El secretario general de Asaja en Castilla y León, José Antonio Turrado, abogó hoy por la convivencia entre los modelos de ganadería extensiva e intensiva y lamentó las opiniones “radicales”, según informa ICAL. A su juicio, el debate en el modelo ganadero no es el que ha abierto el ministro Alberto Garzón, ni el de algunos ganaderos “que se apuntan a defender lo suyo y que se alegran del mal del vecino”. El debate, señala en un artículo de opinión, es que un país como España, en el que hay “una cabaña ganadera envidiable en medio mundo y que está encontrando un importantísimo nicho de mercado en la exportación, conviva el modelo de explotación ganadera extensiva con el de las granjas más intensivas”.
Ambos modelos, en su conjunto y no siendo auto-excluyentes, defiende, “darán sentido a nuestra agricultura, potenciarán como lo están haciendo nuestra balanza comercial exterior, prestigiarán nuestra turismo gastronómico y asentarán población en el territorio rural”. Es el momento, afirma, de “cerrar un debate estéril que surge de quienes han nacido en la opulencia y no piensan en los demás, tan siquiera en esa gran parte del mundo en la que se pasa hambre, en la que la gentes se mueren de hambre, y en la que un niño lloraría de felicidad si pudiera comerse a dos manos un muslo de pollo o una chuleta de cerdo agarrada por el hueso”.
Describe la ganadería intensiva como "útil y viable"
Respecto a la ganadería intensiva, que describe como “útil y viable” comenta también que ha permitido acercar la proteína animal también a las capas sociales más humildes y ha contribuido y contribuye a la difícil tarea de erradicar el hambre en el mundo. Los profesionales del sector, comenta, saben cómo gestionar las explotaciones para que sean económicamente viables, para producir con los más elevados estándares de sanidad y bienestar animal que imponen administraciones exigentes como la europea, y para poder ofrecer al consumidor proteína animal que además de nutrir conforma uno de los placeres de la vida. “Un placer legal y legítimo, como para algunos es fumar porros”, añade.
Turrado opina que en los últimos tiempos, y de la mano de grupos conservacionistas con ideología de extrema izquierda, se ha cuestionado el modelo de ganadería intensiva que se practica en el mundo más desarrollado, y se hace no con una base científica, sino con argumentos ideológicos.
Considera que “a la ganadería intensiva no se le reconoce mérito alguno, al ganadero no se le valora su trabajo y su inversión, por lo que es permanentemente denostada asociándola incluso a los grandes capitales y fortunas colgándoles el sambenito de que son macrogranjas. Todo es una macrogranja, donde a puerta cerrada se maltrata y tortura a los animales”.