El exdirector ejecutivo del Fondo Monetario Internacional y doctor en Economía por la Universidad de Chicago, Juan José Toribio Dávila, aseguró esta tarde en Valladolid que las medidas para reducir las tensiones inflacionistas pasan obligatoriamente por un encarecimiento de los tipos de interés por parte de los bancos centrales y por una subida de impuestos para paliar el elevado déficit presupuestario.
Toribio Dávila, que también ocupó el cargo de director general de Política Financiera del Ministerio de Economía, ofreció esta tarde una conferencia titulada ‘La economía tras el COVID y la guerra de Europa’, organizada por el Foro de Empresarios de Castilla y León y la Fundación Schola, en la que argumentó que la actual escala de precios, que se ha visto agravada por la guerra de Ucrania, es fruto de las medidas que tomaron los gobiernos para superar la crisis del COVID.
El economista resaltó que la economía mundial, que el pasado año creció un 6 por ciento, lo hará este año un 3,5 por ciento, un punto menos que lo pronosticado a principios de año, con una importante creación de empleo tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea y España. No obstante, advirtió de que en este escenario de crecimiento hay importantes desequilibrios como una inflación que se “autoacelera” y que el próximo otoño puede provocar tensiones sociales como consecuencia de la disparidad entre el incremento de los sueldos y de los precios, así como el alto precio de la energía.
Además Toribio Dávila considera necesario que los bancos centrales actúen en energía en dos ámbitos, por un lado subiendo los tipos de interés y, por otro, dejando de comprar deuda pública, a la vez que advirtió que muchos gobiernos se verán obligados a subir impuestos para hacer frente a los elevados déficits presupuestarios y que también existe el riesgo de que en algunos países se disparen las primas de riesgo como consecuencia de la elevada deuda pública y se repita la situación vivida hace diez años en Grecia o Portugal.
Todos estos factores, según explicó, llevarán a las autoridades presupuestarias como monetarias adopten medidas restrictivas que van a tener algunos costes sociales.
“Burbuja de liquidez”
En su conferencia, Toribio Dávila reconoció que la situación económica global es compleja, pero recalcó que es fruto de las medidas adoptadas por los gobiernos para paliar los efectos de la crisis del COVID, como fueron los elevados compromisos de gasto, que generaron fuertes déficits presupuestarios y que fueron financiados recurriendo a un notable crecimiento de la deuda pública que, en su mayor parte, fue adquirida por los bancos centrales. Esta espiral, según indicó, acabó generando una “burbuja de liquidez”.
Además, explicó que aunque esta situación y esta “burbuja de liquidez” sirvió para recuperar la demanda interna de los estados, desde el punto de vista de la oferta comenzaron a aparecer cuellos de botella en la energía, en los minerales, incluso en los alimentos, “lo que nos permitió descubrir que es mucho más fácil recuperar la demanda, que arrancar la oferta”.
Esta situación tuvo su reflejo a primeros de este año cuando se registró un importante crecimiento, pero menor de lo esperado debido a los cuellos de botellas, y como consecuencia del exceso de demanda sobre oferta, la mayor inflación en 35 años. Además, a esta situación se vino a sumar en febrero la guerra de Ucrania, “que ha venido a exagerar y agravar los problemas”.
En este sentido, reconoció que el agravamiento de la situación se deriva, en buena medida, de las sanciones impuestas a Rusia por los países occidentales, “con toda la razón del mundo, pero con consecuencias económicas como ha sido la fuerte subida de la energía”.