La decisión de “dios”
Que los ciudadanos están cada día más hartos de la política y, sobre todo, de los políticos, es algo constatable; que, además, piensan que todos los políticos son unos corruptos y que acuden a la política a llenarse los bolsillos, es cuestión casi generalizada y que la desafección de la política es cada vez mayor, está incluso siendo objeto de estudio por los politólogos.
Pero de qué nos vamos a extrañar si, en estos días, han celebrado orgías tres de los cuatro partidos más representativos del arco parlamentario y todos, absolutamente todos, tienen una variable dependiente clara que se observa en dos parámetros: el poder y los cargos; es decir, en ninguno de ellos hubo un debate político, una corriente ideológica o una hoja de ruta clara en orden de las ideas, se ha debatido fundamentalmente de poder, de quién detenta, actúa y ejerce el poder en cada partido y, finalmente, con casi más valor, quién está o no está en los cargos, tengan o no poder en sí mismos, lo importante es el cargo y lo que ello conlleva.
En el Partido Popular se ha producido un acto de sometimiento al que manda, lo llaman líder, sin discusión, sin debate, sin más que esperar a ver quién era ungido con la gracia de “dios” para ser designado este u otro cargo y mirando de reojo al gran jefe para saber qué nueva directriz política se podía implementar: fuera del partido las políticas en favor de la vida, miradita y un guiño oculto tras las gafas y fuera; hablemos de moral y gestación subrogada, mirada y mohín poco claro, mejor lo dejamos para otro día, pero poco más.
En Ciudadanos se marcó la línea del PSOE de que quien se mueve no sale en la foto y todos aclamaron al “niño dios” que decidió que, en lugar de socialdemócratas, se presentarían como de izquierda moderada o centro izquierda y ni un movimiento, que mantuvo a quienes están quemados en sus tierras y ni un gesto, el puesto es importante y el puesto lo marca “dios”.
Lo de Podemos aún más cateto y sórdido, pues aquí el que manda es el macho alfa que gusta de pegar a las mujeres, que decide con qué hembra se queda, que se permite el derecho de pernada, pero eso sí, clamando por la igualdad, emponzoñando las redes, admitiendo que en su partido se diga que la pederastia es de derechas, mientras llevan en sus listas, los mantienen y los ascienden, a pederastas condenados, que gusta de revolcarse en los tálamos de los etarras o de disfrutar con la muerte de una concejal del partido popular de un infarto, pero quieren aparentar discusión ideológica, cuando lo que buscan son sus catres, cuando usan la cimitarra suní en los gañotes de sus camaradas.
Señores, que lo que queremos los ciudadanos es una regeneración de la política que pase no solo porque se marchen unos y los sustituyan otros, sino por una nueva forma de hacer política en la que la honradez impere, se dedique a la política por un interés en trabajar por el prójimo y que lo único que se busque sea la púrpura y la vanagloria personal, pero no el dorado o el pan, en la que la sinceridad sea una máxima invulnerable, en la que la palabra dada y la responsabilidad surjan de uno mismo y no se admitan actitudes araneras, en la que se está temporalmente para volver a tu sitio al final del tiempo marcado y no pases a otro puesto dependiente del gran gurú de cada partido, en la que la mano se mete en el bolsillo sin tener nada entre los dedos que no sea el anillo que se portaba antes.
Que los ciudadanos queremos vivir la política sin que cuando te acerques a ella un buen amigo te diga “tú no sirves porque te hace falta ser un canalla y tú no lo eres y encima tu palabra está por encima de todo y las manos las tienes limpias”, demasiados impedimentos hasta para ser presidente de la comunidad de vecinos.