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Opinión

Alcohol, menores y ElectroLatino

26 julio, 2018 14:39

En un fin de semana de asueto lejos del sufrido, trabajoso y a la vez placentero mundo del periodismo decidí alejarme del trasiego plumilla existente en la capital del Pisuerga para dirigirme al Norte, con unos cuantos amigos, con el fin de disfrutar de la playa y olvidarme por unas horas un poco de todo.

He de decir que el tiempo no acompañó ni viernes ni sábado y que parece que el sol decidió desperezarse y las nubes se esfumaron cuando subimos al coche para emprender el camino de vuelta el domingo pero estábamos avisados por las informaciones nada halagüeñas de la AEMET y sobre todo por el caprichoso clima del Norte.

En ese tiempo de relax hubo momentos para disfrutar de un buen paseo, de las olas del mar, de sacar la mejor vena gastronómica con cenas copiosas gozando con los platos típicos del lugar y también el de la noche para tomar un par de copichuelas en la mejor compañía.

En una de  esas noches nos dirigimos a una famosa zona de bares de un municipio conocido por su fiesta para bailar un rato al ritmo del ElectroLatino y de las canciones que más lo están petando en la actualidad y la verdad es que nos quedamos bastante sorprendidos con lo que nos encontramos al entrar.

Lo primero que nos llamó la atención a la entrada de uno de los garitos es la no existencia de un portero, de esos que se encargan de regular “el tráfico nocturno” y de evitar la entrada al local de menores de edad que campaban a sus anchas tomando los clásicos calimochos y también bebidas más fuertes con los chupitos como protagonistas.

El acceso a menores en bares que se dedican a la venta de bebidas alcohólicas se sanciona con multas que pueden oscilar entre los 3.000 y los 30.000 euros y pueden conllevar al cierre temporal de hasta un año del bar en cuestión. La reincidencia pueden incluso llevar al cierre del local y a multas de hasta 300.000 euros.

La nueva Ley contra el consumo de alcohol en menores incluye sanciones a los padres de los menores que beban y en caso de reincidencia grave, si se acaba demostrando una actitud no propia de los padres se acabaría aplicando la normativa existente en el ordenamiento jurídico para la protección al menor. Aún recuerdo cuando mi padre, que en paz descanse, me llamaba amenazante a las 12 de la noche cuando no había aparecido aún por casa y yo ya había cumplido la mayoría de edad, pero ahora corren otros tiempos.

Local y padres a un lado, nos queda el menor. Ese que necesita del alcohol para envalentonarse y declararse a su amor platónico y que no conoce las consecuencias que tiene, a la larga, el consumo temprano, con neuronas que se pierden y que no recuperará jamás por el efecto de este chupitillo y la fase en la que aún se encuentra su cerebro.

Son muchas las campañas de concienciación, las actividades que desde las instituciones se llevan a cabo para frenar esta lacra, porque en verdad esto es una auténtica lacra a la que solo pueden poner fin los propios jóvenes.

Ojalá abran los ojos para darse cuenta del daño que esto les puede hacer y disfruten de su edad haciendo otras cosas. Que para lo otro ya tendrán tiempo.