R. Travesí / ICAL
2020 fue un año con abundantes precipitaciones que tuvo su reflejo en la producción de energía eléctrica generada en las centrales hidráulicas de Castilla y León. No en vano, son instalaciones que utilizan la fuerza del agua para obtener energía mecánica que luego se transforma en electricidad. Una situación que favoreció que la producción de electricidad en la Comunidad aumentara un 13,8 por ciento a lo largo de 2020, en comparación con el ejercicio anterior, gracias a la energía hidráulica que se disparó un 54,8 por ciento.
Mientras el consumo de electricidad cayó un 5,8 por ciento en Castilla y León en el año de la pandemia, motivado sobre todo por el descenso de la demanda de energía por parte del sector industrial y servicios, la producción bruta de energía eléctrica mantuvo en 2020 un buen comportamiento. No en vano, la Comunidad generó un total de 25,7 millones de megavatios hora (MWh), lo que supuso un 13,8 por ciento más que el ejercicio anterior. De ese total, la energía eólica supuso la mitad de la producción, al sumar 12,8 millones de MWh, seguido de la hidráulica (33,2 por ciento, con 8,5 millones), la térmica (12,4 por ciento, con 3,2 millones) y la solar (4,3 por ciento, con 1,1 millones de megavatios hora). Un incremento que con el descenso del 3,3 por ciento experimentado el año pasado en el conjunto de España, hasta los 257,8 millones de MWh.
La memoria del Ente Regional de Energía (Eren) consultada por la Agencia Ical recoge que la Comunidad genera casi uno de cada cinco megavatios de las energías limpias en España. En concreto, los 12,8 millones de MWh producidos por los molinos de vientos instalados en Castilla y León suponen el 23 por ciento del total del país. Un porcentaje que se queda en el 7,2 por ciento en el caso de la energía solar. Además, las centrales hidráulicas de la Comunidad tienen mucho peso, ya que generan uno de cada cuatro megavatios a nivel nacional. No en vano, del total de 33,8 millones de MWh en el país, 8,5 millones proceden de la autonomía. Además, es un territorio con superávit puesto que la producción de energía eléctrica es casi 2,5 veces superior al consumo.
El alto nivel de agua en los embalses, tras un año hidrológico que cerró con un superávit del 10 por ciento respecto a lo habitual y unos pantanos de la cuenca del Duero al 46,3 por ciento de su capacidad, favoreció el funcionamiento de las centrales hidráulicas. Se trata de una energía oscilatoria al depender de la meteorología como las lluvias, al igual que ocurre con el viento en el caso de los molinos eólicos.
Precisamente, las abundantes precipitaciones registradas en 2020 permitieron que la electricidad generada por la tecnología hidráulica se disparara un 58,4 por ciento, al pasar de 5,4 a 8,5 millones de MWh.
La provincia de Burgos, con 5,8 millones de megavatios, sigue a la cabeza de la Comunidad en la producción bruta de energía eléctrica, tras registrar un incremento del uno por ciento. Aunque el buen comportamiento de las centrales hidráulicas ha permitido que Salamanca se encuentre cerca, con 5,2 millones de MWh, lo que supuso un aumento del 42,4 por ciento en comparación con la energía generada en 2019. Lo mismo ocurrió con Zamora, con 3,7 millones y una subida del 35 por ciento. Completa el listado Soria (2,8 millones y una bajada del 12 por ciento); Valladolid (2,5 millones y un aumento del 69,5 por ciento); León (2,3 millones de MWh y un 12,8 por ciento más) y Palencia (casi 2,1 millones, con un 16,4 por ciento menos). Cierra la estadística energética de la Comunidad las provincias de Ávila (801.045 MWh, con una subida del 2,3 por ciento) y Segovia (424.359 MWh, con un aumento del 22 por ciento).
Mientras que los fuertes incrementos de la producción de energía de Salamanca y Zamora están relacionados con las lluvias, en Valladolid se debe al aumento de los parques éolicos y solares instalados. No en vano, la producción de electricidad en los molinos de viento ha pasado de 630.621 MWh a 1,3 millones y la solar, de 257.575 a 459.562 MWh.
Vuelco política energética
El vuelco de la política energética en España, con el cierre de las instalaciones más peligrosas y contaminante, ha supuesto un cambio sustancial del mapa de la producción en Castilla y León. Primero, se decidió el cese de la actividad de la central nuclear de Santa María de Garoña, en la provincia de Burgos, que cada ejercicio generaba unos cuatro millones de megavatios hora. Luego, le tocó el turno de los recortes a la energía térmica. Los continuos vaivenes del carbón generaban grandes oscilaciones en la producción de energía ya que frente a los 20,4 millones que se generaron en el año 2004 se pasó a los siete millones en 2009 e incluso hasta los 2,5 millones en 2010. Desde entonces, se recuperó y alcanzó elevados niveles como los 14 millones contabilizados en 2012.
Por el contrario, a raíz de las políticas públicas de apoyo a las energías renovables, las empresas construyeron grandes parques eólicos. Castilla y León fue uno de los grandes beneficiados de estos incentivos y eso ha tenido su traducción en la evolución de la generación de electricidad en los últimos años. Frente a los 5,5 millones de megavatios que la energía eólica aportó al sistema en la región en 2008 se ha pasado a los 11,5 millones en 2012 y los 12,8 millones del ejercicio pasado.
Diez millones menos de KWh
A la vista de los datos consultados por Ical, el aumento en las energías limpias no compensa la producción que generaban lo nuclear y lo térmico. Por lo tanto, la generación de electricidad en la actualidad en Comunidad está muy lejos de los 34,3 millones de MWh de 2014 (cuando ya no funcionaba la central de Garoña) y los 35,6 millones de megavatios de 2012 (de los que la mitad procedía de la energía nuclear y térmica). En concreto, 2012 fue el último ejercicio en que Garoña produjo energía eléctrica.