Calma tensa
En la confrontación, antes de producirse el ataque, se viven momentos de calma, de una calma tensa, angustiosa y premonitoria de una situación grave. Es un sentimiento que, los que hicimos una mili en servicios de intervención rápida o de combate, hemos vivido de uno u otro modo y, los demás, la viven por medio de las películas de acción; pero, finalmente, de uno u otro modo, todos sabemos y valoramos esa “calma chicha” que precede el momento de la batalla final.
En la política, estamos viviendo ese momento previo a la confrontación en el que, en el mejor de los casos, se escucha una ráfaga de aviso, se lanza una pequeña granada que pretende despistar al enemigo, se producen pequeñas escaramuzas de las fuerzas más avanzadas, en lo que, los que están preparados para el combate, se muerden las uñas de tensión.
En el PP, además de esta tensión de confrontación, se observa, se siente, cómo las “putillas y chaperines” buscan recolocación ante el nuevo jefe que se perfila como posible regenerador o hacen piña con la “carcunda” perdedora y ponzoñosa que no quiere soltar las riendas que le quieren quitar desde la superioridad; cómo los que han obtenido puestos pretenden hacerse fuertes en ellos, por si el que sucede al “mangurrián” al que le deben el cargo no mantiene con ellos la empatía que tenían con el pasado.
Si Casado se fortalece y comienza de arriba hacia abajo la regeneración precisa, cambiando caras, personas, y, sobre todo, formas de hacer partido, para acercarlo al afiliado, a los ciudadanos, a los adversarios a los que les puede comer el terreno, con reuniones permanentes con las cúpulas y con los ciudadanos, paseando por las calles, pulsando el sentir de los vecinos, hablando con los antagonistas para hacer un partido nuevo, limpio, cercano y sensible al ciudadano y liquidando las viejas y ya decrépitas “Madames” que han copado el partido, entrando en él como Jesucristo lo hizo en el templo, con la fusta y sin miedo, el PP podrá superar pronto la crisis, pues su estructura es brutal y muy sólida.
Vox es un partido con unos principios, estructurados en su manifiesto, de una potencia, cercanía y realidad, impropias de un partido político al uso, y eso es su valor y gran poder. El problema es que se equivocan en la transmisión de las ideas, se radicalizan y “extremizan” para obtener un cacho de “medio de comunicación”, alguno incluso, como un perro en el fango, gusta de retozar en la ponzoña, pensando que ello le hace fuerte. Santi, toma las riendas, vuelve a tu cercanía habitual, a tu sencillez y valentía, acércate el afiliado que te aprecia, al votante que te quiere y, en lugar de grandes gestas, proponles fórmulas reales de solución a sus problemas diarios, abandera la igualdad, el trabajo, la sensibilidad social y aléjate de posiciones militaristas y recuerda, como tú decías, que ni tú mismo eres 100% Vox, vuelve a los principios y considera que eres la derecha democrática con la que el PP, como centro-derecha, como traidor a sus principios, no puede empatizar y no te dejes llevar por la extrema-derecha que se te engarza en las orejas para decirte que eres grande y llevarte a la inanidad.
Finalmente, llegará la inconsistencia ideológica, pero con práctica política y en el combate, hará caer ora PP, ora PSOE, ora VOX, con la única intención de dar la imagen que precisa de regenera cuando no regenera, de transformar cuando no trasforma y de cambio cuando no cambia, son especialistas en el marketing, la publicidad, son una gran empresa con un Consejo de Administración que actúa de acuerdo con lo que le indica el Departamento Comercial; pero, producto, lo que se dice producto, carecen de ello y, una vez que se compre y se pruebe, veremos cómo no hay más humo, bien presentado, con imagen modernísima, pero sin contenido.
Ojalá los unos y los otros sepan desarrollar su trabajo y con el último me equivoque por el bien de todos.