Enrique de Santiago Opinión Noticiascyl

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Opinión

Mariposa o polillón

15 julio, 2019 21:01

Es evidente que la humanidad se ha ido desarrollando, desde el hombre del neandertal al presente, superando diversos estadios, hasta llegar al neocapitalismo en el que vivimos y al que se pretende dar un giro hacia aspectos sociales y éticos por exigencia de una sociedad asqueada de lo que ella misma ha creado.

Igual que superamos, social y políticamente, la industrialización, el comunismo, el capitalismo y nos encontramos en la superación del Estado del Bienestar, ahora estamos iniciando los cambios y trasformaciones propias de una metamorfosis, dolorosa, cruel y sin un resultado cierto, pues podemos acabar en una preciosa mariposa o una horrible polilla.

En este momento, añoramos las ventajas del Estado de la riqueza que ya no podemos mantener por nuestra mala cabeza y los derroches permitidos; pero, tampoco tenemos líderes preparados y solventes que tengan clara una hoja de ruta que nos devuelva a esos momentos o nos aventure a otros con resultados similares, pues unos nos llevan a una ruina segura y una dictadura cruel estilo venezolano, otros son veletas rojas, naranjas o azules, que se limitan a dar pinceladas a un lado u otro para salvar la economía, pero no  a presentar una oferta de medio o largo plazo y, finalmente, aquellos que aún están por descubrir la hoja en la que describir su ruta.

La carencia evidente de la consistencia profesional, solvencia humana, grandeza moral e inteligente visión del futuro, es uno de los problemas más evidentes de nuestros políticos, que se han convertido en la profesión con mayor nivel de emolumentos y más bajo moral y profesional.

La aristocracia que debía de ser la élite dirigente, en el sentido de ser los más preparados, los más éticamente serios, los que han demostrado en sus campos la excelencia humana, son ahora los expulsados de la sociedad y de la política, que viven, una, del deseo del poco trabajar y mucho ganar, mediante lo que se denominó, y no se desecha, pelotazo; y los otros, como los conseguidores de la inanidad personal al máximo lucro.

Con este panorama, la transformación crisálida en la que nos encontramos puede ser la salida final del túnel oscuro o, por ser dirigidos por desagarramantas, la muerte del capullo y el fin de nuestra era, no siendo, pues, una simple transformación para ser la creación de un nuevo estado de cosas que no tenga nada que ver con el pasado.

Hasta el presente, por más que de forma radical, las transformaciones han sido desarrolladas con fundamento y solidez del pasado. Así, la decadencia de Roma era el suporte y sustento de las construcciones políticas y sociales Visigodas y, de ese modo, el “Estado pajillero u onanista” debería de ser el basamento de ese nuevo Estado del esfuerzo, la solidaridad, la ética y los principios, por lo que cada vez -hoy- hay más intelectuales, antiguos políticos, que están en lo que ellos llaman la prepolítica y la defensa de los valores y los principios, en la medida que ellos deben de ser el substrato final sobre el que se construya el nuevo orden que se gesta dentro de la crisálida metamórfica en la que vivimos.

Los visigodos desplazaron a los romanos en crisis, pero esos bárbaros construyeron su mundo romanizando gran parte de sus instituciones y formas de Estado, manteniendo lo bueno del pasado para construir su propio futuro.

Si ellos no tuvieren razón y/o la transmutación se produce sobre otros paramentos, el futuro, o nueva era política y social, resulta no sólo incierta, sino peligrosamente sustentada en principios ya caducos o mínimamente serios, de modo que la travesía pueda acabar muy mal.

Para ello, tú, yo, aquel… en nuestro mínimo marco de cercanía, hemos de aplicar los principios básicos que deseamos formen parte de ese nuevo futuro al que nos abocamos, en el que o fortificamos valores como la honradez, el esfuerzo, el trabajo y la solvencia intelectual, o será un fiasco que acabará mal.