El emprendimiento tecnológico se encuentra en ese limbo entre quienes ven con recelo la posibilidad de ganarse la vida poniendo en marcha su propia startup y quienes acuden para conseguirlo a ferias como la celebrada a comienzos de septiembre en Salamanca, que impulsada por CyLHub, consiguió reunir a más de 2.600 personas y a algunas de las figuras más importantes de este ecosistema en el mundo.
Lo cierto es que la suma de Internet y talento alumbra nuevos modelos de negocio con inversiones pequeñas en su fase de semilla, que permiten a jóvenes disruptores ofrecer un servicio al consumidor sin tener que hacer las maletas y mudarse a capitales de provincia más pobladas.
Startups castellanas y leonesas como Roams, Eternity o Fundeen, o Zunder ya son referencia en los sectores en los que operan. Y sin haberse tenido que deslocalizar y trasladar sus oficinas a grandes ciudades como Madrid o Barcelona. En Castilla y León sus costes eran infinitamente más bajos y las distancias más cortas. Además, los equipos podían reunirse presencialmente de forma más fácil. Se podía emprender, en definitiva, sin correr tantos riesgos y sin renunciar no sólo al apego familiar sino, además, a una indiscutible mayor calidad de vida.
No obstante, su capitalización está aún lejos de otras españolas que en su día empezaron también de cero y hoy son consideradas unicornios (aquellas cuyo valor alcanza los 1.000 millones de euros), como les ocurrió a Idealista, Jobandtalent, Glovo, Cabify o Wallbox.
Pero ¿podría ser ésta la oportunidad de oro para generar riqueza sin deslocalización y revertir el desierto demográfico en una de las comunidades autónomas más envejecidas y despobladas de España?
Vamos por partes: las diferencias de emprendimiento tecnológico entre unas comunidades y otras siguen siendo abismales. En Castilla y León, y según datos de la consultora Informa D&B, de las casi 13.000 empresas creadas de 2015 a 2020, sólo el 2,24% fueron startups. Madrid, Andalucía y Barcelona acaparan el 62% de las startups que se constituyeron en ese período.
Pero para impulsar este nicho de empleo y emprendimiento, el Gobierno de Pedro Sánchez está a punto de dar luz verde a la nueva Ley de Creación de empresas, que podría suponer un fuerte impulso al desarrollo de este ecosistema empresarial.
Por fin un estatuto de la startup
Hablamos con Faÿçal Hafied, fundador del banco Klymb y uno de los mayores expertos europeos en asesoría a empresas tecnológicas de nueva creación. Ha sido responsable de políticas de innovación en el Ministerio de Economía francés y acaba de publicar un informe en el Real Instituto Elcano donde comparte su experiencia en la administración francesa y propone una estrategia nacional de deep tech para España.
¿Puede esta ley impulsar de forma definitiva la creación de startups y frenar así la sangría de población en Castilla y León, que en 2021 lideró este ranking en España? Las medidas que el Gobierno nacional tiene previsto adoptar, van en esa línea: favorecer el emprendimiento en zonas rurales, mejorando la conectividad y facilitando que las ideas con talento encuentren cómo ponerse en marcha.
"La ley de creación de empresas será un punto de partida útil para corregir importantes retrasos en el ecosistema tecnológico español". En particular, establece un sistema de opciones sobre acciones (lo que los anglosajones llaman 'Esop' por 'Employee Stock Ownership Plan'), "que ayudará a retener y recompensar a los empleados, y que ya existía en muchos países europeos, pero no en España", explica Hafied.
El proyecto de ley introduce también una reducción de la fiscalidad para los gestores de fondos sobre los ingresos percibidos por los intereses transferidos (la parte de las ganancias de capital obtenidas por los fondos de inversión que va a parar al equipo de gestión). Una medida "que existe en Francia desde el año 2000 y que aún no era una realidad en España", indica.
La ley incluye la creación del estatuto jurídico de startup expedido por Enisa (Empresa Nacional de Innovación que financia proyectos viables e innovadores de pymes españolas), al cual "se le adjuntarán interesantes incentivos fiscales (reducción del impuesto de sociedades entre el 15% y el 25% bajo ciertas condiciones en el primer año si sus beneficios son nulos), además de un mayor acceso de estas empresas a la contratación pública", explica Hafied.
Sin embargo, las medidas españolas están aún lejos de las políticas llevadas a cabo por países como Reino Unido, que "ha puesto en marcha su Fondo de Innovación de 375 millones de libras y ha creado una agencia para supervisar la investigación de innovaciones de vanguardia, o Alemania que ha creado un 'Deep Tech Future Fund' para invertir en nuevas empresas de alta tecnología", indica este economista francés.
En España, por su parte, existe el fondo Next Tech que "beneficiará parcialmente a las Deep Tech" y la aportación por parte del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) de 120 millones de euros a tres fondos de capital riesgo de deep tech (Bullnet, Beable Capital y Clave Mayor) para invertir con ellos a cambio de que estos fondos se comprometan a duplicar esta capacidad de inversión", explica Hafied, quien añade que el impulso podría ser mayor "si además se mejoraran las normas de transferencia de tecnología, la contratación pública innovadora o la fiscalidad de las tecnologías profundas".
Cerca de 400 scaleups en España
Se estima que en España hay una población de unas 350-400 scaleups, es decir, empresas con una facturación superior a un millón de euros y/o con una financiación superior a un millón de euros en fase de crecimiento.
Según datos aportados por Hafied, estas empresas "habrían creado 324.000 empleos directos en España en 2020 y se calcula que hayan podido llegar a los 671.500 empleos en 2021". Datos que contrastan, por ejemplo, con los 117.300 empleos que destruyeron, según aporta este economista francés, las empresas españolas del Ibex35 en 2020, año de la pandemia.
Por lo tanto, el ecosistema de las startup, y según recoge el análisis de la consultora Informa B&D, presenta una especial resistencia en momentos de crisis como el que sacudió las economías de todo el mundo por la Covid-19, al tratarse de modelos de negocio que se basan más en la tecnología que en bienes materiales.
Pero para que el ecosistema de las startup consiga cambiar el rumbo del emprendimiento y la despoblación en Castilla y León, "es necesario prestar atención al reto del capital humano porque las empresas innovadoras de nueva creación necesitan reclutar talento cualificado, especialmente en las denominadas competencias STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas)".
En este sentido, Castilla y León cuenta con la ventaja de disponer de las mejores universidades de España además de una aceleradora de Startups (Wolaria), pionera en España, que ha impulsado en los últimos diez años 195 proyectos que han supuesto la creación de 717 empleos.
Además, la Comunidad cuenta con una red de parques científicos ubicados en León, Burgos, Salamanca y Valladolid, que facilita la necesaria conexión e intercambio de ideas e innovación y es fuente de yacimiento de talento para el desarrollo de estos modelos de negocio disruptivos.
Internacionalización y un Ibex Next35
Las startups españolas, sobre todo en su fase semilla y de crecimiento, se caracterizan por un "fuerte sesgo doméstico", es decir: se dirigen a públicos aún muy cercanos y limitados, con un mercado interior de 47 millones de habitantes. Algo que puede superarse "con más internacionalización, como hacen en países también pequeños como Israel o Estonia, que animan a sus startups a pensar de forma global desde que nacen", indica el economista francés.
Sin embargo, como en todos los mercados, además de desventajas también hay fortalezas. En el caso de España es "la lengua", que hablan cerca de 580 millones de personas en el mundo, lo que facilita mucho las cosas a la hora de llegar a este público.
Además, hay otras iniciativas que podrían servir de palanca para el desarrollo de las startups en España, como sería "la creación de un Ibex Next 35", al igual que Francia ha creado el suyo (French Tech 120), que agrupa cada año a las empresas emergentes de mayor crecimiento del país, tal y como explica Hafied.
¿Estamos ante una nueva burbuja digital?
Internet infló las expectativas de muchos emprendedores que durante finales de los años 90 comenzaron a valerse de la red para crear su propia empresa 'punto com'. Una burbuja que estalló en el año 2000, que arrastró incluso al Nasdaq por debajo de los dos mil puntos, y que se llevó por delante empresas que pasaron de crecer un 200% en un año a no valer nada al año siguiente.
¿Estamos ante una nueva burbuja del entorno digital? Hafied cree que no. "En el año 2000 la crisis se debió en parte a lo que el economista Robert J. Shiller, ganador del Premio Nobel, denominó la 'exuberancia irracional' asociada en aquel momento a la promesa de rendimientos del comercio electrónico, combinada con la abundancia de liquidez debida a la política de bajos tipos de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos de finales de los años noventa, que provocó una gran asignación de ahorros al capital riesgo".
La promesa de ese retorno de inversión rápido y casi garantizado fruto del comercio electrónico "no se tradujo en hechos y muchas empresas de nueva creación que habían obtenido fondos no eran rentables ni podían crecer a escala. Cuando los tipos subieron bruscamente en el año 2000, la tolerancia de las empresas sin ánimo de lucro se evaporó y la salida de los ahorros hacia la tecnología fue brutal", explica.
Sin embargo, el entorno de las startups es, a su juicio, diferente, dado que "ahora estas barreras técnicas se han eliminado, y aunque muchas empresas tecnológicas no son rentables, al menos han tenido la capacidad de captar grandes mercados, a veces mundiales". Además, -añade- "el sector del capital riesgo es mucho más profesional y estructurado que en el pasado y está más preparado para anticiparse a un choque de este tipo decidiendo, por ejemplo, congelar la prospección de nuevas inversiones para concentrarse en el apoyo financiero a su actual cartera de empresas de nueva creación", concluye.
Si las previsiones de Faÿçal Hafied se cumplen y las startups han llegado para quedarse, Castilla y León podría convertirse en la mina de oro del emprendimiento tecnológico que por la propia naturaleza de las startups, permitiría revertir el desierto demográfico que arrastra la Comunidad desde hace más de 30 años.
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