Juan López / ICAL
“El deporte me ha ayudado a crecer como persona”. El joven Adrián Parras Álvarez, con 20 años y natural de Simancas (Valladolid), es un claro ejemplo de superación. Se ha escudado en el atletismo para sentirse mejor consigo mismo y olvidarse por momentos de que cuenta con una discapacidad intelectual. Le permite observar la vida de otra manera, reconocer la importancia del esfuerzo y alejarse de las frustraciones. El palentino Óscar Husillos, el arandino Juan Carlos Higuero y los maratonianos keniatas son sus referentes, pero él ha personalizado su forma de correr: “Antes no me gustaba ver el atletismo en la tele y ahora me encanta. Me lo ha dado todo”.
A pesar de su corta edad es ya campeón de España de Cross y el fin de semana pasado ganó el oro en 5.000 metros y la plata en 1.500, al aire libre, en el certamen disputado en Albacete. Y tiene un mérito enorme, quizás mayor que otros. En lugar de verse limitado, esa mayor constancia que necesita le ha motivado para saber competir y reflexionar que “a veces se gana y otras se pierde”, pero tiene claro que “lo importante es divertirse y sentirse uno más”. Su siguiente objetivo son los mundiales de su categoría, que han arrancado en Bydgoszcz (Polonia) y donde acude a la llamada de la selección, convocada por la Federación Española de Deportes para Personas con Discapacidad Intelectual (FEDDI).
Por eso, está eternamente agradecido al Club Campo Grande y a su entrenador, Abdelali, clave en este empujón hacia el denominado concepto de la inclusión y del que este vallisoletano es un claro ejemplo. “Hacemos entrenamientos exigentes, pero me anima a esforzarme. Gracias a él tengo otros amigos”, expone Adrián.
Alumno del Colegio de Educación Especial del Centro San Juan de Dios, acude con algunas de las medallas obtenidas tras sus victorias en la categoría T20. Lo conoce muy bien Roberto del Rey, técnico de una institución que “intenta orientar a cada joven hacia lo que más le gusta, que puede ser deporte o no; si lo es, se analiza en cuál cuaja mejor”. “Se veía que él se lo pasaba bien pero que tenía capacidad de mejora. No podíamos darle más. Y por eso nos pusimos en contacto con Abdelali”, rememora Del Rey.
Tal fue el empeñó con el que el simanquino arrancó su afición por el atletismo, que una vez en manos de su actual entrenador se propuso bajar 20 kilos, época que coincidió con la cuarentena causada por el COVID-19, a partir de marzo del año pasado. “Y lo consiguió. Ahora está en 64 kilos. Va como un tiro corriendo”, dibuja su preparador, quien le ve con posibilidades reales de subirse al podio en los Paralímpicos de París 2024 en su categoría. “Sé que va a ser duro, pero lo voy a intentar y seguro que vamos”, matiza Parras, quien se repite a sí mismo que hay que ir paso a paso y el siguiente hito en el camino es Polonia.
Parras insiste en que el deporte le hace feliz. En el colegio empezó su afición. Primero el fútbol, con el que se “frustraba”, algo que ahora reconoce haber superado; después la piscina y más tarde el atletismo, al que llegó “casi por casualidad” al no poder acudir otro compañero a unos campeonatos. En San Juan de Dios le queda un curso, hasta los 21 años. Por ello, además del deporte, ya empieza a vislumbrar un futuro que pasará por los itinerarios para el empleo con los que cuenta el centro. “Él es muy competitivo y el deporte le debe enseñar su proyecto de vida”, sostiene Del Rey, a sabiendas de que a partir de cierta edad la práctica del atletismo ya no servirá.
El reto de Polonia
“Lo primero será disfrutar. Y si se puede ganar medallas en las pruebas que compita, pues mejor. También quiero hacer amigos y vivir una experiencia nueva”. Así afronta la cita de Polonia, con gran ilusión. Allí luchará en 5.000 y 10.000 metros al aire libre. “Está muy preparado para ambas disciplinas. Yo siempre le animo porque creo que puede. Nunca le diré a un chico que deje de intentarlo”, sostiene Abdelali, mientras Adrián realiza varias series de 400 metros en las pistas ubicadas en las instalaciones de Pepe Rojo, a las afueras de Valladolid, junto a sus dos inseparables compañeros de faena, Anderson y Yahya, que solo tiene 15 años. “Han sido muy importantes en el compañerismo, la integración y la inclusión de Adrián”, sentencia el entrenador, quien los alaba por los “consejos” que le trasladan.
La velocidad de Parras no se ciñe solo el atletismo. Nacido el 1 de enero de 2001 puede presumir de haber sido protagonista en la prensa de la época como el primer nacido del siglo en la provincia. Muy vinculado a su entrenador y a su libreta, juntos entrenan todos los días, a veces en sesión doble, en las pistas de Río Esgueva, Pepe Rojo o en el Pinar de Antequera. “Es muy constante”, reitera Abdelali, quien consiguió victorias compitiendo con el equipo Vinos de Toro hasta su retirada.
Muchos 'adrianes'
Ello le ayudó también a corregir algún problema de salud, para lo que ha contado también con la inestimable ayuda de sus padres. “Ahora le hacen las analíticas y está muy bien en todo”, sostiene Abdelali, quien trabajó como voluntario en Asprona durante cuatro años y conoce bien casos como el de Adrián. No en vano, conoció a su mujer, zamorana, cuando ésta colaboraba con una organización en Marruecos. “Seguro que en San Juan de Dios hay muchos 'adrianes'”, le señala a Roberto del Rey. De hecho, entrena a numerosos niños, entre ellos una niña de 11 años con una discapacidad física y otro de 9 años, visual. “Y pueden llegar muy lejos”, espeta.
Parras, muy fiel y obediente a su preparador, se reconoce una persona constante, algo a lo que ha contribuido el deporte. Antes de ir a clase ya se “pega su primera carrerita del día”, como desliza el técnico del centro.
Ahora, Adrián Parras se prepara ahora para mejorar en el 1.500, prueba que es más explosiva que los 5.000 o los 10.000. Ya cuenta con marca oficial para los mundiales de Polonia. El objetivo es alcanzar los Juegos Paralímpicos de la capital francesa, pero teniendo claro la máxima marcada por Abdelali: “Siempre me dice que a veces se gana y otras no se consigue, pero damos todo lo que se pueda”. Algo que ha podido corroborar de primera mano visualizando vídeos de las competiciones en las que participó su propio preparador. “Hemos visto videos de él juntos y aprendo de ellos. Además, tengo mucha confianza porque fue voluntario con Asprona y yo veo que cree en mí. Me exige lo que él cree que puedo dar, saca lo mejor de mí”, concluye Adrián, deseoso de poder colgarse una medalla olímpica en 2024: “Sería un sueño. Con participar estaría muy contento”.