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Opinión

El Guernica del neoliberalismo

27 abril, 2017 12:48

El 26 de abril de 1937 la Legión Cóndor de la Alemania Nazi y la aviación Legionaria de la Italia fascista, bombardearon el municipio vasco de Guernica. Hace ochenta años que el fascismo destruyó más de 1600 vidas, aunque su pretensión era la de destruir ideologías, aquellas que representaba la II República.

En la actualidad, y por fortuna, no caen sobre nuestras cabezas de ideología socialista, y en mi caso republicana, bombas llenas de pólvora, aunque sí nos amenazan otro tipo de explosivos que tienen como objetivo, terminar con nuestro ideario renovador y progresista.

Solamente tenemos que echar un vistazo al mundo que nos rodea, a los diferentes procesos electorales, Donald Trump en EE.UU, Jean Marie Le Pen en Francia, y el PP más corrupto de Europa, en España.

Se pretende hacer creer a la población que la moderación, las políticas centristas y las basadas en esa conocida como “cultura del miedo”, de la que ya advirtió el sociólogo Barry Glassner, a través de la cual se justifican recortes en educación, en sanidad, en derechos laborales, sociales y civiles, se hace por “el bien de la ciudadanía” y para “no caer en populismos ni radicalismos”.

Pues bien, esa cultura, ese discurso del miedo, lo que hace es atacar de forma directa a las ideas socialistas, las que fomentan el desarrollo, las que tienen como objetivo acabar con las desigualdades económicas, sociales y políticas, esas ideas que nos hemos dejado en el PSOE Europeo por el camino, y que debemos recuperar.

Si hacemos memoria podremos observar como a medida que los socialdemócratas hacemos políticas neoliberales, y no las que nuestro propio nombre indica, sistemáticamente se produce un imparable crecimiento de los partidos más conservadores, como son el PP en España, o el Frente Nacional en Francia. Para que quienes lean este modesto artículo se hagan una idea de lo que estoy diciendo, les voy a reseñar algunos datos.

En las elecciones francesas de 2012, el Partido Socialista Francés, ganó las mismas, obteniendo un 51,7% de los votos, pero en la primera vuelta de las elecciones de 2017 se ha quedado en quinta posición, obteniendo tan solo un 6,4% de los votos.

Si echamos la vista atrás, y miramos nuestra propia historia electoral, podremos recordar que en el año 2008 el PSOE se impuso como primera fuerza, obteniendo 169 escaños, frente a los 110 que obtuvo en las elecciones de 2011.

Y ustedes se preguntarán ¿qué ocurrió en ambos casos? La respuesta es sencilla, en ambos casos se aplicaron políticas propias de partidos neoliberales, o de “derechas”, para que todos nos entendamos, y no políticas progresistas, o “de izquierdas”.

Zapatero y Hollande realizaron reformas en lo más relevante, que es el empleo, ambos comenzaron a recortar derechos en los trabajadores, aplicarles rebajas salariales, y a ambos les pasó factura. En el caso de Zapatero fue que el PSOE , obtuvo el peor resultado electoral de la historia hasta el momento, perdiendo más de cuatro millones de votos y 58 escaños en las generales de 2011, y pasando en las elecciones Europeas de 2009 de 23 escaños a escasamente 14 en 2014, por cierto, ya con Rubalcaba como Secretario General.

Por su parte el partido de Hollande en Francia, ni siquiera ha pasado a la segunda vuelta, generando en contra parte que el Frente Nacional, partido de Jean Marie Le Pen, y extrema derecha, haya incrementado su porcentaje de votos en un 19.6%, lo que ha hecho que sea candidata a ser la Presidenta de la República Francesa.

Lo que debemos aprender de todo este incremento del neoliberalismo, tanto en Europa como en el mundo, es que quienes son sus representantes, utilizan ese conocido como discurso del miedo, siendo más populistas que aquellos a los que califican de serlo. Para combatir sus políticas, y hacer de Europa lo que jamás debió dejar de ser, que es un proyecto integrador, progresista y de unión, se necesita un claro posicionamiento ideológico, a la izquierda, con políticas que se alejen del centrismo, y se acerquen al socialismo, ya que en caso contrario, el Guernica del neoliberalismo, arrasará cualquier atisbo de ideología progresista, hundiéndonos cada vez más en la resignación, y en ese miedo que muchos intentan convertir en dogma irreversible.