El sector de las start-up parece que no acaba de arrancar en Castilla y León. Durante el último lustro, en el periodo 2015-2020, nacieron y siguen activas en la Comunidad 509 empresas de este tipo, solo el 3,9 por ciento del total de sociedades creadas,12.900. Frente a ello, en la actualidad existen 22.771 en España, un 5,4 por ciento de las firmas que se generaron en el periodo de estudio, es decir, un punto y medio más que la media autonómica.
Así lo establece un estudio elaborado por Informa D&B, al que tuvo acceso Ical. Solo una parte de estas start-up se convertirán en empresas innovadoras de alto crecimiento. Aunque el término es muy utilizado en los últimos años, no existe una definición normalizada, con lo que para este informe se ha integrado en este grupo a empresas independientes de reciente creación que desarrollan una actividad tecnológica o innovadora.
El peso de este tipo de firmas sobre el total en la Comunidad es de los más bajos del conjunto de España. A día de hoy, más de una de cada cuatro start-up (27 por ciento) tienen su sede en Madrid, un 23 en Cataluña y un 12 por ciento en Andalucía. Es decir, casi dos de cada tres se encuentra en estas tres autonomías. Pero, sobre el total de creaciones en cada comunidad, el porcentaje de empresas emergentes es mayor en La Rioja, Navarra y la propia Madrid, con el 13,1, 7,3 y 6,7 por ciento, respectivamente, frente al 3,9 de Castilla y León.
La directora de Estudios de Informa D&B, Nathalie Gianese, comentó además que si se analizan las cuentas publicadas por las empresas creadas en estos últimos cinco años, la facturación media de las que entran en la definición de start-up es un 21 por ciento más elevada, algo que sí ha disparado la pandemia el año pasado.
Además, casi el 95 por ciento, según datos extrapolables a Castilla y León y España, son microempresas; cerca del tres por ciento, pequeñas, algo más del uno por ciento, medianas, y el 0,8 por ciento, las grandes, con 199 en total. En cuanto a su capital, han incrementado la inversión inicial un 191 por ciento, frente al 163 por ciento del resto, lo que “puede indicar ser signo de una mayor necesidad de capitalización”, según el informe.
Tanto su actividad en el exterior (importaciones y exportaciones), que realiza solo un cinco por ciento de estas empresas, como la implantación en el extranjero, el 0, 24 por ciento, está considerada “muy baja”. Pero sí son hasta dos veces más activas en redes sociales y medios de comunicación, un 15 frente al siete por ciento.
Menor riesgo de las start-up
En el análisis con el resto de empresas creadas en los últimos cinco años se aprecia que las start-up tienen “un mayor porcentaje de supervivencia”: ocho de cada diez continúan abiertas, frente al 74 por ciento de las demás, lo que desmiente la idea de que son “negocios de más riesgo”.
De hecho, su probabilidad de cierre en los próximos 12 meses es menor. Así, según el documento, tres de cada cuatro tienen un riesgo medio-bajo, frente al 68 por ciento de empresas en esta situación entre el resto. Su riesgo de liquidez (probabilidad de impagados) también es muy inferior, pues solo el 16 por ciento lo define como “alto o moderadamente alto” frente al 28 por ciento del resto. Además, cuentan con un índice de resiliencia más elevado: el 43 por ciento se encuentra en el nivel elevado o medio-alto, frente al 40 por ciento de las demás empresas.
También presentan una mayor propensión a crear empleo, pues las start-up tienen un promedio superior de número de empleados, seis frente a cinco; y de calidad, ocho de cada diez son puestos fijos, mientras que en el resto de compañías se queda en el 67 por ciento.
Sectores de actividad
Dada la definición utilizada de start-up, la mayor parte de estas empresas desarrollan actividades tecnológicas. Casi el 80 por ciento se dedica a servicios de alta tecnología y el 14 por ciento, a actividades manufactureras de alta tecnología. Dentro de los servicios tecnológicos, las actividades de programación representan casi la mitad, el 45,85 por ciento del total, y las cinematográficas, el 13,21 por ciento.
Relacionadas con actividades no tecnológicas figuran poco más del tres por ciento. De entre ellas, el 36 por ciento se dedica a servicios empresariales y el 18 por ciento, al comercio.