El valor de la política local
El pasado domingo muchos alcaldes y alcaldesas dejaron de serlo, bien porque no han obtenido la confianza necesaria de la ciudadanía, o como en el mío porque optaron por no repetir candidatura.
Desde mi propia experiencia quiero alzar la voz y decir alto y claro que las alcaldesas y alcaldes merecen todo el reconocimiento por parte de la ciudadanía, y también del ámbito político, ya que su único objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas.
Quienes hemos ejercido durante un tiempo esta responsabilidad, que a la vez supone un orgullo, sabemos que todo está sujeto a crítica. Claro que “va con el cargo” como se suele decir, y siempre se agradecen las críticas constructivas, pero jamás las calumnias que tantos hemos sufrido, y que hay quienes sabiendo de su falsedad no han desmentido jamás.
El día a día de un alcalde o alcaldesa de un pequeño municipio implica tener que coordinar el trabajo propio, ese que “paga las facturas”, y la responsabilidad de solucionar los problemas de las personas a las que representas, y los cuales no siempre dependen de nosotros solucionar, pero que por supuesto terminamos intentando resolver.
El frenesí del día a día, la falta de competencias de los pequeños municipios, la escasez de personal, las trabas administrativas y la complejidad de intentar transmitir todo esto a las personas que piden tu ayuda, choca frontalmente con tus propias ganas de resolver el problema a la mayor brevedad para que quien más lo necesita pueda estar bien.
Las alcaldesas y alcaldes también sentimos, también lloramos, también nos metemos en la cama pensando en cómo agilizar un asunto que está perjudicando la vida de esas personas que nos están pidiendo ayuda.
Sabemos que el trabajo de despacho es sumamente desagradecido, no son obras que se vean, no son fiestas que se sientan, pero son el engranaje que permite que puedan existir esas obras, esas fiestas y esas ayudas sociales que terminan llegando, en la mayor parte de los casos con más tardanza de lo que desearíamos.
Es totalmente necesario que la ciudadanía siempre critique y evalúe la gestión de alcaldes y alcaldesas, que nos lo exija. Pero también lo es, que de vez en cuando las buenas palabras sean tan sonoras como la mayor de las críticas, porque todos somos personas, cometemos errores, pero también aciertos, y si de algo estoy segura es que cada alcaldesa y alcalde de nuestros pequeños municipios intentan día a día, y dejándose la piel, hacer lo que creen mejor para sus vecinas y vecinos.
La familia y amigos se dejan de lado, las prioridades personales se apartan también, porque aunque haya quien crea lo contrario, lo que verdaderamente importa es ayudar a las personas que más lo necesitan.
Tras cuatro años al frente del Ayuntamiento de Olivares de Duero, he aprendido que aunque las mentiras de muchos han resonado por tantos sitios, lo que me ha impulsado día a día es cada palabra de aliento, cada “gracias por ayudarme”, cada “no te rindas”, de personas de mi municipio que jamás hubiese imaginado.
Quiero agradecer a quienes me han acompañado en este camino, a todo el personal del ayuntamiento, que son el verdadero motor, a Ana Belén Esteban por su eterna sonrisa y aliento, a Mario San Miguel Arranz por sus proyectos innovadores y su positivismo, a Miguel Ángel Fernández por estar siempre que se le necesitaba y ser un trabajador incansable, a las secretarias-interventoras que realizan una labor inconmensurable, María, Henar, Raquel y Ana Rossi.
Gracias a grandes compañeros que jamás han permitido que tirase la toalla, y en quienes siempre encontré consejo, Ángel, Fernando, Carlos, Pedro, Ismael, Leandro, Ana, Javier. A mi familia que tantos disgustos y alegrías se ha llevado, sé que ha sido complicado comprender a veces el tener que dejaros de lado para ayudar a otras personas.
Por supuesto eterno agradecimiento a quienes me otorgaron su confianza, siento los fallos y errores, pero sabed que cada decisión fue tomada desde el corazón y siempre pensando en el bien común.
Las alcaldesas y alcaldes son esas personas de las que hablaba Bertold Bretch “Hombres que luchan un día, y son buenos; hay hombres que luchan un año, y son mejores; hay hombres que luchan muchos años, y son muy buenos; pero hay hombres que luchan toda la vida, y esos son imprescindibles”.
Finalizo reivindicando mayores competencias para los pequeños municipios, porque en palabras de mi querido Tomás Rodríguez Bolaños “Los Ayuntamientos, también somos Estado”.