Los seis acuíferos de Castilla y León que están en su nivel más bajo desde los años 70 en la cuenca del Duero
Seis de las 64 masas de aguas subterráneas de la cuenca del Duero se encuentran actualmente en un mal estado cuantitativo, algo que ocurre cuando el índice de explotación es mayor de 0,8 y existe “clara tendencia de disminución” de los niveles contabilizados por los denominados piezómetros en una zona relevante de la masa de agua. Esta situación también se da cuando la masa de agua está sujeta a alteraciones naturales como consecuencia de la acción humana que impiden alcanzar los objetivos medioambientales para las aguas superficiales asociadas, o cuando puede ocasionar a los ecosistemas asociados una alteración del flujo que genere salinización u otras intrusiones.
Así lo explican a Ical fuentes de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) que apuntan a que estas masas en mal estado cuantitativo son los acuíferos de Tordesillas, Páramo de Cuéllar, Los Arenales, Medina del Campo, Tierra del Vino y Salamanca.
Respecto a la situación que se registraba en los años 70 del siglo pasado, los niveles se encuentran “bastante más bajos” aunque en la última década, según apuntan desde la entidad de cuenca, los niveles “se han estabilizado”, si bien lo han hecho en valores “mucho más bajos de lo deseable”. Esto en lo que concierne a las masas de agua subterráneas que más preocupan porque las que están en un buen estado tienen “una situación estable en general”.
Después de un otoño lluvioso y en especial de las intensas nevadas que han caído en gran parte de la Comunidad el pasado mes de enero, se prevé que este hecho pueda tener reflejo en los acuíferos, aunque dependerá también de las características del terreno. De cualquier forma, se prevé que pueda generarse un aumento “paulatino” de los niveles que será “más o menos rápido” en función de la permeabilidad, si bien podrá variar “de pocos días a varias semanas”.
Con esta situación, los principales riesgos que existen como consecuencia de este bajo nivel de las aguas subterráneas pasan por la “desconexión” de los acuíferos con los ecosistemas terrestres dependientes, en especial zonas húmedas y ríos, lo que supone “un impacto crítico” para estos ecosistemas. Además, la necesidad de ejecutar pozos “cada vez más profundos” para los aprovechamientos de aguas puede llegar a que las explotaciones “no sean económicamente viables”.
Otro de los riesgos supone que el acceso a zonas más profundas puede movilizar contaminantes como el arsénico, que forma parte de algunas rocas y que, en determinadas condiciones puede pasar al agua, lo que “compromete” su uso posterior; o la generación de salinización “en determinadas circunstancias”.
Con todo ello, los retos en relación a la situación de estas masas de agua subterráneas pasan, sobre todo, por la recuperación de los niveles de aquellos acuíferos que están en mal estado cuantitativo con el fin de “aumentar” el recurso disponible y mejorar “simultáneamente” el estado de los ecosistemas terrestres asociados a estas aguas subterráneas.
Mal estado químico
Además, hay otras 15 masas de agua subterráneas que están en mal estado químico en la cuenca del Duero. Según informaron a Ical fuentes de la CHD, todas las masas de agua subterráneas que se encuentran en mal estado químico es como consecuencia de las sustancias nitrogenadas generadas “principalmente por la actividad agrícola y ganadera” ya que en casi todas ellas el incumplimiento se debe sobre todo a la alta concentración en nitratos, superior a los 50 miligramos por litro.
En este caso se trata de Raña del Órbigo, Castrojeriz, Páramo de Astudillo, Páramo de Esgueva, Páramo de Torozos, Tordesillas, Aluvial del Duero Aranda-Tordesillas, Aluvial del Duero Tordesillas-Zamora, Páramo de Cuéllar, Los Arenales, Medina del Campo, Páramo de Escalote, Salamanca, Cantimpalos y Segovia.
Además de la consideración de esas masas en mal estado en el Plan Hidrológico vigente, se recoge un listado de masas en riesgo de no alcanzar un buen estado químico debido a la presencia de otros contaminantes. Es el caso de Villadiego, Burgos, Aluviales del Pisuerga-Arlanzón, Aranda de Duero, Aliste, Tierra del Vino, Almazán Sur y La Fuente de San Esteban, todas ellas en riesgo por nitratos.
Además, se encuentran en riesgo por sulfatos la masa de Castrojeriz; por cloruros, nitratos y sodio la de Villafáfila; por cloruros y sodio la de Tordesillas; la de Los Arenales por amonio, arsénico, sodio y sulfatos; armonio y arsénico la de Medina del Campo y Salamanca; arsénico y nitratos la de Ciudad Rodrigo; y por sodio y sulfatos la masa del Terciario detrítico bajo los Páramos.