El cambio necesario del PSOE
Quincuagésima semana de 2018, la de los datos de población residente en Salamanca, que vienen a confirmar el problema laboral de una provincia que, si no genera empleo, exporta mano de obra a otros territorios de España en busca de mejores oportunidades laborales. Tenemos los mismos habitantes que en 1910, la cuarta parte son pensionistas, hay veinte mil mayores de 65 años más que jóvenes y ya casi tantos mayores de 80 años, la denominada cuarta edad, que niños. Si estos datos no son para que nuestros dirigentes y demás políticos actúen con urgencia, entonces que se dediquen a otra cosa.
Fue también la semana de la nochevieja universitaria, o más bien Fin de Año Universitario, por eso del registro de marca y demás conflictos empresariales. Es lo que tiene dos formas de entender esta tradición que surgió espontáneamente hace dos décadas, con estudiantes reuniéndose en la Plaza Mayor el último día de clase antes de las vacaciones de Navidad para tomar doce gominolas con las campanadas de medianoche, y que ahora congrega a decenas de miles de pipiolos en una gran juerga nocturna. Por un lado están quienes sólo ven dinero y negocio, por otro quienes respetan la tradición y cuidan que sea simplemente una fiesta juvenil. Entre los segundos hay que destacar al organizador Carlos Mateos (el periodismo perdió a un gran contador de historias, pero ganó un mejor empresario). Cuando él coge las riendas de un evento, el éxito está asegurado.
Habrá quien considere que se trata de un macrobotellón permitido, como las casetas de las ferias de septiembre, pero la nochevieja universitaria ya no es el despiporre de antaño. Policía Local, Nacional, Guardia Civil, Protección Civil, Cruz Roja y Sacyl hicieron un gran trabajo y demostraron estar a la altura para garantizar la seguridad, prevención y atención en todo momento. No vi un botellón en ningún lado, salvo grupos de no más de ocho personas disgregados y escondidos. Dentro de la Plaza, hubo quien pasó alguna botella y algún porro, burlando el control policial, pero fueron casos ínfimos. Esta fiesta, así organizada, sí ofrece una buena imagen de Salamanca. Ocio en una ciudad que quiere ser joven y segura. Muy buena imagen para toda España.
Hablando de imagen, y ya entrando en la semana política, urge que la renueve el Partido Socialista. Salamanca ha acogido una especie de máster con la presencia de los ministros José Luis Ábalos e Isabel Celaá (estaba anunciada Susana Díaz, pero bastante tiene con lo suyo como para dar lecciones a los jóvenes cachorros del PSOE). El puyazo electoral en Andalucía ha tenido su efecto en Pedro Sánchez ‘El ocurrencias’, que vuelve a recular, donde dije digo, su seña de identidad política, una persona sin ideas claras, sin proyecto, que se mueve según sople el viento aunque se contradiga varias veces en un mismo día. Ahora los independentistas catalanes son malos. Les ha encargado carbón para esta Navidad.
No se queda a la zaga el otro picapiedra de la Moncloa, Pablo Iglesias, que ahora reniega de Venezuela y dice que la situación de este país es nefasta. Vaya, después de haber cobrado sus buenos millones durante una década. Pues es lo que el líder de Podemos quería para España y todavía defienden algunos de sus dirigentes, porque como hay quien come tres veces al día en Venezuela… La operación limpieza de imagen ya está en marcha, pero demasiado tarde para un partido que debe deshacerse de su omnipotente líder, el mismo que criticaba áticos de 600.000 euros y se ha comprado un chalé por el mismo precio, que criticaba la excesiva presencia de agentes en las calles y tiene a la Guardia Civil a la puerta de su casa, que promovía escraches a políticos de PP y PSOE pero cuando le han hecho uno ha puesto el grito en el cielo. Hablar de casta desde la chupipandi de la facultad es fácil, demostrar estar a la altura cuando te caen buenos billetes a final de mes ya es para políticos de altura, para hombres de Estado. Pablo Iglesias no es ninguno de ambos casos. Es sólo un aprovechado más del sistema democrático.
Pero volvamos al PSOE, que necesita un cambio como el que proponía Alfonso Guerra para España en los años ochenta, que no lo conozca ni la madre que lo parió. También a nivel local, donde dispone de un buen candidato para la Alcaldía de Salamanca en 2019, José Luis Mateos, pero carece de un equipo solvente en la actualidad (de los actuales concejales sólo me quedaría con una persona; otra, Pepita Mena, lamentablemente ya está en el cielo). Si quiere tener opciones para ser primer edil debe elaborar una buena lista, huyendo de cuotas y viejas glorias, pero también trazar su propia estrategia y no dejarse llevar por la crítica fácil hacia Ciudadanos. El voto de centro se logra siendo alternativa de gobierno, no defenestrando a un rival político que después se puede necesitar en coalición. Y viceversa, que también se lo apliquen los de naranja. Las encuestas dan en muchos lugares que la suma de PSOE y Ciudadanos es suficiente para gobernar. Unos no dependerían de Podemos y quedarían como referente del centro izquierda, otros arrinconarían al PP, no dependerían de VOX y quedarían como referente del centro derecha.
Porque el Partido Popular a día de hoy lo tiene muy difícil para gobernar en Salamanca (y en Castilla y León) a partir de 2019 si se consolida el voto de VOX. Ojo, que puede lograr varios concejales en el Ayuntamiento de la capital charra y hasta algún diputado provincial si hace candidaturas en los municipios del alfoz. Siempre se dijo que el PP, aunque pusiera una tortuga de candidato, ganaría las elecciones en la capital charra. Ahora la tortuga, por aquello del verde será, la puede colocar VOX. Y me explico. El otro día, en una cena, cuatro personas con ideología de derechas, votantes del PP, aseguran que votarán a VOX en mayo. ¡Sin ni siquiera saber su candidato o candidata a la Alcaldía! Da igual, es el partido que da caña, contra los independentistas y contra los inmigrantes. Y eso cala en cualquier parte de España, más en Castilla y León, y por ende en Salamanca, donde la derecha dispone de un importante granero de votos. VOX, además, recibe el voto cabreado que en su día aupó a Pablo Iglesias, sea de indignados de derechos o de izquierdas. ¿Será una moda pasajera o aguantará el tirón hasta mayo? Pronto saldremos de dudas.
Mucho trabajo tendrá por delante Carlos García Carbayo si quiere que la alcaldía temporal se convierta en duradera. Esta semana se ha convertido en alcalde en funciones, la próxima en alcalde hasta mayo y en breve será nombrado candidato del PP a la Alcaldía en 2019, salvo sorpresón de última hora. Todavía hay quienes aseguran que el candidato a alcalde será el presidente provincial del PP y presidente de la Diputación de Salamanca, Javier Iglesias. También se despejará esta duda en breve.
Hasta entonces, tiempo de buenos deseos, por aquello de la Navidad, pero sobre todo del peloteo al jefe para no sólo ir en la lista, sino también en un buen puesto que garantice un cargo público. Al hilo de esto, ¿a quién temen los técnicos de una administración pública salmantina cada vez que se acerca a darles un abrazo, porque lo primero que piensan es 'en qué marrón nos habrá metido para venir con el beso de Judas'? Pero ya saben, se dice el pecado, no el pecador. La próxima semana, les prometo más madera.