Cuando las cintas de música estaban de moda, los artistas acostumbraban a grabar sus mejores temas en la cara A y dejar las curiosidades y extrañezas para la cara B. La primera era la pública, la que todo el mundo escuchaba, y la otra servía, en la mayoría de los casos, para conocer más de fondo a los artistas.
Eso mismo ocurre en la Feria del Libro de Valladolid. De cara hacia fuera, al lector o lectora que se acerca, se puede tratar de unos hombres y mujeres que montan su stand en la plaza Mayor, pasan largas jornadas vendiendo libros y volverán después de bajar la persiana a esta edición de 2024 a su vida normal en sus respectivas librerías.
Pero hay una cara B, la famosa contraportada de los libros, la menos amable; esa que empieza casi un mes antes de que se inaugure el espacio que todos los aficionados y visitantes pueden pasear. Un lado de la feria que resulta muy duro para aquellos con negocios pequeños y poco personal.
Todos ellos coinciden al hablar con El Español Noticias Castilla y León, que tienen que hacer encajes de bolillos, como Isabel de la librería Clares, quien cuenta con otra persona en la librería que le trae los pedidos directamente y la echa una mano cuando hay jaleo. O como Raquel, de la Librería de mi barrio, que casi tiene que robarle horas al reloj, puesto que “abro la librería de 9:30 a 10:30 y vuelvo a abrir a las 14:15 hasta las 15 y por la tarde porque tengo una ayuda, sino sería inviable”, asegura.
Todos ellos hacen un trabajo previo mirando los títulos que quieren llevar, bien documentándose en los periódicos y suplementos sobre autores que están más en boca de todos, o bien escudriñando el programa de la Feria del Libro, para encargar todos aquellos títulos de los escritores y escritoras que van a firmar a la caseta central.
Tras 13 años, Raquel ya es toda una veterana y tiene sus ‘trucos’ para intentar vender más libros, como colocarlos por temas o que los ilustrados estén bien colocados a la vista de todo el mundo, porque los “Best Sellers todos los tenemos delante porque son los que muchos vienen buscando”, aunque asegura que a ella le ha funcionado llevar casi los mismos libros desde hace todo ese periodo de tiempo, ya que son los que siempre se acaban vendiendo.
Por su parte, en el Sueño de Pepa, suman su propio programa de firmas, siempre con escritores y escritoras locales, con los que trabajan durante todo el año. Algo que les ha funcionado durante los años que llevan acudiendo a la Feria del Libro, ya que asegura que “les gusta llevarse el libro firmado y más si son de Valladolid, porque la gente parece que te abre las puertas”.
Y precisamente esos autores matizan que en Valladolid la gente escucha más cuando les explicas tus trabajos, algo que en ciudades como Madrid no ocurre debido al aluvión que firmas que hay, y allí “se acercan a todo tipo de casetas, pero a los que no conocen, no te suelen escuchar”, afirma la escritora María Ángeles Cantalapiedra, para quien es un honor firmar en su ciudad.
Hay técnicas como exponer casi el 90% en novedades, llenarlo todo de libros sin que haya un hueco aparente en el stand, llevar mucha variedad… Pero esa es la punta del iceberg de estos días de feria, ya que como todas aseguran, se trata de un trabajo muy arduo y tras el que acabas agotada.
De lo que podemos estar casi seguros, es que una vez que estos libreros y libreras bajen la persiana, tendrán una sonrisa en la cara, hayan vendido mucho o no, porque habrán compartido momentos mágicos e historias con todos los aficionados a la lectura que se acercan a la Feria del Libro y, si alguno se lleva una historia bajo el brazo, podrán decir que colaboraron en que alguien soñara con otros mundos y otras vidas.