Estoy cansado de escuchar que la izquierda lucha y defiende una forma solidaria y social de hacer política, frente a una derecha cruel que sólo busca el lucro económico y el perjuicio social. Ese mantra no sólo es falaz, sino injusto y ladino, pues todos, absolutamente todos, los que realizan un planteamiento político, deben de partir de la base y fundamento del beneficio de todos, el avance y progreso de la sociedad, surgiendo la diferencia, única y exclusivamente, en las formas de alcanzar ese objetivo.
La cima se puede alcanzar con igual mérito, sufrimiento y valía por una cara o por otra de la montaña ¿por qué le das mayor valor a la izquierda y denigras a la derecha?
No me alcanza la posibilidad de considerar que alguien normal, democrático, con unos mínimos valores humanos, pueda buscar, consciente y deliberadamente, el mal de sus conciudadanos. Sí lo comprendo en un déspota, defensor del supremacismo o de la dictadura, en cuyo caso, la tendencia natural es la generación del dolor ajeno en beneficio propio y, ahí, justo ahí, se encuentran básicamente las izquierdas comunistas, que defienden la dictadura por más que sea esta del proletariado, que ya no existe.
Resulta impensable que una mayoría social que vote a la derecha no busque el progreso y beneficio de la sociedad, considerar esto así, es pensar que el ciudadano, el votante, es absolutamente bobo, sin capacidad de discernimiento y libertad de pensamiento, que es lo que consideran todos aquellos que alientan la “lucha antifascista” o el “no me representan” tras unas elecciones en las que los votantes, libre y voluntariamente, han votado.
Las próximas elecciones se plantean desde la dicotómica posición en la que la izquierda, presentará una derecha sistémica corrupta y que busca el daño social y la derecha, denunciará una izquierda bastarda que pretende la traición de España y la ruptura de la Nación.
La izquierda, abiertamente, se erigirá en defensora del progreso frente a una derecha involucionista y, la derecha, se cubrirá con la bandera de la Nación contra una izquierda rupturista.
Es preocupante que se oculte, por parte del PSOE, la voluntad de negociar con los independentistas y la falta de presentación de un programa, al elector, en el que se manifieste la hoja de ruta que se pretende seguir para integrar a estos o aceptar la posibilidad de secesión en el territorio patrio.
No me gusta que la derecha aliente la necesidad de ajustar ingresos y gastos, que debe de presidir toda acción económica, sin adelantar en qué partidas lo realizará y, sobre todo, si aplicará iguales o más duros criterios de austeridad y recorte al sector político y la multiplicidad de posiciones políticas.
Espero, de unos y otros, que no se escondan en prometer y prometer hasta meter para, una vez metido, no cumplir absolutamente nada, que nos digan claramente, y sin considerarnos “perritos sin alma” bobos de remate, qué quieren hacer con nuestras vidas, dónde van a gastar o recortar, que nos consideren mayores de edad y que si gestionan lo nuestro nos rindan cuentas de forma permanente.
Cuántos de estos demócratas de plexiglás apuestan por generar controles al poder, cuántos en retomar el valor de la división de poderes, de accontability pública y de compliances obligatorios en los gestores del dinero de todos, como valores democráticos. No te dejes engañar por los envueltos en la bandera, ni por los adalides de la solidaridad con el dinero público, unos y otros deben de cubrirse con la bandera y con los servicios sociales, unos los defenderán desde posiciones públicas y otros desde las privadas, pero ambos aman su patria y ambos luchan por sus ciudadanos, que no se enzarcen en eso y nos digan y se obliguen en cosas concretas y defensas ciertas, que por sus hechos los podamos valorar y, en su caso, votar.