El Congreso de los Diputados, la cámara baja de la Democracia española está conformada por 350 Diputados. Este país guía su vida legislativa por un sistema parlamentarista, no presidencialista, elemento que hay que tener en cuenta, pues es el más complicado de manejar, y como ejemplo la elección de Pedro Sánchez como presidente, pero con todo ello es el más cercano al espíritu democrático, donde la palabra y el acuerdo conforman el esqueleto aún imperfecto de la vida política de una democracia.
Y esto es debido, porque, para según qué procesos legislativos, tales como: reformas constitucionales u otras que supongan cambios en la estructura del Estado, es necesario aprobarlas distintos tipos de mayorías: cualificadas, calificadas o especiales. El procedimiento legislativo básico se sustenta en una mayoría simple (más votos a favor que en contra), pero esto es el día a día de la vida parlamentaria.
Cada cuatro años, es lo normal, estos Diputados son elegidos en un proceso electoral que algunos han asimilado en estos dos últimos años a una carrera especializada, un sprint, repetido tantas veces como intentos fallidos, para que, entre uno de ellos, sea elegido uno, solo uno, el que encabece las labores ejecutivas del Gobierno de España.
Y así hoy, elegido aquel que concitaba el mayor número de escaños en su apoyo, cansinamente el PSOE, y el PP también, ha venido argumentando para legitimar a su candidato en el hecho para mi cuestionable de denominarse como ganador de las elecciones, y eso en un sistema parlamentario como el que tenemos no es cierto.
Con 120 escaños sobre 350 y a una distancia de 56 de una mayoría simple y con la abstención de proetarras y separatistas, (me viene a la memoria una opinión del día 11/abril del 2017 léanla, triste realidad) pero, aunque triste, volviendo a ella, Pedro Sánchez no fue el ganador de las elecciones, fue la lista más votada sí. Legitima por sí mismo este hecho para ser el que más derecho tiene a ser candidato a la presidencia, pues no.
Cualquiera de los Diputados presentes podría serlo, incluso un ajeno al Congreso podría ser candidato presidenciable si así lo decidiese la mayoría simple del hemiciclo.
Solo un ganador electoral en base al siguiente criterio personal tiene un derecho incuestionable a ser presidente. No obstante, que se utilice ese pueril argumento de que “hemos ganado las elecciones” con tan pírrico número de escaños dice muy poco de cualquier presidenciable.
A mi modo de entender solo se gana elecciones cuando tienes un número de escaños suficientes para acometer, por ti mismo, con tu fuerza parlamentaria reformas de gran calado. Recordemos el encabezamiento.
Cuando para llegar al cajón de campeón, al de ganador electoral, lo tienes que hacer en compañía de otros, significa que no, no has ganado las elecciones.
Y de hecho va a ser así, Pedro Sánchez va a tener que compartir el poder con otros ¿acaso un ganador comparte con el segundo la medalla de oro o un trofeo?
No, así no se ganan elecciones.