ello es “una monografía que se atiene a diferentes aspectos”. Así, el “fundamental” supone “una cuestión genealógica”, de dónde parte la Corona de Castilla, “en ese rincón entre León, Navarra y Aragón”, cómo en principio “unos condes estuvieron pendientes de la corona leonesa” pero que con el tiempo “acaban independizándose y asumiendo una corona en un territorio determinado que, en un principio, fue pequeño -el actual norte de la provincia de Burgos, entre tierras alavesas, navarras y montañesas al norte de la actual provincia de Palencia- y que ocuparía una extensión que iría hasta el curso del Duero en la zona meridional”. También se relata en el volumen la forma en la que esta corona “fue anexionando una serie de territorios mediante acuerdos diplomáticos y problemas militares”.
De este modo, también juega un papel importante “la diplomacia”, es decir, “el hecho de mantener vínculos territoriales con linajes para anexionarse a determinados territorios”, tal y como “ocurre en el resto de monarquías de coronas de Europa Occidental”, así como “la vía de la expansión militar” que, en el caso castellano, “alcanzó una preminencia en los reinos hispanos afines en el siglo XV” y, “lo que es más importante”, cómo esta corona, ya unificados los reinos de Aragón y de Castilla, “fue responsable de la empresa americana para llegar más allá de aguas Atlánticas hasta conocer primero, descubrir después y anexionarse el inmenso continente americano”.
Con este punto de partida y más allá de cuestiones genealógicas, José Luis Hernando reconoce haberse terminado interesándose “más por el paisanaje y la gente ordinaria y común más allá de los linajes nobles”.
En definitiva, José Luis Hernando recoge en ‘Historia de los Reyes de Castilla’ “muchos aspectos diferentes”, que el propio autor resume en “cómo de un territorio en un principio muy modesto allá por el siglo IX o X se alcanza un territorio controlado por un linaje real y cómo por medio se cruza la aventura de la conquista o la reconquista de los territorios andalusís del centro peninsular, de la anexión de territorios a medida que se avanzá más allá del sistema central o la repoblación de la Extremadura castellana” en un afán por “asumir esos territorios que fueron usurpados y conquistados de manos cristianas en esa zona de impacto andalusí desde la época emiral, califal y los reinos de taifas hasta los siglos XII-XIII y la Baja Edad Media”.
“El punto de partida es ese territorio montañoso en el norte de Castilla y cómo expansionó hacia el sur, hacia occidente y hacia oriente a cuenta de otras coronas aledañas y, sobre todo, a cuenta de la expansión más allá del sistema central, la zona de repoblación para, con el tiempo extenderse hacia la bética, más allá de Sierra Morena y el Valle del Tajo con la intención de tomar el control de esas regiones”, concluye.