Castilla y León

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Opinión

La calma que precede a la tormenta

2 septiembre, 2018 10:52

Trigésimo quinta semana de 2018, la del ofrecimiento de un pueblo salmanino, Águeda (ex del Caudillo) para acoger los restos del dictador Francisco Franco tras su exhumación del Valle de los Caídos, también de más fiestas en los pueblos, el cierre del Café Corrillo después de 36 años por jubilación del dueño y no proseguir de momento nadie el negocio, y de las coacciones de China a la Universidad de Salamanca por unas jornadas culturales sobre Taiwan, lo que ha derivado en dudas sobre si hay espías comunistas chinos entre la comunidad académica. ¿Realidad o mero cuento chino? Estando los rusos y el FBI de Estados Unidos por medio, vaya usted a saber.

La semana comenzó con el regreso a la actividad pública del alcalde de Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco. Fue para visitar la reforma de la plaza de El Charro, pero sólo eso, sin declaraciones a los medios de comunicación. Es por si se enreda, decía con ironía uno de los asistentes, en alusión a la Operación Enredadera sobre una presunta trama de corrupción en León que salpica a su alcalde, Antonio Silván (rival de Mañueco en las primarias para presidir el Partido Popular de Castilla y León, y perdedor contra el charro) y al consejero de Fomento y Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones. Sorprende el silencio de Mañueco sobre este asunto, cuando por menos ha cargado contra el rival político. ¿Hablará hoy en Ávila, donde acompaña a su presidente nacional, Pablo Casado, en el inicio del curso político?

Quién sí habló fue el consejero de Presidencia de la Junta de Castilla y León, José Antonio de Santiago-Juárez, por cierto, muy ofendido. Preguntó si ahora informar es delito. Como suelen decir, quien se pica, ajos come. Informar sobre un concurso público, en igualdad de condiciones, claro que no es delito y se llama transparencia. Hacerlo a un empresario amigo, sólo a él, sobre las ofertas que en ese momento se están manejando para un contrato público en otro municipio (en el caso del alcalde de León) o informar a un empresario amigo, sólo a él, sobre una carretera que se va a reformar (en el caso del consejero de Fomento), eso es, aquí y en Kuala Lumpur, tráfico de influencias. Máxime cuando todo está probado con escuchas telefónicas. Pero la presunción de inocencia debe primar y la Justicia ya determinará si hay castigo o no. Hasta entonces, dicen que Silván es un cadáver político y que por eso Mañueco guarda silencio, para no contaminarse con el hedor y para que caiga por su propio peso durante las próximas semanas o meses. Tiempo al tiempo.

Otro alcalde en el punto de mira, en este caso de la oposición, es el de Sotoserrano, Sebastián Requejo, del Partido Popular. El Partido Socialista (PSOE) le acusa de impagos a empresas en obras de hace una década, pérdida de subvenciones, ocultar ofertas de empleo para favorecer a amigos, no convocar plenos ni reunirse con asociaciones y colectivos de vecinos. Se trata de un alcalde que este verano se quejó amargamente porque la Guardia Civil había sido muy exhaustiva en los controles a los asistentes al festival hippie celebrado entre Riomalo y Sotoserrano, y claro, eso les ha espantado y como dudan si volver es un perjuicio económico para el pueblo. Hombre, si estos camellos y drogadictos disfrutaran de la música sólo bailando en lugar de ‘colocarse’ para contonearse cual zombis, la Guardia Civil poco tendría que incautar. Y anteponer el dinero ocasional que estas personas puedan dejar en algunas tiendas del pueblo a su imagen ante el resto de la provincia y la salud de las personas, pues es una total irresponsabilidad. Requejo debería preocuparse más de promocionar su municipio en busca de un turismo de calidad, como hacen otros pueblos serranos con éxito. Menos lamentarse y más trabajar.

Por lo demás, la mayoría de los políticos siguen aún de vacaciones. Tan sólo en la Diputación han seguido al pie del cañón, aunque con un pleno de transición prefiestas, y en el Ayuntamiento alguna propuesta de Ganemos y PSOE de cara a las Ferias de la ciudad y al próximo pleno de la Corporación municipal. Son días de la calma que precede a la tormenta, a semanas de elaborar listas en la capital y los pueblos, de tira y afloja para quítate tú que me ponga yo, de qué hay de lo mío, y al mismo tiempo solventar las embestidas que lleguen de rebote por una política nacional muy agitada. Y llegará la sucesión de Mañueco en la Alcaldía de Salamanca, pero para eso ya habrá tiempo.

Por cierto, hablando de listas electorales, ¿quién está como loco de entrar en una para el Ayuntamiento de Salamanca porque sus negocios no han ido como esperaba y reclama un puesto que le garantice un sueldo fijo durante al menos cuatro años? Pero ya saben, se dice el pecado, no el pecador. La próxima semana, les prometo más madera.