Existen dos posturas confrontadas ideológicamente en el mundo, al menos básicas, unos los que creen en Dios, y otros, los que no creen. Creo que este tema como todos los humanos, deben ser abordados con racionalidad, prudencia, saber ortodoxo, moralidad correcta, tolerancia, etc. El siglo veinte en el mundo ha sido dramático, quizás como jamás en la historia, han existido persecuciones religiosas con tintes que eran impredecibles, en sociedades civilizadas, incluso en sociedades europeas y occidentales.
Tampoco podemos dejar de señalar, que en nombre de Dios, en la historia, incluso en el siglo veinte se han hecho actos que no son permitidos por una moralidad mínima universal, y que van en contra de la dignidad humana mínima, y desde luego, si existe Dios, desde luego Dios estará enormemente preocupado y entristecido, porque se utiliza su nombre para mancillar a los seres humanos y al mismo Dios…
En mi sociedad y mi país el tema de Dios, casi siempre se complica. O dicho de otro modo, no se tiene una concepción de Dios como Dios, sino que existen colectivos y grupos y personas, que tienen una actitud y aptitud sobre Dios, en principio más afectiva o sentimental, a favor o en contra, y posteriormente, más intelectual o conceptual, o dicho de otro modo, una hibridación afectivo con lo conceptual, de lo vivencial-existencial con lo conceptual, que casi siempre prima lo primero.
No se afirma o se niega a Dios, porque se crea, que Dios existe, después de una reflexión-conceptualización-análisis, recogida de datos, que pueda durar meses o años, sino que se parte de una conceptualización, más bien vivencial, debida, en gran parte, a aprioris familiares, o quizás, a lo sumo experiencias-vivencias-existencias personales y familiares previos.
Por lo cual, sin ánimo de ofender a nadie, sea individuo o colectivo, quizás haya que afrontar el tema de Dios de una forma más ponderada, tranquila, sosegada, racional. Si de verdad, queremos entrar en este fenómeno real o no, cultural o no, espiritual o no, esencial o no, exista o no, desde una posición más prudente. Porque al final, si existe Dios y lo negamos, es un error de un calibre enorme, quizás uno de los errores más grandes, por no decir, que el más, que un ser humano está cometiendo.
Por otro lado, el concepto de Dios, no es lo mismo en unos sistemas filosóficos e ideológicos, que en otros sistemas, ni es lo mismo en unos sistemas religiosos-espirituales que en otros. Es decir, exista Dios o no exista, no es la misma concepción que los seres humanos tienen de Dios, situándolo en una posición o en otra.
Por lo cual, cada ser humano, no solo durante su existencia, el deber y el derecho, de plantearse la existencia de Dios, sino que además, tiene que dilucidar, cada uno según sus posibilidades, si ese Dios, que connotaciones le otorga, o cree que tiene, diríamos dividido en dos grandes realidades cognoscitivas y conceptuales, si es un Dios oriental o el concepto metafísico o religioso de los sagrado en oriente, especialmente de tipo vedista o hinduismo o de corte búdico, o si es en un sentido confuciano o taoista, o si es de un tipo occidental, un monoteísmo occidental.
Si es un Dios aceptado o negado por un sistema filosófico o ideológico o metafísico, de un tipo o de otro, no es lo mismo un platónico o aristotélico o tomista o kantiano o marxista o nietzscheano o…
Por lo cual, toda persona, tiene que analizar, ponderar, estudiar, reflexionar sobre el tema de Dios y las cuestiones metafísicas que están alrededor como planetas del tema de Dios. Evidentemente, cada uno según su situación personal, según sus posibilidades. Pero modesta y humildemente, despacio, con prudencia sobre esta cuestión, porque aceptar que existe Dios o no aceptarlo, y después, darle unas connotaciones o un sistema o una materialización o concreción, si se me permite el término puede tener para dicha persona una importancia tan enorme y tan compleja, que se ramifica en miles de cuestiones o no.
Es un deber y es un derecho, que todo ser humano, y esta afirmación puede parecer baladí, sin importancia, pero durante el siglo veinte, no estoy hablando de hace siglos, medio planeta, la creencia en Dios, estaba no permitida o censura o negada o incluso perseguida. Y diríamos que incluso hoy, existen bolsas, no tan extensas de territorios, dónde hay trabas. Ciertamente dentro de este derecho, está que un ser humano en una geografía que creen en un tipo de Dios o en una metafísica concreta, pueda plantearse que la verdad es otra. Es decir, la verdad es otra metafísica religiosa o incluso negarla, o es otra religión.
Hoy hay que reivindicar entre otras realidades, que el ser humano, con prudencia y racionalidad, mesura y humildad, deba plantearse, y no ser castigado, ni censionado, en ningún sistema sociopolítico, por buscar o creer en Dios. Pero también hay que reivindicar y defender, que una persona, esté en el error o no, no puede ser castigada, ni sancionada de ningún modo, por no creer en Dios, aunque tiene la obligación, de no cerrarse en el no, sino abrirse, buscar siempre Dios.
Y hoy, también hay que reivindicar, cosa que se olvida en muchas zonas del mundo, que una persona que cree en un sistema metafísico filosófico o metafísico religioso o ambas cosas a la vez, que es lo que suele suceder, tiene el derecho y el deber, y no ser sancionado y castigado y censurado de ningún modo, y esto como un derecho esencial, de dejar de creer en un Dios y creer en Otro, o dicho de otro modo, cambiar de religión, la apostasía no debe ser castigada de ningún modo en ningún lugar del mundo. Si una persona cree en un Dios equis, y deja de creer en esa religión y cree en otra, no puede ser castigado de ninguna manera y de ninguna forma.