El camino finaliza, nos acercamos al abismo y se nos llena el corazón de recuerdos, de vivencias, añoranzas, melancolía y, cuando miramos hacia delante, observamos el futuro, lo desconocido, la sima a la que nos acercamos y nos da miedo, ilusión, pasión y lo afrontamos con esperanza.
Algunos, en este tiempo, hemos intentado dejar un sendero que puedan seguir otros, crear cosas que puedan ofrecer algo bueno a los que nos rodean, forjar amistades, crear alianzas que hemos visto desarrollar o se han hundido en la traición, el egoísmo o la simple avaricia de quienes no entienden el mundo más que por el dinero y su propio yo; estos, se han dedicado, se dedicarán y se dedican a ir tapando el rastro generado, en ocultar lo realizado, unos por envidia, otros por incapacidad y otros por un miedo estúpido a ser superados por quien no busca ese camino que ellos recorren.
En esta España nuestra, que algunos queremos con el corazón y de la que no queremos servirnos, sino servirla sin esperar nada a cambio, hay mucho farsante que golpea su pecho al mencionar su nombre, pero buscan su beneficio; otros, que les dan arcadas de la leche que maman de esa misma madre patria y la gran mayoría que la quiere, pero ni la defiende, ni la respeta, ni hace nada por ella, pues lo único que quieren es vivir en paz y defenderla no es pacífico como consecuencia de la crispación generada por unos y otros de los lados del cauce del rio por el que discurre.
Del presente, los logros obtenidos, los derechos alcanzados, los triunfos que hemos logrado, pero del pasado debemos de recuperar la Patria, la bandera y la defensa de lo que es de todos, como fundamentos básicos de la Constitución y de la Democracia. Con ello no se discuten las identidades de los pueblos de España, que son hijos de una misma madre, sino la unidad de la familia nacional.
Debemos recuperar a la familia generadora de valores, aunadora de sentimientos, proyectora de la continuidad de la sociedad con la generación de una prole que hemos de defender, animar, y socorrer con el apoyo social, económico y político, desde el nacimiento hasta su final. Los hijos sostendrán el futuro y los ancianos nos aportan su sabiduría, seriedad y debemos de afrontar la deuda que con ellos tenemos y devolverles lo mucho que nos han dado, con el cariño de una sociedad agradecida.
El amor, el respeto, los sentimientos que en estos días de Navidad se patentizan, lo son gracias a desarrollarnos en una sociedad de cultura cristiana que, por más que algunos odien, desarrolla el amor al enemigo, la caridad, el respeto y la igualdad entre los seres humanos, gracias a los cuales vivimos en un mundo que, con defectos y problemas, creció y desarrolló los Derechos Fundamentales, la Democracia y todo lo bueno que tenemos y se está destruyendo. No se trata de creer o ser cristiano, sino de vivir una cultura desarrollada sobre valores cristianos, que nos ha permitido avanzar hasta las cotas actuales de libertad, respeto y solidaridad, otras culturas no.
Comencé a escribir en EL ADELANTO, me permitieron dirigir SALAMANCA 21, colaborar desde su nacimiento en NOTICIASCASTILLAYLEON, en otros digitales de la provincia, regionales y nacionales y siempre he querido trasladar a los lectores, editores, colaboradores, periodistas, amigos y enemigos, lo mejor para el año que comienza y que todos esos destructores dejen su trabajo y nos empeñemos todos en hacernos grandes, sin envidias, ni estúpidas batallas que nos limitan.