Enrique Arias Vega

Enrique Arias Vega

Opinión

Nacionalismo no independentista

2 noviembre, 2017 13:12

La ideología independentista ha conducido a la otrora madura y desarrollada sociedad catalana a un cruce de desencuentros, de ignorancia dogmática y de retroceso en la convivencia.

Pase lo que pase y acabe esto como acabe, se trata de un auténtico desastre. Y la eventualidad de que puedan repetirse los mismos resultados electorales en una nueva consulta popular, como predicen las encuestas, propicia que esto podría convertirse en el famoso día de la marmota, es decir, un movimiento circular, sin retorno a la normalidad.

Por eso, dentro y fuera de las filas soberanistas surgen voces de un nacionalismo no independentista, cuyo último exponente público fue el ya amortizado político democristiano Duran i Lleida. En el fondo, se trataría de volver a aquellos postulados del ministro alfonsino Francesc Cambó, hace casi un siglo, con su tesis de “catalanizar España”.

Hay gente en esa línea, por supuesto. El primero, el ex conseller de Puigdemont, Santi Vila, dispuesto a encabezar una corriente de ese tipo dentro o fuera del PDdCat. Otros que compartirían esas o parecidas tesis serían el último secretario general de UDC, Ramón Espalader, o el nuevo partido creado, entre otros, por el errático maratoniano de la política Toni Fernández Teixidó (ex trotskista, ex de Adolfo Suárez y ex convergente) y por el marido de Inés Arrimadas, el también ex CiU Xavier Cima.

No sé si éstos serán suficientes mimbres para rehacer el cesto del nacionalismo democrático que algunos catalanes quieren recuperar. En cualquier caso, se trataría de desbloquear la situación política actual, la polarización de posturas y la imposible convivencia de una sociedad tendente al radicalismo.  El papel, modesto, de las nuevas formaciones, sería servir de amortiguador de pasiones, de exigencias y de maximalismos de unos y otros.

Por eso, por mínima que fuese su representación electoral, servirían para deslizar la situación política hacia una zona de normalidad, de diálogo dentro de la legalidad estatutaria, que es de lo que se trata.