La bucólica estampa, llevada del campo a la urbe, de un padre y su hijo pequeño, montado en un tractor de juguete, ha dejado de serlo, por un día, para convertirse en una llamada de atención y denuncia ante los “abusivos y ridículos precios” a los que la leche se vende. Una cola de espera se formó, ya tiempo antes de la convocatoria, a las 12:00 horas, desde la mitad de la calle Santiago hacia la Plaza Zorrilla. “He visto aquí un tumulto y me he apuntado”, revelaron algunos curiosos que admitían desconocer de qué iba la historia. No obstante, el sentir general de la gente allí presente era el de apoyo total a una causa “legítima y que, incluso por los consumidores, sería aceptada sin duda alguna”, aclaró una vallisoletana vecina con dos bricks de leche entre sus brazos.
De vuelta a la familia ganadera, el remolque del tractor conducido por el pequeño, contó con el mismo número de pancartas que de cartones de leche, dos. Una alegoría del futuro incierto que le espera, tanto a él como a su generación, y que “le va a impedir dedicarse a la ganadería”, confesó, apesadumbrado, su propio padre.
Venidos de Zamora, ambos fueron uno de los focos de atención en una acción reivindicativa que aglutinó en la comercial calle de la capital castellana a dispositivos de la Policía Nacional, ganaderos y vecinos solidarios, en defensa de la “dignidad de los ganaderos, que trabajan, de sol a sol, para llevar leche a las neveras de todo el país”, en palabras de otro de los ciudadanos que recibía dos litros de leche.
“Los costes, todos, a nivel de energía, de materias primas para alimentar al ganado y el resto han subido, a excepción del precio base al ganadero, con unos precios finales que no se corresponden con lo repercutido en el proceso de producción”, denunció el padre del joven, deseoso de continuar con el negocio familiar.
“La ley de la Cadena Alimentaria debe cubrir los costes de producción, así entra producto terminado y más barato que degenera en un problema cuya única solución es la protesta constante, incluso, frente al Ministerio”, desveló. La urgencia económica que “tantas pérdidas genera, llegando a obligar a cerrar a muchos compañeros”, responde, únicamente, al desfase de los costes con el precio de venta que no permite, siquiera, construir una nave para ampliar el negocio ni, “por supuesto, abrir uno nuevo comenzando de cero”.
Con respecto a la Política Agraria Común, el indignado ganadero aclaró que “se ha vendido como una ayuda a los ganaderos y agricultores, cuando se trata de una ayuda para el consumidor final, para que el precio le sea asequible”. Asimismo, señaló que, durante la emergencia de la pandemia o de catástrofes naturales, como en el caso del temporal ‘Filomena’, el sector primario fue “el primero en volcarse, de manera solidaria y sin ser reclamados, para ayudar a todo aquel que lo necesitó y, ahora, sin embargo, las instituciones se olvidan”.
Rápidamente es interrumpido por unos cuantos curiosos que ansiaban sacarse una foto con él y con su hijo que, si bien sonreía, tiene frente a sí un futuro con neblinas, y no climáticas, sino llenas de incertidumbre de un sector que reclama auxilio.