Tomas-Hidalgo

Tomas-Hidalgo

Opinión

Master en bipartidismo

17 abril, 2018 12:55

En los casi 40 años de Democracia que nos dimos en el año 78, el bipartidismo ha campado a sus anchas alimentando una forma de hacer política interesada, egoísta, ególatra, sin mirar por el interés general, función principal de cualquier Administración del Estado. Una forma de hacer política, que que a día de hoy los arrastran al fango jurídico: el juicio de los 'eres' de Andalucía, la trama Gürtel de Madrid y la otra 'gürtel' que afecta a Compromís y el PSOE de Valencia.

El master de Cifuentes o Casado, el exceso de titulación, corregida -dice en el 2003- de José Manuel Franco del PSOE en Madrid (como expondré más adelante, posiblemente cumplió su fin) y la posible tesis de un 'negro' (asi se llaman a los que escriben textos apócrifos) la tesis de Pedro Sánchez.

Y es que todo tiene un fin, aparentar tener un conocimiento que no tienes, presumir de ello y aún teniéndolo hacer un mal uso, abusar de títulos -lo que años atrás denomine 'titulitis'- para sobresalir sobre otros, utilizar esa supuesta potencia intelectual para posicionarse en las listas electorales o como lo hemos visto recientemente en un partido de supuesto nuevo cuño, utilizando las malas artes de la vieja política. Podemos y la lista de Madrid, una forma más de corrupción ampliamente utilizada por el bipartidismo.

En todo caso, son listas electorales deficientes, pobres desde su nacimiento que dan a la sociedad el fruto político sembrado, frutos que nacen a la sombra de una corrupción política embrionaria, incipiente, con un interés y fines que no sirven para mejorar, ni la política, ni la sociedad. Y si hacemos un análisis exhaustivo es lo que ha ocurrido durante estos 40 años.

Estamos mejor que antes, sí, es evidente que sí, la sociedad puede mejorar ajena a la política si cumple y respeta la ley porque es un ser vivo que se mueve con un objetivo claro, la supervivencia para evolucionar. Cuántas veces hemos dicho irónicamente (cuando no había actividad parlamentaria) ante datos económicos o sociales mejores que los anteriores (es que no hay gobierno), es ironía… o no!

Podíamos estar mejor? claro. Sin la corrupción, cerca de 90.000 millones de euros al año estarían a disposición de la sociedad.

Volviendo al centro del tema, siempre he creído que en política y para la política no solo bastan los títulos, hay que tener algo más, aptitudes como responsabilidad, sentido común, don de gentes, modestia y sobre todo desinterés; son estos elementos primordiales en la conformación de un buen político.

Y los políticos del bipartidismo, de hoy, son los listillos que han nacido y crecido al amor del partido, han evolucionado -hinchando su currículum- para sobresalir sobre los hombres modestos, responsables, amables y desinteresados que todos los partidos han tenido, tapándolos, haciéndolos invisibles al acceso a la gestión política.

El problema para el bipartidismo está en un nuevo partido que ha nacido en condiciones de democracia dudosa (como es la existente en Cataluña), como una necesidad de la sociedad, estandarte de una nueva política y de un ciudadano asqueado que lo conforma, una respuesta, su defensa contra los partidos clásicos, viejos, contra sus actuaciones que han sumado arcadas al asqueo de la sociedad.

Un partido que ha llegado con la fuerte predisposición a no permitir cualquier vicio que distorsione la pureza del proceso electoral y la política que nace de ella, la de sus actores, que no desaparezca el espíritu democrático, del derecho a elegir en igualdad que ha sido puesto en peligro año tras año electoral con el aumento de la abstención.

La decisión de exigir al gobierno de Cristina Cifuentes una comisión de investigación es una petición legítima, es una herramienta más del control de la oposición sobre la actividad gubernativa y tiene un fin, sacar a la luz -en el ámbito político- todas aquellas acciones contrarias a la buena práctica política y administrativa del Gobierno, pero las trabas del bipartidismo en un dueto perfecto, el PP con el intento de conformarla a su gusto por un lado, y la negativa del PSOE, por el otro, para que se celebre, es indicativo de que quieren, tienen la necesidad de esconder, tapar que han contaminado la Universidad, que se han aprovechado de ella.

Como dijo Ignacio Aguado, esta comisión, al menos, debiera servir para volver a poner en valor la docencia allí dada, reponer su prestigio perdido.

Una vez más, como ha ocurrido en otras ocasiones, la exigencia de comisiones de investigación aquí y allá que debieran servir para encontrar los fallos en la gestión y administración y con ello, adjudicar las responsabilidades políticas; el PP y el PSOE -los principales responsables- a su manera, como solo saben hacerlo ellos dos, las entorpecen.