Castilla y León

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Opinión

¿Quién irá al altar con Casado?

21 julio, 2018 23:26

Vigésimo novena semana de 2018, la de las batallas. La primera, en la naturaleza, con la avispa asiática aniquilando abejas obreras, con la importancia que las colmenas tienen para nuestro ecosistema y la miel para el sector primario de Salamanca. La segunda, en la historia, con el Gobierno empeñado en remover las dos España entrando como un elefante en la caballería a través de la memoria histórica, anteponiendo el enfrentamiento entre bandos de la Guerra Civil a la reconciliación (aún hay un millar de salmantinos desaparecidos desde entonces y sus familias tienen derecho a encontrarlos, y a que el Estado financie esa búsqueda, pero la ley debe hacerse con condurda, desde la reflexión, no por revanchismo). Pero bueno, qué se puede esperar de un presidente, Pedro Sánchez, que ha superado al plasma de Mariano Rajoy sin comparecer desde hace dos meses ante la prensa y que viaja en avión oficial al festival de música en Benicasim. Ver para creer.

La tercera batalla de esta semana se libró hace dos siglos pero aún permanece en nuestra memoria. Aunque no sé por cuánto tiempo sin el apoyo necesario de las administraciones públicas para darle la relevancia que merece a Los Arapiles. Porque allí lucharon cien mil hombres, allí se forjó el principio del fin del imperio de Napoleón, allí cambió la historia del mundo y allí continúan unos tesos que podrían ser un recurso turístico mucho más aprovechable dada su singularidad y relevancia. ¿Por qué Diputación, Junta de Castilla y León y ayuntamientos implicados no trabajan conjuntamente para organizar rutas guiadas para ingleses, franceses y portugueses? ¿También españoles, por qué no? ¿Por qué no organizar visitas de una semana desde el Fuerte de la Concepción en Aldea del Obispo hasta Alba de Tormes, pasando por Ciudad Rodrigo, Salamanca y Arapiles? Estoy seguro de que, bien organizado, vendrían cientos de turistas cada año, y eso, al fin y al cabo, sería dinero para la provincia charra. Otro tropiezo más para que sigan visitándonos.

Y batalla, sobre todo, la que ha librado el Partido Popular con unas primarias que han hecho aflorar sus vergüenzas. La primera, que no había tantos afiliados como proclamaban. La segunda, la división interna, latente bajo el liderazgo de Rajoy, cruenta una vez que se quitó del medio. Y, como predije tras la primera vuelta, ganó Pablo Casado. Por cierto, poco apoyado en Salamanca, salvo por algunos cargos públicos que sí fueron valiente y se atrevieron a posicionarse una vez que había que elegir entre uno y otra. Por ejemplo Julián Ramos, alcalde de Guijuelo, uno de los municipios de España de más de 5.000 habitantes donde el PP obtuvo mayor porcentaje de votos en las últimas elecciones municipales. De toda España, ahí es nada. Ramos, por cierto, una persona de gran valía, adorado por su pueblo, al que ha dirigido hacia progreso económico y social, un político de los que quedan pocos, que debería tener mayores responsabilidades de gestión.

Los populares salmantinos han cometido un error de principiantes. Echemos la vista atrás. Al iniciarse las primarias, con todas las cartas de los candidatos ya sobre la mesa, las gaviotas charras se preguntaban ¿y tú de quién de eres? Una de las respuestas más empleadas era “vamos a esperar a ver qué dicen las encuestas y apostamos por caballo ganador”. Y así hicieron. Los sondeos daban inicialmente una victoria clara a Soraya Sáenz de Santamaría, más ajustada al final de la campaña, pero victoria al fin y al cabo. Y así fue, con el apoyo masivo del PP de Salamanca. Subirse al carro tras una cacareada neutralidad es una estrategia acertada si se trata de una votación final, pero no si es una primera vuelta, y mucho menos si hay una terna de favoritos y dos de ellos, en este caso ellas, se odian. Pablo Casado sabía que sería presidente si pasaba el corte, porque tendría el apoyo de una u otra facción para evitar la victoria de su enemiga. Y así ha sido.

Y ahora, ¿qué? Como ya dije la semana pasada, en un corrillo de gaviotas mostraban su preocupación. “A ver qué cara se nos queda en Salamanca si gana Casado después de que la mayoría hemos votado a Soraya y siempre fuimos de Cospedal”. Pues ha ganado y, aunque él mismo dijo en Salamanca que “Mañueco e Iglesias son de esos políticos que hacen falta, Alfonso y Javier saben cómo ganar elecciones”, ya se sabe cómo son precisamente los políticos, mucho prometer en campaña, pero después los hechos toman otros derroteros por aquello de “no nos queda más remedio”, “la realidad es diferente a como pensábamos”, “las circunstancias son diferentes”, y todo tipo de excusos para justificar lo injustificable.

A buen seguro Casado tomará nota de las encuestas internas del PP para mantener o cambiar candidatos a priori ya prenombrados. Y donde no sean favorables o haya dudas, ya se sabe en política (y hablo en sentido metafórico), Roma no paga a traidores. Si encima en su equipo está Antonio Silván, que fue el rival de Mañueco en las primarias para ser candidato a presidente del PP de Castilla y León, e Isabel García Tejerina, que suena desde hace semanas como candidata a la Junta si ganaba Casado (por cierto, agricultores y ganaderos destacan su labor al frente del Ministerio, y Castilla y León es una comunidad autónoma rural, no lo olvidemos)… Aunque también Casado deberá tener en cuenta que cambiar a un general en medio de la batalla puede hacerle perder toda una legión con sus respectivas cohortes, fieles a su líder en el campo y no tanto al emperador que espera la victoria desde su silla curul.

Pero es que Alfonso Fernández Mañueco subió al atril del congreso nacional del PP a hablar durante la primera jornada para hacer balance de su gestión como presidente del Comité de Derechos y Garantías. Delante de María Dolores de Cospedal y Mariano Rajoy, en la despedida de ambos, y claro, unir al alcalde de Salamanca con el pasado de la dirección nacional popular fue muy fácil para algunos en redes sociales, pese a que todavía tiene mucho futuro en política. No le está beneficiando en nada todo lo que ocurre desde la moción de censura. “Será por eso que olía a quemado en el Ayuntamiento el otro día y tuvieron que ir los bomberos”, me comentaba un socialista con sorna. Así que, ¿quién irá al altar de Castilla y León con Casado? Las próximas semanas más de una gaviota charra puede quedarse compuesta y sin pareja. Y sin padrino.

Y hablando del congreso nacional del Partido Popular, ¿qué compromisario/a metió la pata hasta el fondo durante la primera jornada por hablar más de la cuenta delante de quien no debía y probablemente le pasará factura en el futuro? Pero ya saben, se dice el pecado, no el pecador. La próxima semana, les prometo más madera.