Pitufando hasta el final
Estamos en fechas importantes, con acontecimientos importantes, que son históricos, por más que los vivamos como una simple anécdota.
Tenemos a la canalla antisistema despreciando a las instituciones de las que viven, clamando contra los votos de los ciudadanos y hostigando a las masas con soflamas guerracivilstas, insultando a nuestro Jefe del Estado y despreciando a los ciudadanos, a los que toman como tontos clamando contra la casta, mientras ellos viven como los más importantes magnates.
Un hundimiento del PSOE que, desde el poder, la fuerza, la mentira y la más repugnante forma de actuar mafiosa, ha perdido el poder y no sabe perder, y un VOX que comienza a despegar.
Un presidente del gobierno que se acuesta con los separatistas, los comunistas totalitarios, los antisistema democrático y apuñala a su partido, a los ciudadanos y a la inteligencia, para tildar de fascista al que defiende la legalidad.
Pero, en Salamanca nos encontramos con un alcalde que abandona el consistorio, el primero de la democracia, para dedicarse a sus labores personales de intentar obtener un nuevo sueldo público del que vivir pues, desgraciadamente, no sabe lo que es un trabajo que no sea el político. Le da igual que Ciudadanos pueda poner un alcalde socialista en ese ínterin, de podemos-ganemos o, incluso, podamos contemplar la inconsistencia personificada como alcalde si le dejan a ellos el manípulo. Vamos, que la ciudad le importa, les importa, un pito.
En este ambiente, lo más cercano es que a los pitufos se les trata como a tales desde el gobierno municipal, que les mantiene pendientes de sus emolumentos, reclamaciones y equiparaciones desde que llegaron al poder, de forma que sí que sí, pero que no que no, que a lo largo de la legislatura, pero me voy y ahí os dejo sin resolver. La culpa es de Fernando, claman los menos avezados, que torea a los pitufos, les da largas, los pitufea, los utiliza, los usa y, como a las cerillas, los calienta, los enciende, los usa y los tira; pero no es él, es el alcalde que no da la orden, que deja en manos de este la lidia y la fusta, que él es incapaz de utilizar, de mirar a la cara y decirles la verdad.
Los perritos sin alma somos eso para nuestros dirigentes, a ver si nos enteramos todos, pues los policías locales son tratados como pitufos, es decir, perritos sin alma, como los demás, pero ellos con uniforme azul. Luego vendrán los que les insultan, se orinan en sus botas, etc… ya veremos qué pasa con D. Gabriel y, cuando están en las corporaciones, los pitufean desde allí; o los naranjas que, cuando claman los policías por su salario, les piden silencio alegando que sólo al alcalde, al que ellos sostienen, le interesa que no se les oiga. Vamos, que los azules, los rojos, los morados y los naranjas les toman el pelo…. como a los demás.
¡Ya está bien! ¿Para cuándo dejamos los vecinos el dar un golpe encima de la mesa, pedir que nos hablen claro, que no nos mientan y no nos dejemos engañar?. Sr. Alcalde, usted se va en interés personal, no de la ciudad, ni de la Comunidad, no nos pretenda engañar. Salamanca ha sido una simple excusa para usted trepar, pues sin hoja de ruta para la ciudad llegó, sin ella nos dejó y, la única que utilizó en su afán personal, la creó.