Atrás quedaron los tiempos en los que uno pasaba del cine al videoclub para poder volver a ver películas que habían despertado el gusanillo interior. Esos planes de tarde con palomitas y una cinta alquilada dieron paso a una suscripción y una plataforma de pago, lo que proyectó el final de la película -nunca mejor dicho- para muchos negocios enfocados en la materia, con tan solo tres supervivientes activos a día de hoy en Castilla y León, ubicados en Valladolid y Palencia, además de otro más en Salamanca, aunque sin estar operativo. “No estoy seguro del tiempo que le quedará a este sector, pero está muerto. Acabamos aguantando por ampliar servicios, con un quiosco o con ámbitos informáticos o telefonía, porque sin ello no se puede subsistir”, afirma el dueño del videoclub Coliseum, Celso Diez.
Ubicado en el barrio vallisoletano de Las Delicias, con 22 años de trayectoria a sus espaldas, destaca que cuenta con más de 6.000 títulos películas en DVD, que en otros tiempos se sumaron a multitud de videojuegos.
Explica en declaraciones a la Agencia Ical que su andadura empezó en 2001 y todo fue rodado hasta el 2007, cuando saltó en la escena las descargas ilegales en páginas webs y se notó un bajón que fue progresivo hasta la actualidad, con otro golpe en la pandemia. “El cierre del negocio durante meses nos hizo pupa y mucha gente acabó abonándose a plataformas de pago y con la vuelta a la normalidad se notó una disminución de clientes”, añade.
La radiografía mayoritaria del cliente se enmarca en una edad superior a los 40 años, aunque reconoce que “hay de todo”. Algunas personas que acuden a su local porque carecen de internet en casa, mientras que otros clientes buscan determinadas películas que no encuentran en el catálogo de la plataforma de pago que tienen en casa, relata.
En ese sentido, asegura que en torno a los cuatro meses de ser estrenadas las películas cuentan con ellas en el videoclub, quien apunta que son alquiladas durante un plazo de 24 horas por un precio de 2,20 euros. Aun así, comenta que hay determinados títulos que ya no llegan y no están disponibles, dado que directamente pasan de la cartelera al ámbito digital de pago. “Estamos aguantando y diversificando con otros productos”, asevera Celso Diez, al mismo tiempo que pone en valor la condición diferenciadora de las recomendaciones y el trato cercano que ofrece.
“Romanticismo”
Como tal no existe el negocio, pero por una especie de “romanticismo” se sigue manteniendo el nombre, porque el negocio actual se vincula con la tecnología, la informática y la reparación, ya que ninguno vive únicamente de alquilar películas, destaca a Ical Miguel Garrido, el responsable del segundo videoclub de Valladolid, el Session Continua.
Garrido tiene a sus espaldas unos 38 años dedicados al sector, dado que llegó a tener hasta cinco locales abiertos y repartidos entre Valladolid y Burgos, quien lamenta que actualmente queden entre 30 o 40 locales en toda España, cuando en su día llegaron a existir 14.000 videoclubes.
“Ya estábamos prácticamente muertos, pero la llegada del COVID-19 y el confinamiento fue el final y se escribió el certificado de defunción”, asegura.
Relata que comenzó con las cintas de VHS, por lo que los cambios hasta la actualidad han sido muy grandes. Tal que así que comenta que los inicios pasaban porque los clientes tenían en posesión las películas, las cuales costaban 10.000 pesetas, quienes acudían al local para intercambiarlas con otros clientes, pero tras abonar una pequeña tasa. De ahí después se cambió al funcionamiento que todos conocen tras la aparición de las copias, al recordar que llegó a tener hasta 20.000 películas, cifra que ha descendido hasta las 5.000 a día de hoy.
Familia cinéfila
En el caso de la capital palentina, Acuario es el nombre del único negocio que representa al sector, el cual nació en 1980, aunque en un primer momento fue una cafetería regentada por el padre de Luis Manuel Pérez, propietario del mismo, que poco a poco se fue adaptando y en el verano de 1986 empezaron a proyectar las primeras películas.
Dieron el paso para aprovechar la novedad y siguiendo la moda de las primeras cintas de vídeo. El éxito fue tal, que empezaron a crecer e incluso adquirieron el local anexo a la cafetería para poder ampliar las instalaciones. Reconoce a Ical que fue “un triunfo” y, ante la gran demanda por parte de los palentinos, optaron por abandonar la hostelería y centrarse en el videoclub.
“Fueron años muy dulces. Nada que ver con los actuales. Los últimos han sido muy complicados y hemos tenido que hacer frente a muchas crisis y mucha competencia. Nuestro único objetivo ahora es subsistir”, señala, por lo que Pérez prefiere no pensar demasiado en el futuro y prefiere vivir “el día a día”.
“No quiero pensar en lo que va a pasar dentro de un año o dentro de diez. Ahora mismo cuento con mi clientela habitual y ellos son la clave de haber sobrevivido tantos años. Somos como una familia y nos gusta ver cine y comentarlo después”. Además, cuenta también con otro tipo de clientes más enfocados al cine de terror o al público infantil y familiar. “Hay clientes que son socios desde que teníamos el bar. Tenían 20 años y ahora tienen 60 pero siguen siendo fieles. De hecho, no son solo clientes sino también amigos”. Recuerda que empezó ayudando a su padre con tan solo doce años y lleva casi cuatro décadas al frente de este negocio, al considerarse como un “amante” del séptimo arte.
Especialización y asesoramiento
A este respecto, detalla que se ha especializado en el cine de festivales y el cine de autor para poder organizar charlas o coloquios en el propio local. A mayores, insiste en que uno de los principales atractivos de Acuario es “la cercanía” con el cliente.
“Les puedo asesorar para que no pierdan tanto tiempo con el mando a distancia eligiendo qué ver delante de una plataforma. Les oriento, comentamos y compartimos. Pervive esa comunicación que poco a poco se ha ido perdiendo. Creo que hay cierta deshumanización”.
A eso hay que sumar el hecho de que el videoclub, a diferencia de lo que la gente pueda pensar, es el “sitio más económico para disfrutar de una película nueva”. Y es que, deja claro que un estreno lo alquilo por dos euros y con un bono de 40 euros se pueden ver hasta 20 estrenos. “Eso es impensable en una plataforma aunque, en general, eso es algo que se desconoce”, lamenta.