El Madrid llegaba a Zorilla en uno de los peores momentos de la década y el equipo de Solari lo demostró arrancando grogui el partido ante el Real Valladolid. Conscientes de la necesidad de los puntos, los pupilos de Sergio González arrancaron con fulgor y conectaron a la perfección con una afición entusiasta que quería ver tambalearse el árbol blanco para recoger los frutos de la necesidad del Pucela.

El penalti fallado por Alcaraz, los dos goles anulados... crecía el mosqueo con el VAR al tiempo que se incrementaban los decibelios para estallar con el gol de Anuar. Pero el éxtasis duró sólo seis minutos. Llegó el empate del Madrid y con ello las dudas, bajó la intensidad y comenzaron los errores que habilitaban un córner detrás de otro.

En la segunda parte el Real Madrid se adelantó primero y sentenció después con crueldad; nueva etapa de decepción en Zorrilla. Ni con uno más tras la expulsión de Casemiro logró remotar el mando sobre el césped el Pucela, arrojando de nuevo a la afición a la frustración y haciendo que cientos de seguidores abandonaran con premura el graderío en busca de evitar el atasco.