Enrique Arias Vega

Enrique Arias Vega

Opinión

¿Cuánto vale Groenlandia?

26 agosto, 2019 12:07

Tras el anuncio de Donald Trump de querer comprar Groenlandia, el semanario económico portugués Expresso la ha valorado en 1.300 millones de euros, teniendo en cuenta que ya en 1946 otro presidente norteamericano, Harry Truman, había ofrecido por ella a Dinamarca 100 millones.

Es mucho dinero, por supuesto, comparado con los 15 millones que Estados Unidos pagó a Francia por Luisiana en 1803, o los 7,2 que recibió Rusia por Alaska en 1867.

Claro que aquéllos eran otros tiempos y la propuesta de hoy día parece una simple butade, ya que difícilmente los 60.000 groenlandeses que viven en sus más de dos millones de kilómetros cuadrados prácticamente de hielo querrían formar parte de otro país que necesariamente les metería en problemas que no tienen. De momento, viven bastante cómodamente, con una autonomía plena desde el referéndum de 2008 (la metrópoli, Dinamarca, sólo conserva las competencias de asuntos exteriores, seguridad   y política financiera), sin pertenecer a la Unión Europea desde 1985 y con una renta por habitante de 37.800 euros, de los que 30% son una subvención pura y simple del Estado.

O sea, que lógicamente Trump no debe pretender la anexión de Groenlandia, pero sí que puede estar aspirando a otra cosa: a que cuaje el mayoritario afán de independencia y así negociar cara a cara con un nuevo Estado, debilitando a Europa, compitiendo con China en el control de tierras raras gracias a la colosal reserva de éstas en los hielos árticos y convirtiendo a Groenlandia, por su proximidad geográfica, en un país americano más (ya hace años que viene compitiendo en los Juegos Panamericanos, con dos medallas de bronce en balonmano).

¿Es esto posible? Pues claro que sí. En el referéndum de 2008 se aprobó el manido derecho a la autodeterminación y, por otra parte, poco más del 10% de la población habla danés y al 90% de hablantes de groenlandés, presuntamente marginados de la gestión administrativa, les vendría de perlas quedarse con un país de riquísimo subsuelo y negociar de tú a tú con el Tío Sam.

Donald Trump, pues, parece un tío impulsivo y descerebrado, pero en realidad resulta más malignamente inteligente y perverso de lo que parece.