50 años al servicio de España
Hoy día 30 de enero es la onomástica de nuestro Rey Felipe VI, y un buen día para felicitarle por su importante servicio a España. Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera. Un día como hoy es bueno recordar, las palabras del General Prim, durante la batalla de Castillejos, el 1 de enero de 1860, en la que se logró la victoria para España: “Soldados podéis abandonar esas mochilas porque son vuestras, pero no podéis abandonar a esta bandera porque es de la Patria...”
Los valores están fundados sobre certezas y por tanto son enemigos del relativismo, no obstante el mundo es muy complejo y a pesar de un fuerte componente de historicidad, nuestra sociedad es cambiante y dinámica, y olvida rápido. Parece que las noticias a los cinco minutos se olvidan, al pasar a la siguiente. Pero hay acontecimientos y vivencias que hoy a principios del siglo XXI parecen de otro mundo y nos hacen reflexionar.
Aunque la edad de los héroes por excelencia es la adolescencia, todavía los hay que lo pueden ser en la madurez. La sociedad actual gira alrededor de la figura de héroes tangibles o virtuales, héroes de nuestro tiempo, jóvenes de éxito, líderes carismáticos o no que suscitan admiración, etc.
El héroe griego, el ejemplo clásico, era joven porque era imprescindible que tuviera presencia física y habilidad en el uso de las armas, y soportara las cargas que le imponía su comunidad. De él y sus gestas dependía la libertad de su pueblo, pero la leyenda le llegaba con la muerte. Con la muerte se les reconoce a los héroes como tales, y un último elemento que los sacralizaba era su alianza con algún dios del Olimpo. El comportamiento del héroe es siempre puntual, como solución a unas circunstancias que no pueden aplazarse, en ese escenario afirmará su destino.
No se puede subestimar a los héroes positivos, de hoy en día, que dan su vida por la libertad, el desarrollo de los oprimidos, la paz, etc. Pero lo que es preocupante es la creación, uno tras otro, de pseudohéroes, siempre negativos, por unos medios de comunicación de masas en ocasiones dirigidos por intereses de índole dudoso, pero que arrastran a un gran número de población cada día más desinformada y menos reflexiva.
Bertolt Brecht, el gran dramaturgo alemán, decía: “Felices las sociedades que no necesitan héroes”, con ello quería demostrar su preferencia por las sociedades o grupos en los que todos somos protagonistas. Debemos ser protagonistas de nuestra vida cotidiana y por tanto de nuestra sociedad, o sino sólo seremos los héroes de la barra del bar, de la droga, del estadio de fútbol, de los falsos rumores, de la mentira, de la violencia, del trabajo ajeno, del poder del cuchillo, las metralletas, en definitiva, héroes de la nada. Héroes convertidos de este modo en víctimas de sí mismos, y que arrastran a otros para justificar su inoperancia.
Tenemos una sociedad que no sabe proponer valores y nuevas utopías que ayuden a crear un futuro de todos. Hay que encontrarle un sentido al mundo para que mejoren las cosas cotidianas, las de todos. Es preciso enriquecerse de fantasía, alimentar el mundo de las ideas y de las aspiraciones, soñar con los ojos abiertos, y amarnos los unos a los otros para ser conscientes de los que nos rodea, para reconocer los errores ante los demás, para no tener miedo.
No es necesario tampoco aspirar a convertirse en un héroe para encontrar gratificaciones en la vida diaria que compensen el grado de frustración o sensación de malestar. Admiremos a las personas modelo que tienen un ejemplo de vida como nuestro Rey Felipe VI. El modelo enseña a vivir, se articula en el tiempo y muestra una trayectoria coherente, valor y respeto, desarrollo y madurez de la que se toma ejemplo, se aprende. Las personas modélicas te conducen a una realidad además que fascina: la de ayudar a los demás, en definitiva a nuestra sociedad, y a hacer grande nuestro país.