Nacida en Palencia, pero desde el año 2013 siendo “chamiza”, Patricia Carreño Vallejo es la segunda capitana del Crealia El Salvador. Las pucelanas certificaron a finales de marzo su ascenso matemático a la División de Honor Femenina del rugby español.
Tras un baño de masas y visitas a Ayuntamiento y Diputación de Valladolid, la segunda línea, de 34 años, y amante de la música, de la montaña, y también del Crossfit, lleva tatuado en una pierna un oso con la fecha del anterior ascenso, en 2019, y en la otra el “in contraria ducet” que aparece en el escudo del club.
EL ESPAÑOL – Noticias de Castilla y León charla con ella tras una temporada para enmarcar.
P.- ¿Cómo ha sido la temporada?
R.- Ha sido muy especial. Mucha pretemporada, muchos entrenamientos. Las chicas estábamos unidas desde el principio. Ha sido espectacular. Al final hemos conseguido el objetivo que perseguíamos que era el del ascenso y ha sido una temporada para recordar.
P.- El broche ha sido ese partido ante Las Rozas para certificar el ascenso. 0-84, ni más ni menos. ¿Cómo lo vivió?
R.- Fue muy divertido. Era un partido en el que salimos muy positivas, con muchas ganas. Fue un partido que no se me borrará nunca de la mente.
P.- ¿El objetivo, desde el principio, era el de lograr el ascenso?
R.- Nuestro principal objetivo no era ascender sino conseguir ser un equipo de División de Honor desde la base. La consecuencia de todo eso ha sido conseguir el ascenso a la Liga Iberdrola de nuevo y estamos muy contentas.
P.- Ahora, todavía, toca disfrutar, pero, ¿Cómo cree que va a ser la siguiente temporada en División de Honor?
R.- Es más duro. Al final, la División de Honor femenina se está convirtiendo en algo más profesional. Los equipos invierten mucho dinero en fichajes y creo que, por suerte, estamos en el mejor club de España y sé que nos van a apoyar al máximo. Será difícil, pero esperamos hacer una buena campaña.
P.- ¿Cómo llega hasta El Salvador?
R.- Empecé jugando en Palencia. Tenía mucho contacto con el club porque es el equipo de referencia de Castilla y León. Me vine a Valladolid, seguía entrenando un poco en el Palencia pero en un Torneo contra la Violencia de Género me dijo la jefa: “Te quedas aquí” y me quedé en el Chami.
P.- ¿Qué es para usted el Chami?
R.- Una familia más. Lo llevo tatuado en ambas piernas. En una un oso con la fecha del anterior ascenso en 2019 y en la otra el “in contraria ducet” que aparece en el escudo del club. Es mi vía de escape para quitarme de la cabeza los problemas del trabajo.
P.- ¿De qué trabaja? ¿Es complicado alternarlo con el rugby?
R.- Es difícil. Estoy terminando la carrera de Ambientales. Solo me queda presentar el trabajo de fin de Grado. Por suerte, trabajo de lo mío. Ahora mismo me acaba de contratar una empresa. Vengo de ser técnico de gestión medioambiental en Renault y ahora paso ya a ser gestora de proyectos y responsable de la depuradora. Con mucha ilusión. En cuanto a lo de compaginar, por suerte tengo jornada continua y puedo llegar a los entrenamientos, pero es duro cuadrar trabajo, estudios y rugby. Hay que sacar tiempo.
P.- Le iba preguntar si le gustaría dedicarse solo al rugby, pero tiene una carrera profesional brillante…
R.- Por desgracia es complicado dedicarse solo al rugby. Casi ni a los jugadores de los equipos masculinos les da para vivir, con el femenino es más complicado. También es cierto que Ambientales lo estudio por pasión y me encanta. Seguiré compaginando como pueda.
P.- Un objetivo y un deseo en el corto y medio plazo.
R.- En lo deportivo: seguir igual, construyendo este equipo. También, que las niñas que están abajo tengan ganas de estar arriba con nosotras. En lo personal que todo vaya bien también y seguir disfrutando.