Una de las medallas de oro más simbólicas de la historia del olimpismo español, la del 1.500 de los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92, obtenida por Fermín Cacho y festejada por todo un país que le empujaba en los últimos 100 metros de la prueba, cuando ya alzaba los brazos hacia la eternidad de los dioses del monte Olimpo, roza ya la treintena. Quien se la colgó al cuello poco después de estallar en un júbilo coral con la grada -en la que se encontraban y congratulaban por el logro, los entonces, rey Juan Carlos I y príncipe Felipe- fue el atleta soriano Fermín Cacho, que, desde Andújar, en Jaén, atiende a El Español-Noticias de Castilla y León.
En estos Juegos Olímpicos de Tokio que, ya de por sí, son atípicos por celebrarse un año después de lo que corresponde, el atleta comparte que “no será una edición descafeinada, salvo para el público, familiares y amigos que aguardan cuatro años, cinco en este caso, para vivir la experiencia”. Explica que el deportista y el atleta se abstrae por completo del bullicio que le rodea y que “ni ve ni oye”.
Uno de los grandes reclamos de todo sueño que comienza de niño y evoluciona, sudor y lágrimas mediante, hasta ser coronado con laurel en lo alto del podio a la espera de escuchar el himno del país de origen de cada atleta es el del espíritu olímpico. Ése que, en palabras de Cacho, “sigue intacto pese a la pandemia, la ceremonia de apertura y las gradas de los estadios vacías”. Es más, pone en valor y realza el compromiso de todos los deportistas que se congregan en el país nipón a la espera de ese desfile en el que, por primera vez en la historia, la delegación española contará con dos abanderados: Mireia Belmonte y Saúl Craviotto, con ocho y siete metales olímpicos, respectivamente.
Otra de las grandes figuras que se encuentra entre los 321 deportistas de la expedición española en Japón es Jesús Ángel García Bragado, quien afronta su octava participación en la cita por excelencia del deporte. El marchador, con ambas caderas operadas, será el primer atleta en alcanzar dicha cifra y el propio Fermín Cacho califica este logro como “impresionante”. ‘Chuso’ es “incombustible y ahora tiene por delante el broche de oro idóneo a su carrera deportiva, tras innumerables participaciones, también, en campeonatos europeos y mundiales”, tal y como le define el soriano, al mismo tiempo que le desea que “salga y se limite a disfrutar”.
En vistas del futuro del atletismo español, hace balance sobre la epopeya de Mohamed Katir al batir, en apenas un mes, los récords nacionales de 1.500, 3.000 y 5.000 metros. La marca de 1.500 la instauró el propio Fermín Cacho en el ya lejano año de 1997, en la austriaca Zurich, al detener el crono en 3:28.95, un tiempo que el pasado 10 de julio bajó Katir en 19 centésimas de segundo. “Los récords vienen escritos en papel para ser mejorados y, tras diez años sin grandes marcas ni muchas finales conseguidas, ‘Mo’ es una de las ilusiones en la lucha por las medallas”, se jacta Cacho.
“Yo me la jugaría, tiene una de las mejores marcas y no me conformaría con ser finalista”, aconseja a un Katir que, según él, tiene serias opciones de “morder el oro”. También augura un gran relevo generacional ante las ausencias de grandes nombres como el de Kenenisa Bekele, quien ostenta el récord olímpico de los 5.000 metros. “Hombres como el propio Katir o Ignacio Fontes custodian el futuro de nuestro atletismo a buen recaudo”, asegura.
En la cita olímpica de la ciudad condal a comienzos de la década de los ’90, 22 medallas, trece de ellas fueron de oro, se posaron sobre los hombros de atletas españoles. Fue la edición más prolífica y sobre la que está por comenzar, en apenas unas horas, Cacho vaticina que “si se consiguen entre quince y 18 medallas, será un éxito mayúsculo”.
El, hasta hace días, hombre récord del ‘milqui’, lamenta la oportunidad perdida para los deportistas de los ‘otros Juegos Olímpicos. Esa cita paralela al gran evento que permite “ver al ‘Dream Team’, que sólo hubo uno, y relacionarte con los mejores deportistas de cada país”. Los allí presentes se perderán la “otra vida, en la que igual hay un poco más de jaleo a medida que finalizan ciertos deportes o que algunos deportistas van cayendo eliminados”, valora entre algún que otro risueño suspiro.
El compromiso de la leyenda del atletismo es tal que, junto con Ruth Beitia, está embarcado en un proyecto de formación para atletas menores de 23 años. Se trata del club de atletismo ‘GO fit Athletics’, a través del cual acompañan a cada joven en los dos caminos indispensables: el de la formación atlética y física -con entrenadores, médicos, fisioterapeutas y psicólogos- y el de la formación académica, fundamental para la vida al final de la edad competitiva.
Fermín, un hombre que al hablar con él, de buenas a primeras, elimina todos los posibles prejuicios sobre el trato humano que penden sobre el aura de los deportistas, acerca con sensibilidad cada experiencia y opinión, tal y como lo hace con su tierna despedida, desde la lejana y calurosa provincia de Jaén.