Las élites, como la sociedad, tienden a la izquierda o a la derecha, pero no están definidas con claridad pues, ambas, sólo buscan su placer o comodidad, así como el mantenimiento de su propio status de poder.

Desde las élites de la derecha, se ideó el apoyo y engorde de una izquierda radical, antisistema y antidemocrática que rompiera la unidad que en rededor del PSOE se mantenía, en la idea clara de “divide” y vencerás. Así, surgió la canalla que, finalmente, dio origen a PODEMOS.

En ese caldo, y para terminar de deshacer al PSOE, se potenció una izquierda rosácea, menos consistente y bobalicona a la que ora usarían de derechita ora de izquierdita, para así controlar el cotarro, con lo que apostaron por CIUDADANOS, que era el partidito de un chaval que estaba dispuesto a despelotarse con tal de pillar cacho y que se rodeó de cuantos, como él, buscan el poder.

Feliz, la idiota derecha con lo obtenido, se asustó cuando la bestia se les fue de las manos, pues las élites de izquierda se volcaron también con la bestia y apoyaron a Sánchez en su deriva de podemización y destrucción interna de lo que había sido el PSOE nacional. Así mismo, el PSOE se ve abocado a esa deriva para diferenciarse de la izquierdita Cs, y se tiró a la zanja ponzoñosa que, además, le había dejado almohadillada el desastre de Zapatero.

Ante su creación, el miedo que le entró a esa derecha mema con una línea de izquierda con un PODEMOS asilvestrado, un PSOE echado al monte y dejando el centro izquierda desierto, así como Cs que está dispuesto a ocupar ese espacio y se siente a gusto con pactos a tres en ese sentido y un PP absolutamente roto, destruido por el fuego amigo y la mierda propia, así como por las posiciones políticas mantenidas por Rajoy, el panorama es desolador.

En un primer momento, se piensa en la reconstrucción del PP, pues la alternativa VOX se equivoca, pierde su objetivo y se echa en brazos de Lepén, en una estrategia por romper el cerco mediático que daña su imagen y a España, pero la deriva independentista y la labor de los abogados del partido permiten comenzar a mirar a VOX como una opción.

La élite de izquierdas que apoya el independentismo, comienza a comprender que si sigue Sánchez, incluso, podría llegar a darles lo que piden y, ello, supondría el fin de su negocio, que se encuentra en la disputa; pero, si obtienen lo que quieren, pierden y… entonces lo ven claro: hay que apoyar a VOX y que el gobierno de España pueda llegar a estar en manos de una derecha dividida, pero rotunda frente a la que mantener el business de la reyerta lucrativa.

Se busca la reconstrucción del bipartidismo con dos bisagras Cs.-si su ansia de poder no los mata- y PP, con dos puertas, una a izquierda compuesta por PSOE y los rescoldos de PODEMOS, y otra a derecha con VOX.

Ese esquema requiere que VOX haga bien las cosas y, sin renunciar a su manifiesto fundacional, sea capaz de transversalizar el discurso y, con ello, desbordar al PP, con líderes solventes, preparados y, sobre todo, con un bagaje personal y político que aportar durante un tiempo limitado y sin jugar únicamente a que la marca arrastre al poder la insolvencia de sus cuadros; pues, en otro caso, el portón de la derecha podría ser desarrollado por un nuevo PP que aplique la receta, dejando a VOX, como mucho, en la labor de gozne, sino en una barriada.

Las élites, igual que determinan las modas, los momentos y las aperturas con las que obtener su placer, aun cuando les pueda sobrepasar el ciudadano, tienen en su mano la llave que abre la puerta y, en política, un partido puede desaparecer en 20 días del mes de agosto.