Castilla y León

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Opinión

Novatos

15 septiembre, 2018 15:15

Trigésimo séptima semana de 2018, la de las Ferias y Fiestas de Salamanca, muy participativas y variadas. Felicidades al equipo del concejal Julio López y a los colectivos sociales por su imaginación en las propuestas ciudadanas, sobre todo destinadas para los niños. Si el próximo año quien esté en la Alcaldía (recuerden, elecciones en mayo de 2019) logra traer a un artista de primera línea mundial, lo bordan. Porque las fiestas también pueden ser una promoción turística impagable si un artista internacional difunde a través de las redes sociales todos los tesoros de Salamanca durante su estancia en la capital charra (si puede ser David Guetta, mejor).

Pero también fue la semana de las novatadas en la Universidad de Salamanca en este inicio de curso. Una práctica saludable cuando se realiza con mesura, limitándose a la mera broma, a su propia naturaleza, jactarse de los nuevos alumnos, porque sirve para estrechar lazos entre estudiantes. Si es así, no debe erradicarse. Pero durante los últimos años ha degenerado en macrobotellones donde se transgrede la línea del respecto hacia el prójimo, obligando a pipiolos y pipiolas a engullir alcohol a la fuerza hasta casi el coma etílico o prácticas de índole sexual que son vejaciones puras y duras. Jamás participé en ninguna ni lo pretendí, y sigo sin entender cómo alguien puede aceptar ser humillado “porque si no después me hacen el vacío”. ¡Venga ya! Pues te buscas otros amigos, que gente que te humilla no merece la pena. O “porque después me harán la vida imposible en la residencia”. Pues para eso está la Policía, para evitar y sancionar actitudes que pueden ser delictivas, por ejemplo el acoso moral.

Por eso la Universidad y el Ayuntamiento se han puesto duros y a muchos veteranos les saldrá cara la novatada. Gran alianza ésta, la de la principal empresa de la ciudad (funcionarios de Estado, Junta de Castilla y León, Diputación y Ayuntamiento aparte) y la administración pública más cercana al ciudadano. Demasiado han tardado ambas en darse cuenta de que su simbiosis es muy fructífera para Salamanca, de que las sinergias que puedan establecer sólo redundarán en más conocimiento y empleo, que al final es riqueza para la capital charra. Ahora bien, insisto como vengo repitiendo desde hace años, hay que ir más allá. Salamanca, ciudad de la investigación. Ése debe ser el objetivo prioritario, la base futura de nuestro tejido productivo, sobre la que avancen todos los demás.

La colaboración que han escenificado durante los últimos meses el alcalde de Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco, y el rector de la Universidad, Ricardo Rivero, me recuerda las palabras pronunciadas por algunos políticos en corrillos cuando a finales del año pasado se celebraron elecciones en la institución académica. “Ya verás, éste le va a dar caña al alcalde”, afirmaban al entender que la candidatura de Rivero era progresista, ideológicamente de izquierdas, y por tanto contraria a las políticas del Partido Popular. Es el problema de la equivocada política actual, entendida como revanchismo, donde prima más atacar al contrario que buscar puntos comunes por el bien general. En este caso, de Salamanca y los salmantinos.

Fue también la semana de la dimisión de la ministra de Sanidad, Carmen Montón (con metedura de pata incluida de Telecinco al poner imágenes de Salamanca para referirse a la Universidad Rey Juan Carlos), segundo miembro del equipo de Pedro Sánchez ‘El ocurrencias’ que cesa en apenas cien días de Gobierno socialista tras Maxim Huerta ‘El breve’. Pagó la novatada con creces dentro de esta espiral revisionista. ¿Y si España ha perdido a una gran ministra porque años atrás cometió un error? Por supuesto que debe pagar si se modificó un documento público (notas) o se aprovechó una relación de amistad política en beneficio propio (tráfico de influencias), pero, ¿quién no ha cometido errores en el pasado? Quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra. ¿Debe eso afectar a las actividades presentes o futuras? Si hubo una irregularidad, páguese, sobre todo económicamente. Es otro de los males de la sociedad actual, la falsa moral, la falsa apariencia, la imagen como arma arrojadiza en un mundo de apariencias.

Pero en este caso hay un trasfondo político. En primer lugar, revanchista (otra vez) y vengativo. Tiremos del hilo hacia atrás. La ministra de Sanidad dimite porque un medio de comunicación, eldiario.es, publica las irregularidades de su máster. El responsable de ese periódico digital es Ignacio Escolar, quien fuera propuesto por Podemos para presidir Radio Televisión Española, pero rechazado por el Partido Socialista, al que pertenece la ex ministra. Blanco y en botella. Por otro lado, entran en juego las estrategias del tablero político. Si Montón dimite por un master, se pone en la diana al presidente del Partido Popular, Pablo Casado, investigado por un caso similar, para que dimita, el PP vuelva a quedar descabezado y le pase factura en las próximas elecciones, municipales y autonómicas en 2019, generales en 2020, ¿o tal vez antes? Porque con el PP debilitado, dividiéndose los votos del centro derecha a partes iguales con Ciudadanos, el PSOE tiene posibilidades de ganar y tomar ventaja en las negociaciones para formar gobiernos incluso con uno de sus peores resultados de la democracia. Y mientras, Pablo Iglesias dando palmas con la coleta sin abrir la boca. Porque en ajedrez, para que caiga el rey, a veces hay que sacrificar piezas valiosas. Que se lo digan a Cristina Cifuentes pero en su caso con fuego amigo (aunque después la jugada para despejar el camino hacia la sucesión le saliera rana a la promotora del entuerto).

Ahora que se revisan todos los másteres y tesis (acusar de plagio a Pedro Sánchez porque hay párrafos en estilo indirecto en lugar de entrecomillarse me parece tan ridículo como surrealista), ¿no habría más bien que revisar a universidades como la Rey Juan Carlos, que parece ser un nido de corruptelas, cortijos de amiguismos a costa de cientos de miles de euros de dinero público y beneficios para políticos? ¿No habría que revisar el sistema universitario para controlar y certificar que cada euro se gasta donde se destina? ¿Y no habría que establecer que altos cargos en la gestión pública desempeñen la labor para la que se formaron, evitando así casos como el de Ana Pastor, una licenciada en medicina y cirugía (por la Universidad de Salamanca, por cierto), llegara a ser ministra de Fomento sin tener un mínimo de nociones sobre esta materia, sólo porque es íntima amiga del entonces presidente Mariano Rajoy?

Quienes ya no son novatos son los concejales de Ganemos. Durante esta semana de fiestas coincidí en una caseta con un grupo de muy allegados a la agrupación de electores. La pregunta clave tenía que salir en la conversación: ¿candidatura única con Podemos o doble lista? ¿Coalición con Podemos? ¡Ni en pintura!, respondieron unánimes. En efecto, Ganemos cuenta con casi cuatro años de experiencia en gestión pública y conocimiento del Ayuntamiento de Salamanca, además de imagen entre los electores. No se entendería que desaparecieran de la noche a la mañana dentro de una lista donde sólo se pueda leer la nomenclatura de Podemos, o Unidos Podemos, si fructifica una alianza con Izquierda Unida. En todo caso, Podemos debería integrarse dentro de Ganemos, añadieron los compañeros de tapeo. Así que la pelota está en el tejado del partido de Pablo Iglesias. ¿Se integrará dentro de Ganemos anteponiendo el interés general de la izquierda para conformar una coalición que derrote a la derecha después de casi tres décadas o antepondrá su interés particular para intentar lograr cargos públicos que puedan suponer ingresos adicionales para el partido? Porque un concejal que cobra un sueldo y una parte la dona al partido, si se multiplica por varios cientos en toda España…

Hablando de casetas y novatadas, ¿quién hizo más bien el primo yendo a una donde vio al dueño y pensó que le invitaría a la ronda de la que presumió pero tuvo que pagar hasta el último euro? Pero ya saben, se dice el pecado, no el pecador. La próxima semana, les prometo más madera.