raul martin periodista

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Opinión

Cónclaves preelectorales

15 abril, 2018 15:18

Decimoquinta semana de 2018, la del atípico Lunes de Aguas, con el río Tormes todavía a mitad de caudal por la rotura de una pesquera que sigue sin repararse, de los buenos resultados de gestión tributaria de la Diputación de Salamanca, donde sigue ganando enteros su vicepresidenta y diputada de Economía, Chabela de la Torre, mientras se hunde la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, esta semana tras la falsificación de firmas de su master, una de ellas a una catedrática de la Universidad de Salamanca, Ángela Figueruelo, y también fueron días de más manifestaciones contra la gestión del gobierno por parte de los trabajadores de Justicia y funcionarios de prisiones, terminando este domingo con los pensionistas otras vez en la calle.

Este domingo se han manifestado hasta cazadores en defensa de su modo de vida. Fue en la Plaza Mayor, y cerca de allí, en la plaza de Los Bandos, había un puesto informativo de Seo Bird/Life en defensa de las aves. Es lo bueno que tiene la libertad de expresión en esta democracia tan denostada por algunos en España, pero que tantos beneficios nos proporciona a todos. Libertad, que no libertinaje, porque los hay que con la excusa de la libertad de expresión cometen delitos por doquier amparándose en el anonimato de las redes sociales, y eso debe ser perseguido y duramente castigado.

El calor que no termina de llegar sí se percibe en la escena política, donde los partidos se muestran muy nerviosos, cada cual a su manera. Y es que las encuestas, aunque ya no son palabra de Dios, sí marcan tendencia, y por tanto preocupan. Sobre todo al Partido Popular, que empezaba la semana con los ecos de la Convención Nacional de Sevilla y la ha terminado con otro encuentro en Zamora con presencia de Mariano Rajoy. Es época de cónclaves preelectorales. En los populares, esperando que Juan Vicente Herrera renuncie a la Presidencia de la Junta de Castilla y León, dando relevo al alcalde de Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco (aunque él mismo diga en público que Herrera agotará la legislatura), y con ello a todo el movimiento de piezas que ya está decidido hasta el verano de 2019. Porque si algo bueno tiene el PP, y sobre todo Mañueco, es que nunca da puntadas sin hilo.

Puntadas quiere dar, en los gobiernos, Ciudadanos, al que todas las encuestas favorece. La visita de Albert Rivera a León sirvió para aleccionar a los suyos para que no entren al trapo de la batalla dialéctica con populares y socialistas. Ellos solos se desacreditan, les vino a decir el antaño apodado como ‘naranjito’, pero que ha pasado de mascota del Mundial a ser el trofeo del campeonato, la bola sobre la que giran todos los deseos. ¿Se hablaría también en el cónclave de Ciudadanos sobre cuál será la alianza que más le interese en Castilla y León, y por ende en Salamanca, si con populares o socialistas? Tiempo al tiempo.

Porque en el PSOE miran con optimismo el auge de Ciudadanos sobre el PP, pese a que también rasca entre sus votantes. “¿Pinta bien, no?”, le preguntaba un cargo de Izquierda Unida a otro del Partido Socialista de Salamanca en una conversación informal. “Luego la gente aquí es muy conservadora y tiene miedo al cambio”, le contestaba. “Mira nosotros, que no terminamos de daros el sorpaso”, le replicaba el primero bromeando y haciendo una metáfora sobre el hundimiento del PSOE y la parte del muro que se ha venido abajo en la sede socialista de la Cuesta de San Blas por un accidente de tráfico. Pues eso, que siempre parece que el PSOE se viene abajo pero no termina de derrumbarse completamente, porque tiene cimientos sólidos y se regenera con fuerza.

Estructura le falta a Podemos, que sigue con su indefinición de planteamientos y el votante de izquierdas ya no sabe quién es de la formación de Pablo Iglesias, quién de Izquierda Unida, quién de Equo y si al mismo tiempos son o no de Ganemos, en el caso de Salamanca. El tiempo pasa y esta parte de la izquierda política no termina por definirse, y muchos votantes pensarán, si son incapaces de aclararse entre ellos, cómo van a dirigir una administración pública. Después las prisas serán malas consejeras.

Tal es la tensión que se vive en las bambalinas de la política, el qué hay de lo mío y el miedo a perder un buen sueldo fijo durante al menos cuatro años, que los enfrentamientos verbales se multiplican en los pasillos de las instituciones. ¿Quién tuvo unas palabras más altas que otras con quién? ¿Y quién amenazó a quién con aquello de arrieros somos…? Pero ya saben, se dice el pecado, no el pecador. La próxima semana, les prometo más madera.