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Opinión

Ejercicio de responsabilidad política

13 abril, 2019 02:16

Los dirigentes políticos tienen la potestad de nombrar mediante libre designación algunos puestos de trabajo en la Administración Pública.

Si bien en ciertos casos ha sido un mecanismo útil, el abuso y la falta de control han hecho que el sistema se  pervierta y se desborde de tal forma que en algunos sectores, tanto en ámbito de la Administración General del Estado como en la Autonómica y local,  el ambiente se haya vuelto irrespirable para muchos de los empleados públicos. Sobre todo cuando estos nombramientos han sido designados bien por su afinidad ideológica o para intercambiar favores y lealtades de partido más que por su capacidad para desempeñar dicho cargo. Aquí como todo cabe, se aprovecha para poner un importante porcentaje de inútiles o tontos útiles, según como se mire, que desprestigian la Administración, salvo honrosas excepciones, que también las hay.

Entre los puestos de libre designación, algunos no responden a ninguna lógica ni argumentación razonada y solo sirven para tenerlos ocupados y dejar que el tiempo pase y así consolidar niveles; justificar decisiones políticas o emitiendo informes propagandísticos para políticos que hacen un uso inadecuado de estos nombramientos. En algunos casos, interesa más que estos puestos estén ocupados por personas dóciles que por personas con criterio o capacidad que puedan poner en evidencia la incapacidad de estos políticos.

Ejemplos de ello los tenemos en el ámbito sanitario salmantino a la hora de elegir a sus directivos. Desde la exgerente del Complejo Asistencial Universitario Cristina Granados, a la actual Gerente de Salud de Área Manuela Plaza, nombradas y colocadas estratégicamente por el Consejero de Sanidad Sáez Aguado y el Gerente Regional Rafael López. Ayudan a sus mentores políticos, pero  nunca asumen ninguna responsabilidad.

Es el caso de Cristina Granados, muy obediente a las órdenes de políticos y cercana al núcleo duro de María Dolores de Cospedal, gran defensora de los recortes sanitarios y de la privatización de la sanidad pública. Prueba de ello su huida a un hospital privado, antes de verse expulsada por su nefasta gestión o por un nuevo gobierno en la comunidad. Ha utilizado esa “colaboración público-privada” y el mecanismo de las puertas giratorias para entrar y salir de la empresa pública a la privada con la complicidad de los políticos que miran hacia otro lado. Hemos tenido demasiadas evidencias en nuestro país del contubernio entre cargos públicos a empresas públicas o viceversa. Una Gerente que ha descapitalizado la sanidad pública del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, desviando de forma escandalosa dinero público a la sanidad privada y dejando a Salamanca como la provincia con más y mayores listas de espera quirúrgicas en la comunidad. Con este nombramiento se pone en evidencia la más absoluta falta de control, incumpliéndose, además, los principios básicos de igualdad, mérito y capacidad a la hora de elegir profesionales de la gestión sanitaria tan vinculados a la política

Respecto a Manuela Plaza, fue nombrada Gerente de Salud de Área hace cuatro años, un puesto de gran responsabilidad y que tiene, entre sus muchas competencias, la dirección, coordinación y supervisión de la prestación eficaz de los servicios de salud de la población; esto implica inspección, evaluación y control de las prestaciones sanitarias además de la coordinación funcional de los servicios de atención primaria y especializada para garantizar  la continuidad y el carácter integral de la asistencia. Pues bien, esta “superwoman” compatibiliza todas estas responsabilidades y más con su anterior puesto como Jefa del Servicio Territorial de Sanidad, asumiendo diferentes unidades administrativas como la Ordenación Sanitaria, la Sección de Epidemiología, Promoción de la Salud y Laboratorios de Salud Pública y el control sanitario de los mataderos de la provincia entre otros. Es decir, el Consejero bordea la ley unificando puestos de trabajo y hace que asuma el cargo de Gerente de Salud de Área y a la vez  seguir compatibilizando su plaza como Jefa Territorial de Sanidad. ¿Pero de qué puesto de trabajo es titular? ¿Está a tiempo parcial en cada una de estas plazas? ¿No ocupa ninguno de los dos, cómo más bien parece? No tiene orden establecido en ninguno de sus cargos, unos días se siente Gerente de Salud de Área y otros Jefa del Servicio Territorial de Sanidad, eso sí, utilizando uno de los chofer de sanidad que está prácticamente a su servicio.

Pensar que se puede manejar todo es un error y ahí es donde se debe empezar a hacer ejercicio de responsabilidad política. Es inaudito e ilegal que en la administración se puedan ocupar dos puestos de trabajo diferentes por mucho que lo quieran disfrazar. Se ocupa uno temporal o definitivamente y el otro queda vacante temporal o definitivamente. Por tanto, no es de extrañar que muchos empleados públicos, además de sufrir sus maneras autoritarias y su difícil carácter que está creando un entorno bastante tóxico,  no entiendan esta situación.

Pues bien, con todos los problemas sanitarios que hemos tenido y seguimos teniendo en nuestra provincia, con las gravísimas listas de espera en la Atención Primaria y Especializada, la falta de cobertura sanitaria en el medio rural, los problemas con las ambulancias, la falta de camas y de personal sanitario, la precariedad laboral y cientos de problemas que padecemos todos los días y que han propiciado multitudinarias  mareas blancas;  esta mujer “ni está, ni se la espera”. Como si los problemas de la sanidad no fueran con ella, cuando es la máxima responsable sanitaria de nuestra provincia. No aborda ninguno de los problemas sanitarios.

Si no se asume ningún grado de responsabilidad habría que determinar para que sirven “sus puestos políticos” o de libre designación. Seguro que si desaparecen nadie los echará de menos.

La práctica de la mala política está poniendo en jaque los principios de igualdad, mérito y capacidad en la Administración Pública y aunque estoy de acuerdo que algunos puestos pueden y deben ser ocupados por sistema de libre designación, también creo que en los mismos deberían de aplicarse los mismos principios, antes que la mera afinidad o sumisión  al jefe.

MARIA GARCÍA GÓMEZ