Tomas-Hidalgo

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Opinión

La separación de poderes

29 octubre, 2017 02:27

El dia 26 de octubre de 2017, más en concreto, su tarde será recordada por los liberales y los demócratas que creen en esta forma de gobierno que nos hemos dado, como la tarde en la que el Estado español, su sociedad y algunos de sus representantes políticos mantuvieron el poco orgullo que tenía o pudiera  tener a pesar de los gobiernos que han dirigido este país.

Esa tarde se trataba por medio de falaz acuerdo, intentar solventar los problemas políticos de los dos partidos (ya he escrito en más de una ocasión el por qué), y los problemas judiciales del govern y sus laterales, “los Jordis”.

Trataba Puigdemont de  llegar a un acuerdo con el PPSOE para que, dimitiendo y convocando elecciones, sus obligaciones para con la justicia, obligaciones, compromisos -que ha ido adquiriendo con sus actos desleales- quedasen en una pequeña colleja del colega Rajoy (el que le ha dado tantas oportunidades); en ese acuerdo se intentaba meter en el mismo paquete -ya sospechosamente abultado por la simple propuesta- en la creencia de que se podía llevar a efecto, aparte del perdón extrajudicial de sus pecados, los de Puigdemont y su gobierno, la libertad de 'los Jordis'.

De hecho, en una petición sin ningún sentimiento de vergüenza propia (si alguna vez la han tenido) pedía Marta Rovira, portavoz de ERC en el Parlament de Cataluña, a Inés Arrimadas de Ciudadanos  -líder de la oposición en Cataluña- “que hiciese una llamada -para completar el acuerdo- a un juez y pedir con ella la libertad de los Jordis” en la creencia de que Inés Arrimadas no tuviera un poco de sentido del ridículo ajeno, algo más de sentido común que la peticionaria, una lealtad inquebrantable al Estado de Derecho, amplio conocimiento legal, además que actuase como una convencida liberal sabiendo lo que es “la separación de poderes” o por otro lado, éstos creyeran que esta oposición, la de Ciudadanos, actuaría como siempre ha actuado la oposición del resto de partidos, permitir el ninguneo y menosprecio del poder judicial para moldearlo a sus intereses políticos.

Pues no, Inés Arrimadas no accedió, sino que, incluso, lo denunció en una de sus memorables por contundentes intervenciones que como alegre espoleta de esa triste tarde del 27 octubre en el Parlament de Cataluña levantó el ánimo de la sociedad española que esperaba una líder en Cataluña que centralizara la presión sobre el Gobierno de Puigdemont. Fueron intervenciones parlamentarias que van a quedar como de las más importantes de la historia reciente de este país.

Pero saben ustedes lo que es la separación de poderes, saben ustedes cómo funciona la democracia? Interpelaba Inés Arrimadas

Pues no! no lo saben.

 Seamos claros,  lo que se ha puesto en juego estos días y lo que se jugará en días posteriores e incluso en años posteriores es la misma existencia de España, su democracia y el derecho de todos los españoles a decidir el futuro de su soberanía sobre su territorio al completo.

Existen otros tipos de daños como son los económicos, muy graves y no menos graves los sociales, una ruptura cierta de una sociedad parte de ella espoleada desde el independentismo con engaño como herramienta que horadaba los cimientos de la convivencia.

Son daños todos ellos, que no se sabe si se podrán subsanar y de ser subsanables cuánto tardarán en cicatrizar.

Pero para ello la política debe renovarse, debe dejarse de utilizar el concepto material del Estado en aprovechamiento propio, dejar de ser moneda de cambio cada 4 años de los acuerdos más o menos legítimos de los partidos políticos. Debe cambiar el discurso político su argumento y su argumentario. Debe cambiar, sobre todo, la visión que se transmite, la que se da a la sociedad, son políticos salvo contadas excepciones sin carisma que como marionetas son manejados por el aparato del partido y actúan como tal. Si no cambiamos todo eso volveremos a caer en el mismo error y llegados a ese punto, igual ni hay un Felipe VI o una Inés Arrimadas a mano que salve la situación.

Una cosa debemos sacar en claro de esta situación que, de algo tiene que valer el dicho castellano “no hay mal que por bien no venga”.

Si se había instalado entre los políticos y juristas dudas, controversias sobre la idoneidad o efectividad de la aplicación del art. 155, ha quedado claro que sí funciona, aunque creo -que por su contundencia, por su importancia- éste debe ser utilizado al máximo nivel y en casos muy extremos para solventar el problema de raiz, que sin lugar a dudas se ha dado en este caso.

Ahora solo queda que esa efectividad se traduzca en normalidad, tranquilidad sabiendo la sociedad catalana que tienen su próxima convocatoria cierta y legítima en las elecciones del próximo día 21 de diciembre.