El sector primario de Castilla y León dice adiós a 2023 con malas cosechas, las consecuencias de la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE) desatada en el bovino, los altos costes de los insumos tras la invasión de Putin en Ucrania y los bajos precios que, a su juicio, se le paga al productor.
Una situación que ha colocado al sector "contra las cuerdas" por lo que desde UPA-COAG piden un refuerzo de la Ley de Cadena Alimentaria como garantía mínima de rentabilidad para las explotaciones agrícolas y ganaderas, en su mayor parte de carácter familiar (más de 50.000).
A pesar de que no todos los subsectores cierran 2023 de igual forma (es especialmente llamativa la recuperación de los precios de la leche, lo cual ha permitido al vacuno de leche recuperarse tras años de crisis), los costes de producción han continuado durante este ejercicio en niveles muy elevados, lo cual ha repercutido directamente en la viabilidad económica de muchas explotaciones en España y también en Castilla y León.
Unos sobrecostes que en la mayoría de las ocasiones el productor "no ha podido trasladar ni compensar" mientras continuaba al alza el precio de los fertilizantes y del resto de insumos.
Por este motivo, desde UPA-COAG exigen a la Administración que vele porque se cumpla la Ley de la Cadena Alimentaria que contempla que ningún eslabón de dicha cadena pueda vender a pérdidas.
La sequía ha sido uno de los principales problemas que ha agravado la situación de este sector estratégico en Castilla y León y que ha obligado a las aseguradoras a disparar el importe de las indemnizaciones por la pérdida de cosechas. De hecho, Agroseguro ha tenido que destinar la cifra histórica de 233 millones de euros en indemnizaciones durante el año que acaba, lejos de los 207 millones que tuvo que desembolsar en el año 2017 y que ya supuso por entonces una cifra récord, o de los 83 millones del año 2022.
La falta de agua ha afectado en especial al cereal, con pérdidas que se estiman en 1.500 millones de euros, por lo que desde estas organizaciones agrarias exigen a la Administración que ponga en marcha políticas hídricas que aprovechen al máximo este recurso y permitan al productor sacar adelante sus cultivos. Es "la segunda peor cosecha del siglo con una caída del 50%", indican desde UPA-COAG.
Sin embargo, no todos los cultivos han experimentado esta evolución a pesar de que los sobrecostes han sido generalizados. Así, en lo que respecta al sector azucarero, se han cultivado casi un 60% más que en la campaña anterior, y la situación es "buena" porque, además, los precios del azúcar se han mantenido altos.
Pero el año también se despide habiendo sido el primero de la entrada en vigor de la nueva PAC 2023-2027, que salió adelante con la oposición de todo el sector y que endurece las medidas que agricultores y ganaderos han de adoptar para ser más sostenibles medioambientalmente hablando.
Todo ello, además, en un momento especialmente difícil por las pérdidas que arrastra el sector tras el inicio de la guerra en Ucrania y la correspondiente subida en los precios de los insumos, con un incremento del 70% en los precios de los abonos de sementera y un 50% en los del gasóleo.
Es precisamente "el exceso de burocracia y de impuestos medioambientales, uno de los mayores problemas de las explotaciones ganaderas en la Comunidad", que reclaman que esa sostenibilidad se aplique también a la parte económica de estos negocios, en su mayoría familiares, para que primero puedan seguir siendo viables.
De hecho, el año cierra con una pérdida de 428 activos agrarios y lo hace repitiendo tendencia: cada vez son menos los jóvenes que se incorporan al campo y cuando una explotación familiar cierra, no hay relevo.
El año que comienza en apenas unos días "será clave para el sector en Castilla y León", por lo que desde estas organizaciones agrarias reclaman "mayor interlocución" tanto a la administración autonómica como a la nacional.
Por su parte, la aparición de la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica que apareció en noviembre de 2022, también ha supuesto un "desafío" para el sector ganadero que ha tenido que comunicar la baja de más de 6.000 cabezas de ganado en los primeros diez meses del año. Una enfermedad que, a falta de vacuna, continuará haciendo estragos el próximo año.