Álex Mazaira Gómez (Orense, 1997) se convirtió en la primera incorporación del presente curso del UEMC Real Valladolid. El ala-pívot gallego no aterrizó solo en Valladolid, en su maleta le acompañan tanto en mudanzas como en desplazamientos a los encuentros los apuntes de psicología, otra de sus grandes pasiones. El deportista de 25 años ya planifica su futuro lejos del parqué en el que espera que esté relacionado con el baloncesto, deporte que practica desde muy pequeño y que le ha permitido defender los colores de la cantera de FC Barcelona.
Las malas condiciones laborales, un futuro incierto y varias crisis han sido un caldo de cultivo para que muchos deportistas salgan de su impenetrable 'burbuja' y asuman una realidad dura. En la actualidad, el deporte profesional ya no cuenta con los sueldos de antaño en el que los deportistas podían retirarse de la práctica de su modalidad sin tener que preocuparse por ver la cuenta bancaria. Todo ello ha pasado a la historia. La realidad, complicada, implica a varios eslabones del deporte español que tienen que hacer esfuerzos titánicos para sobrevivir.
El baloncesto, desde hace años, ha reducido considerablemente sus partidas presupuestarias: la falta de ayudas por parte de la administración, la disminución de los patrocinadores y el aumento de los gastos suponen un notable perjuicio en los salarios de los jugadores y cuerpo técnico. En la ACB, máxima categoría del baloncesto español, el salario mínimo para los jugadores mayores de 26 años es de 68.337 euros brutos al año. Una remuneración que desciende considerablemente en la LEB Oro, tan solo un escalafón por debajo de la ACB y en la que los sueldos oscilan de media entre los 10.000 y 15.000 euros brutos al año.
Con estos datos, muchos son los jugadores que buscan formarse para tener cierta estabilidad ante un futuro desolador. Álex Mazaira, recién fichado por el UEMC Real Valladolid, encontró su hueco en la UOC (Universitat Oberta de Cataluña) cursando Psicología a distancia. "Hice el bachillerato científico. En el primer año jugaba en el FC Barcelona B y había muchos entrenamientos. Para ir a la universidad tardaba una hora y al final puse en una balanza: apostar por el baloncesto o centrarme en los estudios seriamente. Compaginar ambas cosas era muy complicado", ha rememorado el jugador gallego que, finalmente, tuvo que decidir. "El primer año dejé Bioquímica y me pasé a Psicología junto con un compañero de equipo. Me llamaba la atención ya que en el FC Barcelona habían implementado un psicólogo deportivo y era lo que me gustaba: me vino muy bien ya que los dos primeros años de sénior fueron muy complicados donde jugaba poco y, charlar con el psicólogo, me vino muy fenomenal".
Poco a poco, fue adentrándose en una carrera relacionada con la actividad que desempeña, pero rara vez cursada por los diferentes deportistas que acostumbran a estudiar INEF entre otros grados. Las experiencias y las herramientas que le aporta la teoría, hacen de Álex Mazaira un ala-pívot diferente al resto. "Estuve en el FC Barcelona y desde que eres un niño sientes mucha presión, hay mucha gente viéndote, valorándote y opinando sobre ti. Tras estar allí, convives con ello desde hace diez años. Cuanta más gente hay en el pabellón, me siento más metido en el partido. Aprendí a entender que el baloncesto es un juego, es mi vida, pero hay cosas más importantes como la familia, los amigos o la pareja que te hacen ver lo que hay más allá del deporte", ha subrayado. No obstante, gracias a sus conocimientos, el cambio fuera de la pista ha ido a mejor: "La Psicología me ha ayudado a dejar de 'castigarme' cuando hacía un mal partido".
Y es que, en muchos casos las experiencias son las que nos mueven y nos cambian la forma de afrontar situaciones complicadas. Con apenas 15 años le llegó su gran oportunidad de jugar en uno de los clubes más laureados del panorama europeo, su aventura, compleja, tuvo claroscuros que le han permitido madurar a pasos agigantados. "Salí de Cataluña tras dos años jugando muy poco y las ofertas no son iguales que cuando eres importante. Fue un verano largo y me acuerdo que fiché en Manresa a finales de agosto. Ese tiempo fue un poco duro, pero, por suerte, estaba con mi familia en casa y me ayudaron a llevarlo lo mejor posible. Cada año ha sido más fácil y he ido creciendo un poco más", ha afirmado Mazaira acerca de uno de los focos de tensión de los jugadores de baloncesto ante la incertidumbre que se presenta el no tener equipo en verano. "A mediados de julio ya sabía que iba a recalar en el UEMC Real Valladolid y eso me permitió pasar un verano tranquilo".
Acerca del futuro, Álex Mazaira tiene un enfoque claro sobre su dedicación, un futuro que buscará fusionar el baloncesto y la psicología: "No me veo en una clínica, sino en un club trabajando con la base. La cantera del FC Barcelona estaría muy bien porque ya la conozco y podría aportarles mis vivencias: mi experiencia cuando era niño, como lo pasé en esa etapa, el separarme de la familia, los malos partidos, etc. Enfoco la psicología trabajando en algo relacionado con el baloncesto ya que al vivirlo en primera persona podré echarles una mano".
A las puertas de una ilusionante temporada a orillas del Pisuerga
El cuadro vallisoletano comenzará una nueva temporada el próximo 7 de octubre. Los pupilos de Paco García, en plena pretemporada, comienzan a entrar en la dinámica de la competición tras unas merecidas vacaciones: "Estamos trabajando mucho. El día a día está siendo muy bueno, nos estamos conociendo todavía y viendo que puede aportar cada uno al equipo. Por nombres la plantilla es muy buena, pero el equipo se está haciendo ahora. Vamos por el buen camino". Mazaira, la primera incorporación de esta nueva temporada, se encuentra "cómodo" en la ciudad tras su andadura la pasada campaña en Melilla.
Con todo, el proyecto vallisoletano es mucho más ambicioso que el melillense por historia, afición y exigencia de los aficionados. "El objetivo es sacar las primeras victorias y tener solidez en casa. La gente se va a enganchar si logramos eso. Hay rivales duros, pero tenemos que sacar lo máximo posible fuera de casa". Una exigencia que cada año aumenta considerablemente: "El nivel está subiendo. En la parte de arriba hay tres o cuatro equipos duros. Espero que estemos en la zona alta".
En el banquillo continuará Paco García, buque insignia de un club que lo pasó mal la temporada pasada pero, con su regreso, lograron meterse en fase de ascenso sobre la bocina rozando una hazaña al alcance de muy pocos: "A Paco lo conocí cuando entrenó en Ourense y yo era infantil. Lo que transmitía en el banquillo te indica como es. Exprime al máximo a los jugadores. Quiere ganar y competir. Es un gran entrenador e ideal para este grupo de jugadores", ha subrayado Álex Mazaira.